viernes, 29 marzo 2024 - 07:03

Entrevista a Julieta Kolac. Al pan, pan y al trigo, ¿veneno?

Brasil dio luz verde al trigo transgénico HB4 y reavivó polémicas sobre los agrotóxicos, la participación vinculante de las comunidades y la soberanía alimentaria. Entrevistamos a Julieta Kolac, ingeniera agrónoma, becaria del CONICET e integrante de la Asamblea de Vecinos Contaminados por COPETRO para reflexionar junto a les lectores de Periodismo de Izquierda.

Trigo transgénico HB4- BIOCERES INDEAR: el 9 de octubre de 2020 se publicó en el Boletín Oficial la resolución 41/2020 del Ministerio de Agricultura aprobando la semilla, los productos y subproductos derivados provenientes del trigo IND-ØØ412-7 solicitada por el Instituto de Agrobiotecnología de Rosario (Indear S.A.). Los estudios fueron realizados por la CONABIA y el SENASA a libro cerrado, no se puede acceder a ver qué estudian, cómo y por qué. Este nuevo trigo es otro ejemplo de eventos apilados presentando resistencia a la sequía y salinidad (gen aislado del girasol por la Dra. Raquel Chan de la UNL). Las variedades de trigo HB4 son desarrolladas por Trigall Genetics, un proyecto conjunto entre Bioceres y Florimond Desprez de Francia, una de las empresas líderes a nivel mundial en genética de trigo. También es resistente al herbicida glufosinato de amonio, que según la FAO es quince veces más tóxico que el glifosato. El glufosinato es un organofosforado, de acción foliar de amplio espectro, no sistémico y no selectivo. Pertenece al nivel II en la Categoría toxicológica.

-PdI: Distintos medios de comunicación presentan la aprobación brasilera del trigo HB4 como una gran oportunidad económica para Argentina ¿Qué es el trigo HB4 y qué hay detrás de ese exagerado entusiasmo periodístico?

El trigo HB4 es un trigo transgénico, es decir un organismo genéticamente modificado (OGM). Se lo define como un organismo vivo que posee una combinación nueva de material genético que se ha obtenido mediante la aplicación de la biotecnología moderna.

En este caso, se le ha incorporado al trigo un gen del girasol, el HAHB-4, haciéndolo resistente a la sequía, pero también resistente al glufosinato de amonio, un herbicida 15 veces más tóxico que el glifosato.

Hoy en día, ya hay sembradas en el país a modo experimental más de 50.000 hectáreas de este trigo, que ya tiene luz verde para que la corporación Bioceres pueda empezar a venderle a los productores el paquete tecnológico junto con esta nueva semilla transgénica.

Los defensores de este trigo- que ya cuenta con la aprobación de Argentina y ahora también, del principal importador de trigo argentino, Brasil- plantean que a partir de este avance tecnológico, el primero en el mundo para este cultivo, la Argentina podría ubicarse como uno de los principales faros en el campo de la biotecnología aplicada a problemas concretos, favoreciendo el ingreso de divisas y la generación de miles puestos de trabajo. Los especialistas sostienen que la seguridad alimentaria está en juego, y con el incremento demográfico que se proyecta para las próximas décadas (se podría alcanzar los 9 mil millones en 30 años), constituye uno de los principales desafíos que atiende la ONU. La tecnología no solo reduce las pérdidas ante el déficit hídrico, sino que otorga previsibilidad a los productores que incrementan su rendimiento.

Qué loco, los mismos argumentos de siempre de los mismos sectores de siempre que defienden a capa y espada un modelo de agronegocio que desde su implementación masiva a mitad de la década del 90’ no solo ha demostrado que ha fallado en su supuesto principal objetivo de resolver el problema “del hambre en el mundo”, si no que ha traído serios inconvenientes, entre ellos una mayor concentración de la tierra a manos de unos pocos productores, haciendo que más que agricultores sean mega empresarios; fumigaciones a mansalva sobre los territorios y todo lo que haya en él: suelos, aire, cursos de agua, flora, fauna, personas; pérdida de biodiversidad; éxodo rural: familias enteras migrando del campo a los conurbanos de las grandes ciudades, generando campos sin agricultores, ciudades colapsadas, pobreza, enfermedades y vaya paradoja, más hambre en el mundo.

Lejos de producir alimentos de calidad para que todas las personas podamos acceder a una nutrición sana y balanceada, se sigue financiando la generación de estos negocios para producir commodities con el fin de que las arcas de algunos pocos se sigan inflando a costa del sacrificio de otros muchos.

Julieta Kolac, Leonel Acosta y Natalia Penda.

-PdI: Raquel Chan afirmó en varias entrevistas que los transgénicos en sí no son peligrosos. Y que el uso de pesticidas para cultivar el HB4 es opcional, ¿realmente es así?

Hay dos posturas contrapuestas. Los que defienden estos eventos basan sus argumentos en un aumento en el rendimiento de los cultivos, en una ayuda para resolver el problema del hambre en el mundo y mejoras en la rentabilidad. Las posiciones en contra manifiestan que hay estudios que demuestran que los transgénicos no rinden más que los cultivos no transgénicos y a su vez generalmente no se utilizan como alimento directo, sino que se exportan a otros países para engordar ganado o elaborar biocombustibles. Introducen contaminantes al medio ambiente, afectando negativamente la biodiversidad y al humano.

Tres compañías trasnacionales de la agro-biotecnología controlan el mercado mundial: Syngenta, Bayer-Monsanto y Dow-Dupont (Corteva Agriscience), quienes producen el 91% de las semillas transgénicas sembradas en el mundo y todo su paquete tecnológico asociado. Corporaciones que obtienen ingresos por las patentes sobre los transgénicos y a la vez ejercen un control sobre el sistema agro-alimentario mundial para controlar un insumo fundamental: las semillas. Con el desarrollo de estos organismos y al controlar el mercado de semillas está produciéndose algo nunca antes visto en la historia de la humanidad: se alteran, controlan y comercializan los granos básicos que alimentan- o mejor dicho alimentaban- a la humanidad: maíz, soja, colza, algodón, sorgo, arroz y trigo.

Consideremos que se venden paquetes tecnológicos que incluyen las semillas, los plaguicidas y las recetas de aplicación ¿Nos vamos a quedar tranquilos porque la Dra Raquel Chan dice que el uso de glufosinato es opcional? Realmente no, este trigo HB4 que ya tiene luz verde para su cultivo es para preocuparse y mucho. No solo porque es resistente a este herbicida tan tóxico y tanto los estudios científicos como la experiencia de los pueblos han demostrado que la derivación de estos productos causa estragos, sino también por ser justamente resistente a la sequía ¿Qué implica esto? Que se puede extender aún más la frontera agrícola, ejerciéndose una mayor presión sobre humedales, pastizales, territorios de productores familiares, campesinos e indígenas. Justamente lo que desde estos sectores festejan como un logro es una de las cuestiones más preocupantes ¿Por qué siguen insistiendo en querer producir a toda costa en ambientes que naturalmente no son propicios para esos cultivos? No me vengan con el trabajo, el progreso y el hambre del mundo. Ese verso ya no estamos dispuestos a comerlo.

-PdI: Un mantra que repite el agronegocio es que resulta imposible producir alimentos a gran escala sin el paquete tecnológico transgénico-agrotóxicos, ¿existen alternativas?

Claro que existen alternativas, pero para ello hay que empezar a despegarse un poco de esta cultura y del sistema capitalista, materialista y consumista. Empezar a entender que cada ambiente es propicio para sembrar determinadas especies, que no es lógico que consumamos productos que viajan miles de kilómetros si podemos tener otras opciones. La única alternativa posible es la producción agroecológica y/u orgánica en los territorios, que intenten abastecer a los mercados de cercanía siempre que sea posible. A los pulpos del agronegocio y a todos sus asociados no les interesa producir alimentos de calidad para nutrir a la población, eso está más que claro. Y ese despegue y cambio de conciencia no se construye ni se instala en la sociedad de un día para el otro, es difícil despegarse de este modelo y mucho más cuando hay tantos poderosos del otro lado con sus argumentos hegemónicos. La presión como siempre la ejerceremos nosotros, la sociedad que despierta, en las calles.

-PdI: La universidad pública intervino activamente en el desarrollo de este evento transgénico junto a la corporación privada Bioceres, reactualizando un debate importantísimo: ¿qué intereses orienta la producción científica en las universidades públicas?

Todos los cultivos transgénicos deben someterse a una evaluación rigurosa y basada en la ciencia antes de su aprobación para el cultivo comercial (Pearsall, 2016). Entonces, es obligación preguntarnos qué científicos, qué ciencia, para quién y para qué. En el caso de esta tecnología trigo HB4, fue investigada por más de 20 años por el grupo de investigación comandado por Raquel Chan (CONICET-UNL), ciencia financiada por el Estado, para culminar firmándose un convenio con una corporación -Bioceres- que patentará la semilla y saldrá de cabeza a recaudar con la venta de sus paquetes tecnológicos.

No quiero dejar de remarcar el rol de la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA), que regula las actividades relacionadas con organismos genéticamente modificados. La CONABIA está constituida por representantes del sector público y privado involucrados en la biotecnología agropecuaria. Si uno ingresa a la página web oficial de la CONABIA, se encuentra textual con estas palabras: “Los miembros de la CONABIA son expertos en distintas áreas (RESOLUCIÓN 437/12) que cubren todos los aspectos a evaluarse estipulados en las regulaciones”. Hago propias las palabras del periodista y activista ambiental Darío Aranda, e invito a reflexionar sobre quiénes son los expertos a los que hace referencia este organismo. Si buscamos a quienes conforman este comité de expertos nos encontramos con representantes de diversas universidades públicas y privadas, asociaciones de productores empresarios, INTA, SENASA, la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, entre otras. La pregunta obligada es por qué no se tiene en cuenta a los pequeños productores, a los productores familiares y campesinos, a consumidores; en definitiva, al pueblo.

A una semana de la aprobación de la importación por las autoridades regulatorias de Brasil (Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad – CTNBio) del Trigo Transgénico HB4, que habilita a la empresa Bioceres a su liberación comercial en todo el territorio argentino, la Justicia Federal dictó una resolución recepcionando los cuestionamientos de la sociedad civil y los planteos del fiscal federal Fabián Canda y la defensora pública Florencia Plazas sobre dicho evento transgénico, ordenando varias medidas urgentes en razón del grave déficit que presenta la autorización del Estado nacional, previo a resolver sobre la medida cautelar en la que se solicita su suspensión. La orden judicial se dictó en el marco de la causa madre sobre los Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en Argentina «GIMENEZ, ALICIA FANY Y OTROS C/ EN- MINISTERIO DE AGROINDUSTRIA Y OTROS S/PROCESO DE CONOCIMIENTO», que tramita ante el Juzgado Federal Contencioso Administrativo Nro. 3 de la Capital Federal a cargo del Juez Santiago Carrillo. Entre algunas de las demandas exigidas se pide que se ponga en funcionamiento un procedimiento de participación ciudadana adecuado a los estándares constitucionales aplicables (Acuerdo de Escazú, ley 27.566) que permita a la población ser escuchada respecto al trigo transgénico y así pueda efectuar presentaciones ante la autoridad de aplicación, las que deberán ser consideradas. (Extraído de las redes sociales de la Organización Naturaleza de Derechos).

Esto dentro de todo lo malo, es una buena noticia, y no solo queremos ser escuchados, sino que considero que tenemos que ir por más, que sea el pueblo quien decida mediante participación ciudadana vinculante qué es lo que queremos para nuestros territorios, nuestros cuerpos y nuestra alimentación. En definitiva, para nuestra vida y la del entorno.

Entrevistó: Leonel Acosta

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