sábado, 2 noviembre 2024 - 13:23

Gregorio Nachman. A 45 años de su desaparición forzada

“A los dos días del secuestro vinimos con mi mamá a la Comisaría 4ª, y acá el oficial de guardia me pregunta qué es lo que veníamos a hacer. Y me preguntan: ¿Quién? ¿Gregorio Nachman? ¡Ah, judío! ¿Qué, es artista? ¡Ah, puto! ¡Y encima zurdo! ¿Para qué buscan?”

Así relata Eduardo Nachman, en el documental Gregorio por Nachman film, los dolorosos primeros pasos en la búsqueda de su padre, secuestrado por un operativo de fuerzas conjuntas el 19 de junio de 1976 en Mar del Plata. Así también lo relató en 2019, cuando testimonió ante el Tribunal Oral Federal junto a sus hermanos Claudio y Gustavo en el juicio por delitos de lesa humanidad cometidos dentro de la Subzona 15, en “La Cueva” y la Base Naval[1].

Según algunos ex detenidos Gregorio estuvo en el Pozo de Banfield y otra persona señaló haberlo visto en el centro clandestino de detención Cuatrerismo-Brigada Güemes. Sin embargo no hay certezas sobre su destino y hasta hoy sigue desaparecido.Su desaparición forzada, como la de todas las victimas del terrorismo de Estado, es un delito aberrante que daña no sólo a esa persona sino a toda su familia y seres queridos, que viven en la eterna angustia de la incertidumbre. Además, su ausencia significó un golpe brutal para la comunidad teatral marplatense.

Actor, director y prolífico gestor cultural, Gregorio Nachman comenzó su vida artística en el teatro barrial del Club Villa Sahores de La Paternal, su barrio de origen. En Buenos Aires desarrolló una intensa actividad. Creó el Teatro de Verano, que funcionaba en una carpa en el Parque Lezama, donde participaban prestigiosos actores y actrices de la época. En 1959 ganó el primer premio en el concurso nacional organizado por la Municipalidad porteña y organizó la Escuela de Arte Escénico del IFT. Participó en la creación del teatro de la provincia de Córdoba y a los 28 años ganó el concurso para dirigir el teatro de la Facultad de Derecho de la UBA.

Llegó a Mar del Plata en 1961, cuando ganó el concurso para director del teatro de la Universidad. Desde OCA (Organización Cultural Atlántica) y TCM (Teatro de la Comedia Marplatense) impulsó todo tipo de iniciativas, seminarios de teatro, eventos musicales, cine-club, cursos y conferencias. Dio su apoyo y espacio a talentos antes de ser reconocidos, como Pappo, Almendra, Manal, La pesada, Pedro y Pablo, Sui Generis, La cofradía de la flor solar, entre otros.

Nachman fue a menudo premiado por su trabajo como director en concursos nacionales e internacionales, y trabajó con artistas exiliados o prohibidos, como Cipe Lincovsky o Luis Politti.

Su obra estuvo siempre impregnada de la realidad social de la época, y fue un innovador en llevar el teatro a los barrios periféricos marplatenses, sociedades de fomento y cárceles. Buscaba acercar la cultura a quienes nunca habían accedido a ella. En 1968 pone en escena Los prójimos, de Carlos Gorostiza, obra que trata sobre un femicidio y alude al “no te metás”, triste expresión ligada a la falta de solidaridad, al individualismo despolitizado.

En 1971 dirige El avión negro, del Grupo de Autores (Cossa, Somigliana, Rozenmacher y Talesnik), obra que fantaseaba con la vuelta de Perón y las tensiones que eso generaría, en especial la decepción en los sectores más cercanosa la izquierda. En 1973 dirige Un despido corriente, de Julio Mauricio, drama basado en el secuestro, tortura y asesinato de Juan Lachowsky, un obrero de la Peugeot en 1972 por la Policía Bonaerense.

La última obra que Nachman estrenó en Mar del Plata es Juan Palmieri, del uruguayo Antonio Larreta, que reivindica a un guerrillero tupamaro.

Aunque no militaba en un partido, Nachman se vinculaba con referentes como el padre Mugica, Vicente Zito Lema, Rodolfo Walsh, Eduardo Galeano. Su compromiso político y su teatro militante no pasaron desapercibidos para los sectores fascistas: lo espiaron durante años, lo amenazaron, pusieron bombas en sus funciones y hasta incendiaron una de sus salas teatrales.

La última dictadura militar señaló entre sus objetivos sostener “la vigencia de los valores de la moral cristiana, la tradición nacional y la dignidad del ser argentino”. Para ello se debían “atacar las causas que favorecían la existencia de la subversión” y en el campo del arte procedieron a censurar, prohibir contenidos, quemar libros, cerrar editoriales, desaparecer artistas y periodistas.

La trayectoria profesional de Gregorio Nachman, con su mirada realista y crítica, entendía al arte como una herramienta política de cambio social. Para el terrorismo de Estado esto lo convertía en un subversivo, un enemigo cultural que atentaba contra los valores occidentales y cristianos y amenazaba el futuro de la nación.

Su secuestro y desaparición forzada fue un crimen selectivo, hacia un gran exponente del arte de vanguardia de la escena marplatense y latinoamericana. Es un intento del fascismo de acallar las voces valientes que se rebelan contra el orden establecido y toda forma de autoritarismo.

A 45 años de aquella noche oscura, seguimos exigiendo justicia. Denunciamos la impunidad de ayer y de hoy, por los represores que no fueron condenados y por los que aun condenados gozan de privilegios. Que la vida de Gregorio Nachman siga siendo ejemplo de libertad y lucha para las nuevas generaciones. Que el Nunca más sea efectivamente Nunca más. Gregorio Nachman, ¡presente!

Referencias

  • Cabrejas.Gabriel; Tres puestas de Gregorio Nachman. De la sátira social al drama político. Estudios de Teoría Literaria – Revista digital: artes, letras y humanidades. UNMDP. 2013.
  • https://www.resumenlatinoamericano.org/2017/03/14/argentina-teatro-entrevista-a-eduardo-nachman-un-viento-que-aviva-el-fuego-de-la-memoria/
  • http://www.teatrodelpueblo.org.ar/sobretodo/09_teatro_y_politica/mogliani001.ht

[1]Allí se juzgó a 43 imputados por 272 hechos: 133 víctimas siguen desaparecidas, de 28 se encontraron los cuerpos y 111 fueron liberadas luego de la detención ilegal.

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