Dos víctimas mortales, 2 desaparecidos, familias trabajadoras con pérdidas materiales incalculables y hasta la destrucción de infraestructura productiva, ese viene siendo el saldo del temporal que azotó a gran parte de la provincia de Buenos Aires. Una actualización de las consecuencias de un temporal atado al cambio climático, empujado por un modelo productivo feroz que allana el terreno para la destrucción de nuestros territorios.
Fueron 48 horas de un diluvio sin precedentes lo que desató el desastre para decenas de miles de personas en la provincia de Buenos Aires. Según las declaraciones de varios funcionarios de los distintos municipios afectados, cayó la misma cantidad de agua en un día que se puede precipitar en un mes. Dependiendo la zona, entre viernes y sábado, se llegaron a acumular entre 200, 300 y hasta 400 milímetros.
Números nunca antes visto, pero que se relacionan directamente con la matriz productiva imperante, haciendo que los actores naturales estratégicos, que podrían mermar las consecuencias de estas lluvias son y continúan siendo destruidos. Por otro lado, la suspensión de obras publicas y el poco mantenimiento hacia las existentes son otra cara de la moneda cuando se analizan los porqués de estos resultados. La discusión sobre esto, toca cuestiones de fondo y deja de lado la justificación utilizada sobre que estos episodios son eventos extraordinarios, como declara el gobernador, Axel Kicillof.
Inundaciones, un drama que se repite
— Alejandro Bodart (@Ale_Bodart) May 19, 2025
Una vez más, la Provincia de Buenos Aires se encuentra inundada, afectando a decenas de miles de trabajadores, familias y, como siempre, golpeando con mayor dureza a los sectores más empobrecidos. Si hoy atravesamos esta tragedia una vez más… pic.twitter.com/nTQfS1lUax
Según el Servicio Meteorológico Nacional, el mal tiempo persistirá hasta la noche del lunes, y luego de esto vendrá un fuerte descenso de la temperatura. Un clima complejo para las miles de familias que continúan evacuadas, producto del estado de sus viviendas, donde hay barrios convertidos en ríos.
Para dimensionar un poco el nivel de la catástrofe provocada por la lluvia vale ver las declaraciones del ministro de Seguridad de la provincia, Javier Alonso. Según el funcionario, son 70.000 km2 los afectados por la inundación, es decir casi una cuarta parte de la superficie bonaerense se vio afectada por las inclemencias climáticas.
En ese extenso territorio afectado por el agua, en un principio, llegaron a ser 7000 personas las evacuadas y en el transcurso de este lunes bajó el número a unas 3000. Así lo informó el director de Defensa Civil de la provincia, Fabían García. Lamentablemente, al mismo tiempo, en la zona afectada continúa habiendo 2 personas desaparecidas y la confirmación de dos fallecidos.
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Zárate, Campana, Salto, Arrecifes, San Antonio de Areco, Moreno, La Matanza, Quilmes, Lanús, fueron algunos de los 21 municipios afectados y casi 30.000 las personas damnificadas en toda la provincia por las consecuencias de estas lluvias. Con este panorama las respuestas a solucionar a los problemas inmediatos deben tener carácter urgente.
Como lo indica el proyecto presentado por el diputado provincial, Guillermo Pacagnini, es urgente la puesta en marcha de una batería de medidas para atender a cada familia y municipio que haya sido afectado por el temporal. Con recursos provistos por parte un fuerte impuesto a las grandes fortunas, se podrían generar subsidios para las personas que lo perdieron todo. Además, a partir de este gravamen, se podrían generar recursos para la puesta de en marcha de obras inexistentes o darle continuidad a las que se encuentran paralizadas.
Hace pocas semanas una tragedia parecida tuvo lugar en Bahía Blanca, y desgraciadamente ahora el turno fue en esta zona de la provincia de Buenos Aires. Actualmente, parecería que cualquier tormenta o fenómeno climático con estas características podrían ser fatales para cualquier persona. Pero en realidad, además del peligro que poseen estos escenarios, se conjugan otras variantes.
Por un lado, la falta de inversión en obras públicas planificadas para evitar estas tragedias, son responsabilidad directa del gobierno nacional, provincial y municipal. La paralización de proyectos, y el poco mantenimiento realizado en la infraestructura que existe son parte fundamental del problema.
Aunque el sistema de producción actual, anclado en la práctica intensiva de un extractivismo voraz, es otra de las aristas principales en este escenario. La destrucción de los suelos, a causa del monocultivo, la deforestación, junto con el aniquilamiento de ecosistemas que podrían servir como defensas naturales para evitar estos escenarios, son cuestiones de fondo que ningún gobierno está dispuesto a ponerlo en discusión. Es más, todos los partidos tradicionales apuestan por estos modelos productivos.
Tanto Milei, como Kicillof, son responsables directos de todas las consecuencias que los bonaerenses vienen sufriendo. Mientras no haya una planificación tanto en los modelos de producción, como en las obras necesarias para evitar estas situaciones, este tipo de lluvias y sus secuelas continuarán siendo un problema recurrente, donde los únicos perjudicados serán los vecinos de las provincias.