Este 7 de octubre se cumple el cuarto aniversario del asesinato de Néstor Ramón “Lito” Costilla, ocurrido en la localidad de Tolosa en 2020. Su cruel asesinato ha marcado profundamente a la sociedad platense y ha generado una lucha constante por justicia. Compartimos algunas conclusiones.
El 7 de octubre de 2020, Lito Costilla, un joven repartidor de 22 años, fue asesinado a manos de tres efectivos de la Policía Local: Damián Aquino, Sergio Martínez y Mauricio Medina, quienes hoy se encuentran bajo prisión preventiva. Lito era perseguido por la zona de Diagonal 74 y 119. La muerte de Lito se convirtió rápidamente en un símbolo de la violencia institucional y la brutalidad policial en toda la región.
Desde entonces, la familia de Lito, junto con organizaciones sociales y activistas, entre ellas nuestro MST Frente de Izquierda, han llevado adelante una campaña incansable para exigir justicia, logrando la elevación a juicio que espera consumarse en el mediano plazo.
Hoy se cumplen 4 años del asesinato de #LitoCostilla en manos de la policía de #LaPlata. Seguimos exigiendo justicia. Y para que no vuelva a ocurrir es necesaria la disolución de la Bonaerense.@justiciaporlito pic.twitter.com/uSihk0oaAa
— Leonel Acosta (@LeonelAcostaMst) October 7, 2024
En el marco de las actividades del aniversario, se realizaron marchas, concentraciones y festivales. Este año, la familia decidió inaugurar la Plaza Lito Costilla el día 6 de octubre, en calle 525 y 115, con la asistencia de un centenar de personas, chocolatada y números artísticos para los más pequeños del barrio. Lito ya no es solamente un símbolo de la impunidad que rodea a la policía, también es un símbolo de resistencia y amor que irradian sus familiares, amigos y las personas que no llegamos a conocerlo pero que estamos igualmente conmovidos por su historia. Hoy Lito también vive en esta bella plaza donde vendrán a jugar sus hijos y muchos otros niños y niñas que merecen crecer en una sociedad sin abuso policial, sin persecución clasista y racial.
La capacidad de hacer nacer la sed de justicia del horror más profundo que puede vivir una familia, convertirla en lucha colectiva y en organización, es quizás una comprobación más de la potencialidad humana que la sociedad capitalista atrofia. Es también confirmación que podemos transformar la realidad que nos rodea, a condición de mantenernos firmes e independientes del Estado que repite su cruel violencia contra la clase trabajadora.
Sigamos peleando, porque venceremos.