Hace días difundimos los comunicados de los trabajadores precarizados del programa ex Asistiré. En esta oportunidad entrevistamos a Daniela, trabajadora del programa en la provincia de Buenos Aires.
– Daniela, ¿de qué se trata el Programa de Acompañamiento Sociocomunitario?
-Actualmente las líneas de este programa trabajan sobre las trayectorias educativas de los jóvenes, especialmente de escuela secundaria, de manera territorial. Lo que vendríamos a hacer es trabajar con otros organismos, pueden ser gubernamentales o no, y la comunidad para tejer redes que se fueron perdiendo a lo largo de la trayectoria educativa de los jóvenes. Es como buscar desde afuera hacia adentro de la escuela, para que se pueda cumplir el derecho a la educación.
Lo que haríamos es una especie de reubicación de esos jóvenes que han atravesado fragilidades en su trayectoria de instrucciones. La realidad es bastante compleja, más en La Matanza; en las zonas de Virrey del Pino, Catán, Laferrere, Castillo, Casanova, donde el índice de abandono de los pibes es bastante importante con respecto a otras zonas que son un poco más céntricas.
Así que lo que hacemos es entablar redes con organizaciones para volver a retomar esas trayectorias y que los pibes puedan cumplir con el derecho a la educación. De eso se trata el programa en sí básicamente. Tiene un montón de líneas de acción, pero más o menos lo global sería eso: restituir el derecho de los jóvenes a la educación. En escuelas privadas no, solo en escuelas públicas.
– ¿Y este programa cuándo surge?
– Este programa comienza en el 2018 con la gestión de Mauricio Macri. Las líneas de acción del programa eran completamente diferentes. Se utilizaban otro tipo de dispositivos, no se iba tanto hacia lo comunitario o lo colectivo; sino a lo individual, hacia una escuela. Se armaba una pareja pedagógica, te designaban cinco escuelas del trabajo que eran seleccionadas por la Inspección de Psicología, en mi caso, La Matanza. Y nos mandaban a esas escuelas, que incluso a veces tenían equipos de orientación, para colaborar con el retorno de jóvenes que habían abandonado o tenían situaciones de reiteradas ausencias en su asistencia. Había un dispositivo también, una tablet, que nunca se implementó. No se llegó a usar nunca porque las escuelas no tienen conectividad, o sea, era un instrumento que no se podía aplicar a la práctica. Nos manejábamos directamente con los preceptores o con los equipos de orientación y así íbamos y armábamos un equipo de trabajo.
– ¿Cómo estuvieron durante el 2020?
– Durante el 2020 pasamos a la gestión de Trotta con respecto al Ministerio de Educación, no quedó muy clara la dirección de las líneas de acción del Programa durante básicamente cuatro meses. Seguimos sosteniendo relaciones con las escuelas como veníamos trabajando, hasta que un día llegó un comunicado de empezar a laburar con los equipos de orientación. Desde ahí empezamos a depender un poco más de la Coordinación de las inspectoras de psicología de La Matanza y armar equipos de trabajo directamente con ellas, como gestionando nuestro laburo; un poco teniendo que ver esto con el contexto de la pandemia, donde necesitaban más recurso humano del que ya tenían porque con la orientación no podían llegar. Había docentes que incluso no tenían conectividad, muchos estudiantes también muy desconectados de las plataformas virtuales y lo que fuimos haciendo fue prácticamente caminar sobre una pendiente hasta hoy, porque lamentablemente se fueron desarticulando todas las acciones que habíamos empezado a tejer.
– Comentame un poco cómo los agarró a todos los trabajadores y trabajadoras del Programa el 2021
– Terminamos el 2020 con una estadística de intervención importante, por lo menos en lo que era Provincia de Buenos Aires. Un 80% de llegada a lxs jóvenes relacionado con soporte y asistencia social; tanto de becas como Progresar, como también algunos trámites de ANSES y articulaciones de las becas Progresar para gestionarlas. Y nos llegó un mail el 30 de diciembre a las tres y media de la tarde comentando un poco todo este resultado, felicitándonos por el laburo que se había tenido a lo largo del año, prometiendo un 2021 con una contratación efectiva que iba a dar una reunión con nuestros equipos de trabajo de CRCT -donde también destacaban el laburo-, donde incluso tuvimos que detallar cuáles iban a ser nuestros días de vacaciones para dejar grupos de guardia con respecto al Programa y demás. Desde ahí fuimos teniendo una incertidumbre creciente por lo que iba a pasar con nuestro laburo porque el contrato de trabajo no llegaba y nunca llegó, no se sabía nada acerca de la continuidad del Programa y al día de la fecha estamos en la misma. Nos cansamos de mandar mails, incluso tuvimos encuentros virtuales con la coordinadora general del Programa, pero siempre fue el “tener paciencia”, como diciendo “bueno, tengan paciencia que es normal que se demoren cuatro meses en pagarte, es normal que no te llegue un contrato de laburo después de un mes de trabajo.” Normalizando esa violencia que estamos sufriendo todxs lxs trabajadores del Programa, como algo que puede suceder o que puede seguir sucediendo en el tiempo.
– ¿Cuántos son y qué modalidad de contratación tienen?
– En Provincia de Buenos Aires tengo entendido que somos 200 trabajadores. Este programa es nacional, tiene intervención federal, así que hay bastantes otras provincias que están en el Programa, pero no nos pudimos conectar con esa gente todavía, nunca las conocimos. Sabemos que hay gente que trabaja en Corrientes, Chubut, hay gente de todo el país. Muchos no están en la asamblea, pero por lo que tenemos contabilizados son 200.
La modalidad de contratación siempre fue a través del monotributo durante renovaciones trimestrales, contrataciones que demoraban mucho tiempo, entonces siempre había baches de cobros, de retraso de un mes, mes y medio aproximadamente. El 2020 tuvo tres contratos de trabajo, con el contexto de pandemia incluso no fue anual, tuvimos que renovar el contrato tres veces y la demora de cuatro meses, tres meses entre pago y pago
– Con esto que nos estabas comentando sobre no estar siendo convocados nuevamente se están organizando en asambleas ¿Podés comentar un poco sobre las mismas, las perspectivas que tienen del conflicto y cómo van a seguir?
– Las asambleas son de manera virtual y las hacemos dos veces por semana. Lo bueno de estas asambleas es que no somos todos docentes. Este programa tiene un ámbito bastante importante de profesionales volcados con las trayectorias educativas complejas. Hay cuerpos de psicólogos, abogados, trabajadores sociales, técnicos de minoridad y familia, doctores en ciencias de la educación; es bastante amplio el panorama de profesionales dentro del mismo equipo y cuerpo de trabajo, así que las lógicas que manejamos están bastante ligadas a un perfil de derechos. En eso congeniamos y vamos todos para el mismo lado, por eso es que podemos mantener al día de hoy una asamblea bastante concurrida. Hay sociólogos también.
Las líneas de acción que se fueron pautando fueron de menos a más. Empezando por una cadena de mails a los directivos del programa, hacia nuestros representantes, para obtener algún tipo de información. La información que llegó en algún momento de los mails fue esto de “tener paciencia, guardar los procesos naturales de una reincorporación, que ya íbamos a tener novedades, que nos sigamos conectando con nuestra ARCT o referente de la zona para conocer acerca de los nuevos requisitos de la contratación”. Así estuvimos desde principios hasta casi finales de enero, sin tener ningún tipo de respuestas. Y lo que empezamos a hacer fue gestionar algún tipo de negociación a través del sindicato de ATE. Hay muchos profesionales que están adheridos al sindicato, fueron a hacer un poco de presión a través de ellos, creo que, de la roja, verde y negra, específicamente. Y las últimas reuniones fueron más para comunicar para visibilizar esta situación de precariedad laboral, de violencia. Hay muchas compañeras cuyo único sostén es este programa, no están en condiciones de ir a buscar un laburo porque son madres solteras que mantienen un hogar monoparental e incluso algunas están embarazadas. Después las últimas acciones que fueron en estos días de empezar a enmarcar casos comunicados a distintos comunicadores, radios, diarios, armamos un Instagram para empezar a difundir un poco que era lo que hacíamos y cuál es el valor del laburo. Y las posibles acciones a seguir van a ser alguna marcha al palacio del Ministerio.
Entrevistó: Leiza Benitez