sábado, 4 mayo 2024 - 03:58

Las trabajadoras rumbo al 8M. ¡Que la opresión y la explotación caigan juntas!

Nos encaminamos a un nuevo paro internacional y movilizaciones de mujeres y disidencias. Y como todos los años, la presión del sistema capitalista y patriarcal intenta “lavar” el significado de este día histórico. Lejos de reivindicar el 8 de Marzo como un día de lucha y motorizar un paro activo, en nuestro país las burocracias sindicales actúan de manera descoordinada y no convocan a las acciones contundentes que necesitamos.

Los gritos de las obreras textiles neoyorquinas incendiadas por la patronal en 1908, y la voz revolucionaria de Clara Zetkin cuando en un congreso socialista propuso declarar el 8 de Marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, resuenan hoy en un marco especial. Es que la profundización de la crisis económica y su agravamiento con la pandemia incrementan los niveles de opresión y explotación.

Nosotras, como feministas socialistas, recuperamos aquellas voces y las de las obreras que el 8 de Marzo de 1917 marcharon por las calles de Moscú y fueron la chispa de la revolución bolchevique. Hoy, frente a expresiones de mainsplaining como “le puse fin al patriarcado” de boca del presidente, se siguen reproduciendo mandatos, políticas y decisiones patriarcales que precarizan nuestras vidas. Por eso el 8M tiene que hacer temblar el mundo entero. Si para los gobiernos y regímenes nuestras vidas no valen, entonces que produzcan sin nosotras y nosotres.

Desocupación, precarización y violencia

Ante la avanzada del ajuste y la pandemia, las mujeres y disidencias nos vemos obligades a optar entre trabajos precarizados o la desocupación. Los últimos datos arrojan un mayor porcentaje de mujeres desocupadas en relación a los varones, así como la feminización de trabajos precarizados y con salarios mínimos. Son los casos de las empleadas domésticas, el personal de salud y de la docencia.

Estos trabajos con mayor presencia femenina (en el primero, casi el 98%) comparten además salarios muy por debajo de la línea de la pobreza. Esta realidad se yuxtapone con que, en su mayoría, dichas compañeras son jefas de familia y todo el peso de los hogares recae sobre sus vidas. Sumado al menor acceso femenino a cargos jerárquicos, esta es la causa de que la brecha salarial y de ingresos siga en un 27% respecto de los varones.

La precarización y el desempleo atraviesan a todo el sistema sexo-genérico, pero concentran en las mujeres y disidencias una forma particular de explotación y violencia.

A la vez, las mujeres debemos también cargar el peso de las tareas de cuidado y reproducción social del capital. Es decir, generamos y sostenemos vitalmente la mano de obra que es y será explotada por los capitalistas. Así, con nuestro trabajo no remunerado el capital se ahorra un alto porcentaje que de otra manera dificultaría notablemente la reproducción de este sistema.

Las trabajadoras hemos desbordado de tareas en este año de pandemia, nuestras condiciones de vida han empeorado no sólo por el ajuste constante sino también porque al intento constante de percibir algún tipo de ingreso se nos suma la carga directa del cuidado de hijes, personas a cargo, familiares enfermos, etc.

Asimismo, las mujeres y disidencias estamos más expuestes a la violencia y el acoso laboral. La Encuesta Nacional a Trabajadores sobre Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad realizada en 2020 mostró que las mujeres estamos aún más desprotegidas si somos jóvenes, a cargo del hogar y tenemos hijes. Es decir, a más vulnerabilidad más violencia. En ese sentido, los gobiernos y el Estado están siempre en falta. Aunque anuncien programas e intenciones, en realidad no implementan ninguna solución real para revertir esta situación ni para protegernos de despidos compulsivos cuando denunciamos abusos y violencias.

La lucha es el camino

Este 8M no debemos perder de vista que si existe un sistema opresor como el patriarcado es porque encuentra en su conjunción con el capitalismo la forma acabada de la violencia y la explotación necesarias para su reproducción. Exigimos justicia por nuestras muertas y políticas reales contra la violencia de género, pero sabemos que si eso no es acompañado de un cambio de raíz del sistema todo será siempre un parche de la desigualdad existente.

Si el Estado y los gobiernos precarizan nuestras vidas, se nos burlan ofreciendo salidas laborales insuficientes, ponen techos constantes a la participación política y laboral, si encima esa operación no es un simple descuido o atraso de políticas equitativas sino parte de la estructuración necesaria para que la barbarie capitalista se despliegue y este sistema agonizante siga aparentando vitalidad, entonces el camino es la organización y la lucha por vidas libres de violencia y por un mundo justo e igualitario, socialista.

Sofía Cáceres Sforza (secr. gral. de SITRADU) y Nadia Burgos (dirigente del MST)

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