La lógica del capitalismo voraz, deseoso de reducir los costos en la cadena de producción para aumentar la rentabilidad y concentrarla en cada vez menos manos, llegó a la industria cultural, a la gran fábrica sin chimenea como es la cinematografía. La transformación del fílmico al digital fue rápida, con contradicciones y muchas paradojas. La defensa del fílmico desde lo artístico, lo performático y lo político hacen de “Continuará…” una película necesaria. Y es lo que motiva este diálogo con uno de sus directores.
¿Por qué hacer un documental sobre la ”desaparición del fílmico”?
E.P: La idea de hacer un documental sobre el fílmico y su desaparición tiene que ver con que soy director de fotografía y siempre me gustó la imagen analógica. Me interesa su plasticidad y las posibilidades expresivas que brinda todo lo que hace a lo matérico. Me gusta sacar fotos con fílmico, con películas, me gusta revelarlo, copiarlo, me gusta ese misterio que rodea a la imagen y a lo físico. Es algo que está pasando y que está vivo. Cuando se dio el proceso de transición entre el fílmico y el digital, las proyecciones sobre todo en las salas, sentíamos que iba haber una pérdida muy importante, que algo de eso se iba a perder. El panorama era bastante complicado porque la transición fue muy caótica, sin ninguna planificación, casi de la noche a la mañana incluso en las grandes industrias. Los grandes mercados tuvieron problemas porque costó mucho adaptarse y creo que no lograron hacerlo del todo. Hubo una época de transición que fue muy confusa y también en algún momento el tema de la preservación fue muy importante. Más allá de los inconvenientes que pueda haber las películas en digital que se hicieron en ese tiempo, hace veinte años, están en serio riesgo. Están más en riesgo que las películas que se hicieron hace ochenta años en fílmico. Esta fue la motivación principal que llevó a hacer un documental sobre la desaparición del fílmico. Como director de fotografía y Fermin Rivera como realizador hicimos juntos unas siete u ocho películas y siempre incluimos material fílmico, super 8 y 16 milímetros, sobre todo desde lo armónico y desde lo performático, como un material que también podía expresarse por sí mismo.
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El documental cuenta con importantes testimonios de restauradores y conservadores de fílmico, ¿qué está pasando en el mundo con la preservación y la restauración?
E.P: En cuanto a los testimonios que aparecen en el documental, muchas son personas que se dedican a la restauración y la conservación. Queríamos contar que el problema es un problema global, que se encara en todo el mundo. Por eso, contamos con testimonios de referentes del Museo del Cine de Amsterdam hasta personalidades del ámbito local. Lo que está pasando a nivel global es que hay una conciencia muy grande sobre el significado del patrimonio fílmico y sobre lo que significa el cuidado de las imágenes, que tiene que ver con una cuestión cultural y económica. Porque muchas de las series que vemos en plataformas o películas incluso hechas en digital las grandes industrias eligen conservarlas en fílmico. Hasta series de plataforma que se hacen en fílmico. Porque la industria se dio cuenta también que el fílmico bien conservado puede ser eterno y lo digital obliga permanentemente a la migración constante, a la inversión de más dinero en equipamientos y por la obsolescencia programada. Los equipos tienen una vida útil determinada por los fabricantes y obligan a cambiar constantemente de circuito y aparatos. Y si no es eso, son los codex donde uno se encuentra con que hay aparatos que dejan de funcionar porque no tiene más actualizaciones, a pesar de que se conserven sus elementos mecánicos. Por eso, el tema de la preservación es tan importante.
Durante la investigación ¿qué surgió sobre el rol actual de las instituciones en la preservación?
E.P: Lamentablemente, en la Argentina que fue un país líder en la producción cinematográfica continental y mundial, nunca tuvo una cinemateca a la altura de las circunstancias, nunca tuvo el apoyo de los organismos oficiales, de la política que tiene que brindar los medios y el dinero para que eso funcione. También hacer un mea culpa por parte de los realizadores que en su momento estaban más preocupados por la cuestión de cómo hacer las películas y no cómo conservarlas. Por otro lado, un Instituto de Cine que se preocupó hasta hace relativamente poco por producir películas y no se preocupó nada en cómo preservarlas para el futuro. En el país estamos ante un problema gravísimo porque se ha perdido mucho del patrimonio audiovisual y en la actual política que lleva adelante el gobierno no parece que esto vaya a cambiar sino al contrario, hace pensar que va a empeorar. Porque las películas que se estaban conservando en determinado sector del INCAA pasan al lugares donde no está adecuado, donde han pasado hechos lamentables de inundaciones, sótanos que no tienen el mantenimiento y así se va a una tragedia anunciada por la pérdida de las pocas copias de películas que todavía se conservan. Hoy por hoy, la conservación depende de voluntades individuales, de los trabajadores que con esmero cuidan y conservan esas copias o de individuos como es el caso de Fernando Martín Peña que lo hace desde una tarea titánica, pero también individual cuando debería hacerlo un organismo oficial.
¿Por qué se llama “Continuará…”?
E.P: La película se llama “Continuará…”, en un principio el título era “La muerte del cine”, éramos muy apocalípticos en que este era el fin y que ya no iba a existir más. Con el paso del tiempo y las realidades que son cambiantes, nos dimos cuenta de que en algún momento la industria y los grandes directores empezaron a pedirle a los laboratorios que vuelvan a procesar películas, a que vuelvan a fabricarlas. Y así aparecieron laboratorios casi artesanales que volvieron a revelar, personas que empezaron a hacer scanners caseros para procesar esas películas y digitalizarlas. Empezamos a hablar de una convivencia con el digital. No hay una dicotomía de que una cosa debe reemplazar a la otra sino que pueden coexistir. Y en el medio, vemos que hay personas que trabajan el material fílmico desde otro ámbito relacionado más con lo artístico y lo performativo. Esto hace pensar en que continuará y que en el contexto actual también va a continuar el cine argentino. Pese a las políticas que se llevan adelante, no se va a cortar la ola de estudiantes de cine, de la necesidad de expresarse y de contar nuestras historias. También pensamos en eso, que todo esto continuará…
Ingrid Urrutia, trabajadora y secretaria general de ATE INCAA