lunes, 2 diciembre 2024 - 20:20

El cuento fantástico en Argentina. Primera parte

De Horacio Quiroga a Mariana Enríquez

El género fantástico no ha sido muy apreciado en nuestro país a diferencia de Estados Unidos o Inglaterra donde han tenido notables exponentes de fama mundial como Edgar Alan Poe, Mary Shelley, R.L. Stevenson, Lewis Carroll, Bram Stoker, etc., en el siglo XIX y H.P.Lovecraft, J.R.R. Tolkien, J.K. Rowling, Ray Bradbury, C.S. Lewis, etc., en el siglo XX. Pero también ha sido diferente a otros países latinoamericanos donde han aparecido figuras descollantes en la fantasía como el premio nobel Gabriel García Márquez en Colombia o Juan Rulfo, autor del célebre Pedro Páramo, en México. No obstante las letras argentinas muestran una amplia y rica diversidad de autores de fantasía que queremos reivindicar y analizar en los próximos dos artículos.

Los cinco periodos de la fantasía argentina

No se conocen muchos antecedentes de cuentos o novelas de fantasía en Argentina en el siglo XIX cuando la literatura local estaba dominada por el costumbrismo, la poesía y la narrativa gauchesca o por el romanticismo europeo. Es cierto que el auge del fantasy en el mundo comienza con el auge del capitalismo y posiblemente por esto EEUU y UK llevaron la delantera en este género debido a su avance industrial y económico superior a otros países de Europa y posiblemente por esto nuestro territorio –muy retrasado en el  desarrollo capitalista por esos años– no haya generado autores de estas temáticas. Por lo tanto recién en el siglo XX podemos hablar con propiedad de fantasy argentino. A partir de allí son varios los saltos evolutivos que se van a producir y los podemos dividir en cinco periodos: El origen (1900-1940), La consolidación (1940-1950), El fantástico esencial y social  (1950-1960), La renovación y el posmodernismo (1980-1990) y El fantástico contemporáneo (de 2000 a hoy). El análisis de cada periodo debe abordar sin duda sus características fundamentales pero además la semblanza de sus indudables gestores, los autores vanguardistas de esas etapas.

El origen

El fantasy argentino tuvo su debut a comienzos del siglo XX y se sindica a Leopoldo Lugones en la  fundación de este con su obra inaugural Las fuerzas extrañas (1906) en donde Lugones realiza sus primeras incursiones en lo fantástico, influido por el modernismo y las ideas científicas de la época. Luego su obra derivó en el costumbrismo, el chauvinismo conforme su evolución política e ideológica fue haciéndose cada vez más reaccionaria.

El otro gran autor del género Horacio Quiroga (1878-1937) es una de las figuras más relevantes de la literatura latinoamericana, conocido principalmente por sus cuentos de terror y sus historias ambientadas en la selva misionera de Argentina. Su vida trágica y sus experiencias en Misiones influyeron profundamente en su obra, caracterizada por el naturalismo, el realismo psicológico y un tono sombrío que explora la relación conflictiva entre el humano y la naturaleza. A menudo, sus relatos combinan lo macabro y lo fantástico, con una particular atención al sufrimiento y la fatalidad.

Cuentos de la selva (1918) su obra más reconocida es una colección de cuentos presuntamente infantiles que muestran además del peligro de la naturaleza una crueldad fantástica notable; su otra obra muy reconocida Cuentos de amor, de locura y de muerte (1917): es una antología que reúne algunos de sus mejores cuentos. Historias como “La gallina degollada“, “El almohadón de plumas” y “A la deriva” destacan por su intensidad psicológica y su fatalismo. Los temas de la locura, la enfermedad, la muerte y el amor se entrelazan en un tono pesimista que revela su visión del mundo como algo inevitablemente trágico. Con Anaconda (1921) Quiroga continúa explorando el mundo salvaje de la selva y la lucha entre animales y humanos. El cuento “Anaconda” da nombre a la colección y presenta una especie de fábula en la que las serpientes planean una rebelión contra los humanos que las cazan y exterminan, simbolizando la eterna batalla entre la humanidad y la naturaleza. En Los desterrados (1926): Quiroga narra las experiencias de personajes que, como él, viven en la región misionera. Los cuentos tratan temas de soledad, alienación y desesperación en un ambiente inhóspito. Quiroga explora la sensación de desarraigo y el conflicto entre la civilización y el entorno salvaje. La obra de Quiroga es fundamental para la literatura hispanoamericana, ya que fue pionero en el cuento breve y su estilo influyó profundamente en generaciones posteriores de escritores. Su habilidad para mezclar el suspenso y el horror con un realismo crudo hace que sus relatos siguen siendo impactantes y actuales. Si bien el emparentamiento con el horror es muy marcado, el tono fantástico recorre su obra mostrando cómo este género dista de ser un género menor y trasunta las pasiones humanas, el dolor, la crítica social y la lucha contra la alienación de la vida moderna.

¿Cuáles son los rasgos esenciales de este periodo? Los estilos de estos autores si bien muestran una alta calidad creativa y literaria revelan también rasgos pueriles, expresión de un periodo joven, de gran frescura estilística y de pureza técnica narrativa. Quizás por eso reina la confusión en la que se ha visto la obra de Quiroga al emparentar equívocamente con la literatura infantil –que no es para nada despreciable– que no se condice con la crudeza y la crueldad de sus tramas y personajes. La literatura de este primer periodo refleja también cierto caos cultural fruto de la mezcla de inmigrantes de diferentes países, etnias y culturas que se produjo en la cosmopolita Argentina de esos años y sobre todo en Buenos Aires. Por eso esta fantasía no se parece a la anglosajona y conserva reminiscencias del romanticismo francés, del formalismo ruso o del clasicismo italiano.

El gran salto de calidad y la consagración del género (década de 1940-1950)

Como no podía ser de otro modo y entre otras tantas virtudes Jorge Luis Borges tiene la de haber desarrollado el género a niveles de calidad literaria superior con obras como Ficciones (1944) y El Aleph (1949) donde promueve lo fantástico metafísico y conceptual. Sin embargo fue su entrañable y eterno amigo Adolfo Bioy Casares es quien puede considerarse el padre del género en el país con obras como La invención de Morel (1940) El sueño de los héroes, Margarita y la farmacopea, La máscara de Venecia, etc. Bioy Casares es una figura esencial en la literatura fantástica argentina, tanto por su estilo como por su capacidad de explorar temas filosóficos a través de situaciones extraordinarias. Junto a Borges, Bioy redefinió los límites de lo fantástico, buscando siempre una trama sólida que sustente la idea de lo “imposible” de manera lógica y plausible. Otra importante figura del fantasy fue Silvina Ocampo, esposa del anterior, con obras como Autobiografía de Irene (1948) donde plantea sucesos extraños y una atmósfera inquietante. La colaboración entre Bioy Casares y Borges dio lugar a una serie de obras en las que ambos experimentaron con el género policial y el fantástico, como en Seis problemas para don Isidro Parodi (1942) y Crónicas de Bustos Domecq (1967). Estos trabajos en conjunto ayudaron a sentar las bases de un fantástico característico de la literatura argentina, donde el humor, el absurdo y el misterio se combinan en un estilo único. También conformaron ellos y Silvina la célebre Antología del cuento fantástico que reúne lo mejor de los tres.

Este periodo muestra un grado de desarrollo superior en cuanto a la profundidad, al desarrollo metafórico y poético y también en cuanto a un alcance literario mayor. Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, como parte de la tradición literaria argentina del siglo XX, tuvieron influencias fundamentales de autores extranjeros que marcaron su estilo y la orientación de sus obras. Su relación con escritores como Borges también les ayudó a descubrir y explorar nuevos caminos en la narrativa fantástica y policial

Edgar Allan Poe fue una de las influencias más notables en Bioy Casares especialmente en sus obras de misterio y en su concepción de lo fantástico como un género que indaga en la mente humana. La narrativa de H.G. Wells, que combina el rigor científico con la especulación filosófica, ayudó a Bioy a estructurar su propio enfoque del género fantástico y de ciencia ficción. La influencia de Arthur Conan Doyle, especialmente con su personaje Sherlock Holmes, se manifiesta en los textos de Bioy que escribió junto a Borges en clave policial, como en Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq. También Marcel Proust y Julio Verne influyeron con fuerza en su obra.

En Silvina Ocampo la narrativa de Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas le inspiró una visión fantástica que rompe las leyes de la lógica cotidiana. Los cuentos de hadas y relatos de Perrault y los hermanos Grimm son fundamentales en la visión de Ocampo, quien reelabora los temas de la infancia y los cuentos tradicionales para mostrar su lado oscuro y aterrador. Virginia Woolf fue una influencia importante en la técnica narrativa y en el tono introspectivo de la escritora argentina. Su estilo introspectivo y experimental la inspiró en su aproximación a la subjetividad y en su exploración de los pensamientos y emociones internas de sus personajes.

Esta época literaria refleja también otro estadio del desarrollo capitalista en el país y sobre todo un periodo de transformaciones sociales intensas, un auge del movimiento obrero y el propio surgimiento del peronismo con las alineaciones culturales e ideológicas que este generó (a favor y en contra). La fantasía acá tiene un rol muy progresivo. Igual que con Orwell o Huxley expresan la reacción a la alienación de la sociedad moderna.

Un desarrollo esencial: el fantástico existencial y social

Manuel Peyrou y otros colaboradores con Borges en Los Anales de Buenos Aires  (1950-1954) colocan la primera piedra constitutiva de este periodo, pero será Julio Cortázar con su colección Final del juego (1956) y Bestiario (1951) quien elevará este género argentino a un plano internacional. Cortázar combina sutilmente surrealismo, absurdo y perturbación de lo cotidiano para lograr un producto original que lleva su marca de origen. Repetirá sus fórmulas exitosas en Rayuela y en Historia de Cronopios y Famas. Con Cortázar primero y Ernesto Sábato después –con su novela El túnel– los años sesenta verán amanecer una fantasía tan intensa como las anteriores pero más cercana a la realidad; las tramas están envueltas en atmósferas que son porteñas o Argentinas, que son contemporáneas (a esa época), que despliegan escenarios de modernidad y personajes las más de las veces anodinos o superfluos que simbolizan el prototipo del argentino promedio o porteño arquetípico. Recordemos que ya en los años 40 –y aunque no fuese netamente un escritor del fantasyRoberto Arlt incursionó en estos personajes de ficción a la vez grotescos y habituales (Los siete locos, El jorobadito, etc.). Cortázar fue uno de los 4 escritores del Boom Latinoamericano junto con García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa. Por eso su narrativa –especialmente los cuentos– fueron parte de un imaginario latinoamericano en un subcontinente insurgente que ardía tras la Revolución Cubana (que los 4 reivindicaron aunque Vargas Llosa luego giró a la derecha) y que combinaba el atraso social y económico con un capitalismo de posguerra que también vivía su “boom” y el escenario de la guerra fría entre EEUU y la ex URSS. Por eso la fantasía argentina llegó a través de él al mundo y tuvo aquí su etapa adulta, madura, pero de gran vitalidad  y dio origen a otras expresiones que aunque no fueran fantasy eran de vanguardia ascendente (Ver en PDI 14/7/24 Todas la vanguardias todas – parte II) como el caso de “las tres vanguardias” (Puig, Walsh y Saer) que retrata Piglia.

El estilo y el modelo de fantasía en Cortázar (tildado también de terror o terror urbano) es el de Casa Tomada incluido en Bestiario aunque en ese mismo volumen dan cuenta del mismo estilo Ómnibus y Cartas a una señorita en París. Ya veremos en el siguiente artículo como este estilo es base de muchas realizaciones de literatura fantástica en Argentina en el siglo XXI por ejemplo en Pájaros en la boca de Samanta Schweblin.

En la próxima nota se abordarán los restantes dos periodos y las conclusiones de esta generosa historia del cuento fantástico argentino.

Noticias Relacionadas