viernes, 5 julio 2024 - 04:38

Educación Especial. Modificaciones con sobrecarga laboral y un rol docente desdibujado

Inclusión sin presupuesto

Escribimos esta nota en medio de un malestar que atraviesa a las escuelas y a los docentes de la modalidad. Relacionada con cambios y modificaciones que comienzan a vislumbrarse en el horizonte sin ningún canal abierto de participación, donde no se intercambian razones ni argumentos, y mucho menos se escucha nuestro punto de vista. Más bien se muestran como nuevos recortes. Somos nosotros quienes trabajamos diariamente con las trayectorias escolares específicas, adaptándonos a las necesidades de los estudiantes y construyendo las configuraciones de apoyo respectivas para cada individuo y aun así no somos consultados.

La tijera de la optimización

Al revisar la página ABC de la DGCyE (Dirección de Educación bonaerense), a la cual todos los docentes tenemos acceso, encontramos las palabras del director provincial de Educación Especial, el Sr. Urquiza, que transcribimos: “La Educación Especial es la modalidad del sistema educativo responsable de garantizar el ejercicio pleno del derecho social a la educación de niñas, niños y jóvenes en situación de discapacidad. Como posicionamientos político-pedagógicos, sostenemos la centralidad de la enseñanza, la igualdad como punto de partida, el derecho político a las diferencias y la inclusión educativa como política de estado. Somos una modalidad enseñante integrada en el sistema educativo, trabajando en colaboración con todos los niveles y modalidades”.

“El 9 de agosto de 1949 –continúa diciendo- se creó la Dirección de Educación Especial en nuestra provincia. Actualmente, más de 70 mil estudiantes bonaerenses forman parte de esta modalidad, tanto en sedes propias como en los niveles obligatorios de la enseñanza de gestión estatal y privada, así como en el ámbito domiciliario y hospitalario”. Muchas modificaciones desde ese momento y nuevos paradigmas han sido puestos en pie, pero en todos los momentos, desde la creación de la Educación Especial, ha sido una lucha por recursos para su verdadera implantación. Ahora pasa igual con la inclusión, la falta de recursos obliga a sobrecarga laboral vestida de optimización de recursos.

Este marco, es crucial para entender si conceptos como derecho, igualdad e inclusión educativa pueden aplicarse y desarrollarse plenamente. ¿Es posible pasar de la “centralidad de la enseñanza” a focalizarse en la ubicación del estudiante y, si la familia está de acuerdo, solicitar evaluación y admisión en la escuela especial más cercana, sea cual sea su perfil diagnóstico específico? No es tan accesible, pero tampoco lo es la inclusión como se plantea.

Hoy toda la modalidad está en crisis. Mucho más la inclusión de niñes en escuelas del nivel, ya que con pocas maestras de inclusión, deben hacer frente al recorrido y seguimiento de muchas trayectorias. Por supuesto no está como opción asignar más recursos, sino que lo que intentan es, con el recurso que existe, atender más trayectorias.

Con la excusa de trabajar con pareja pedagógica, se asignan el doble de recorridos y de atención a niñes en inclusión. Lo que implica de antemano, la imposibilidad de un seguimiento efectivo y que se obtengan más resultados.

Sobre la base del aumento de matrícula en algunas especialidades, estas se atenderán sobrecargando el trabajo que las maestras de inclusión deben hacer. Por supuesto, ante la queja de estas docentes, se traslada a la escuela de nivel. Quienes obviamente deben realizar el seguimiento de las trayectorias de niñes allí con inclusión, pero sin capacitación y sin ninguna orientación de los inspectores de los diferentes niveles. No hay solución de fondo. Si un paradigma que debe incluir, pero sin recursos.

Las especialidades requieren especificidades para ser inclusivas

Las escuelas cuentan con docentes especializados en TES, hipoacúsicos, motores, intelectuales, no videntes, quienes trabajan no solo en las sedes, sino también coordinando con otras escuelas de distintos niveles para la inclusión, con propuestas pedagógicas específicas. Sin embargo, también deben evaluar y admitir trayectorias que, aunque cercanas a los domicilios familiares, carecen de infraestructura preparada y de recursos humanos con formación adecuada.

Sostenemos la importancia pedagógica de la inclusión de todos los estudiantes en el sistema educativo. Considerar la centralidad de la enseñanza implica concebir la educación como un derecho inalienable de la infancia, adolescencia y juventud. No podemos permitir soluciones simplistas dictadas desde escritorios lejanos.

Es crucial destacar que una de las problemáticas más complejas que enfrentamos en la Educación Especial, es la falta de inversión en infraestructura y en recursos humanos. Los estudiantes y sus familias deberían tener acceso a escuelas de calidad cerca de sus hogares, adaptadas a sus necesidades físicas y pedagógicas. Para valorar los aprendizajes, es esencial que las condiciones materiales y simbólicas sean adecuadas.

Negar que algunas trayectorias de estudiantes requieren enfoques particulares con formaciones especializadas, es negar su singularidad y necesidades, y por ende, el derecho a una verdadera inclusión en el sistema educativo. Como en toda política que se presenta como “progresista”, también existen aspectos menos visibles y la necesidad de recursos para llevar a la práctica esa tarea.

Reconocemos la necesidad de cambios urgentes en la modalidad. Las denominadas escuelas “puras”, segregan o clasifican a la infancia y juventud según sus condiciones, lo cual afecta claramente su desarrollo integral. Sin embargo, estas escuelas son donde los docentes acompañan las trayectorias de manera adecuada según las necesidades individuales de cada uno.

Entonces, debemos preguntarnos: ¿qué tipo de educación estamos defendiendo? Esta no es una pregunta de respuesta simple, pero podemos afirmar que necesitamos escuelas capaces de responder a las demandas de los estudiantes, con docentes profesionales que puedan atender integralmente, pero también de manera situada a cada niño o adolescente.

La creación de escuelas especiales y la asignación de recursos son fundamentales para una verdadera inclusión educativa. Los derechos se garantizan con políticas que mejoren las condiciones materiales y humanas de las comunidades educativas. La sobreexplotación de los docentes, junto con la falta de recursos específicos, sólo perpetúan un sistema educativo claramente en crisis.

A su vez, la inclusión de cualquier niñe en escuela de nivel con acompañamiento también requiere de recursos, y capacitación permanente. Entendiendo que aulas superpobladas y sin posibilidad de seguimiento de trayectorias, son poco efectivas a la vez.

Pensar nuestras prácticas y la escuela que necesitamos

Lo necesario se vuelve fundamental en Educación, que reconocemos en crisis, una escuela que reproduce modelos que hay que revisar. Nos hemos acostumbrado a que cualquier modificación sobre el sistema educativo sea un paquete cerrado de directivas que, como docentes, debemos respetar, obedecer y aplicar al pie de la letra, esta es una de las razones del fracaso educativo.

Propiciamos la participación activa, de la docencia y la comunidad educativa para debatir los cambios necesarios, considerando que somos quienes habitamos y hacemos funcionar la escuela. Por eso la demanda porque se convoque a un Congreso Pedagógico Nacional, desde Alternativa Docente la vemos crucial. No es posible discutir por partes y sin la docencia y la comunidad educativa, qué necesitamos. No es posible seguir construyendo modificaciones desde arriba, por quienes no conocen ni un aula.

Incluir a todos implica apostar y apoyar económicamente a la escuela pública. El cambio es necesario, pero debe ir acompañado de inversión económica. Las intenciones no son suficientes cuando se trata de garantizar derechos.

Patricia Ríos y Sofía Pérez

EOE EP 23, Delegada SUTEBA La Plata // EES 161 y 95 La Matanza

Alternativa Docente, en la Multicolor

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