jueves, 10 abril 2025 - 17:01

La Plata. 12 años de la trágica inundación de 2013

El 2 de abril de 2013, La Plata sufrió una de las peores catástrofes de su historia. En cuestión de horas, una tormenta sin precedentes desató el caos: calles convertidas en ríos, casas inundadas y cientos de familias atrapadas sin poder escapar.

El saldo oficial fue de 89 muertos, aunque organizaciones y familiares de las víctimas sostienen que la cifra real pudo haber sido mayor. Miles de vecinos lo perdieron todo mientras la ciudad quedaba sumida en la desesperación y el abandono.

Doce años después, en un emotivo acto en la Plaza San Martín, vecinos, familiares y sobrevivientes se reunieron para recordar a las víctimas y renovar su pedido de justicia. Porque más allá de la furia del clima, la tragedia de 2013 fue el reflejo de una ciudad desprotegida, con desagües colapsados, un Estado ausente y una respuesta tardía que dejó a miles de personas a la deriva.

La tragedia de Bahía Blanca reaviva la preocupación

El aniversario de la inundación en La Plata coincide con otra catástrofe reciente en la provincia: el temporal en Bahía Blanca. En apenas 12 horas cayeron 290 milímetros de lluvia. Un récord histórico que dejó al menos 16 muertos, más de 1.400 evacuados y barrios enteros bajo el agua.

Las escenas de destrucción fueron un espejo de lo que pasó en La Plata en 2013: calles convertidas en torrentes, casas arrasadas y una respuesta estatal que, otra vez, llegó tarde.

Estos fenómenos extremos ya no son hechos aislados ni excepcionales. El cambio climático está volviendo las tormentas cada vez más intensas y frecuentes, mientras que la falta de obras hidráulicas y la destrucción del medioambiente agravan sus consecuencias.

Hablamos con Fabiana de la asamblea de inundados de Tolosa

Hace falta un cambio total

La solución no está en medidas superficiales ni en promesas electorales. Es urgente una transformación estructural en la gestión de la ciudad, con una inversión real en obras hidráulicas que no queden a merced de la corrupción y la ineficacia.

La comunidad debe tener control sobre la planificación y ejecución de estas obras, garantizando que respondan a las necesidades reales de la población.

Además, es fundamental prohibir la especulación inmobiliaria que expulsa a los sectores populares, la cementación irracional que impide la absorción del agua de lluvia y la deforestación y el extractivismo, que destruyen el medioambiente e intensifican los cambios climáticos e inundaciones.

La Plata y Bahía Blanca son solo dos ejemplos de una crisis más profunda: un Estado que reacciona tarde, ciudades vulnerables y una planificación urbana que prioriza negocios antes que vidas. Sin un verdadero compromiso, la próxima tragedia no será una cuestión de “si sucederá”, sino de “cuándo”.

Marcela Gottschald

Noticias Relacionadas