Escuchá esta nota
Ajuste y motosierra
La economía argentina, a más de un año de gobierno libertario, sigue sin despegar. La inflación, principal logro de Milei, bajó a cerca del 2% y, si bien logró ordenar un poco la “macro” en comparación con el desastre de Alberto-Massa, aún enfrenta numerosas contradicciones y problemas de difícil solución. Además, ahora se le complica el panorama mundial debido a los anuncios de arancelamientos lanzados por Trump el fin de semana pasado, que provocaron un nuevo “lunes negro” mundial, con caída de las bolsas en todo el mundo. Esto sucede, a pesar de que ahora intentan descomprimir la situación pateando para adelante las medidas. Cómo podrían afectar a Argentina es un tema que preocupa y mucho al gobierno.
Intentando condensar en pocos párrafos los resultados de la política económica de Milei en este primer año de mandato, para adentrarnos en la situación presente y vislumbrar el futuro a corto y mediano plazo, abordaremos los principales logros y debilidades en materia económica.
En primer lugar, es claro que el brutal ajuste aplicado, con devaluación inicial incluida, y la transferencia de enormes masas de dinero desde los jubilados, trabajadores y sectores más pobres hacia los más ricos y acomodados, lograron cierta estabilidad económica. La inflación, el principal logro del gobierno, bajó a niveles de un solo dígito pocos meses después de iniciado el mandato, aunque antes alcanzó un pico del 25% en diciembre de 2023, que fue pagado principalmente por los sectores populares, con un aumento de la pobreza a más del 52%. Posteriormente, la inflación se estabilizó alrededor del 3-2%, lo que sigue siendo alto en comparación con las economías centrales, que tienen estos niveles anualmente.
Como todos sabemos y hemos sufrido, esta estabilización se logró básicamente a través del ajuste que afectó a grandes sectores de la población y por la eliminación de la emisión monetaria. Estos hechos llevaron a una profunda recesión que duró prácticamente todo el año 2024, sin ninguna recuperación en “V” como se había preanunciado. Recién en diciembre y ahora en 2025 se observan algunos tímidos indicios de recuperación de la producción en sectores muy dispares, sin que esto signifique una salida clara de la recesión.
El parate brutal de la obra pública, los despidos masivos en el Estado y en el sector privado, junto con el ingreso abultado en dólares debido al blanqueo de capitales para los más ricos y evasores de divisas, permitió terminar de ordenar algo la “macro” en comparación con el desastre previo kirchnerista. Sin embargo, la situación dista mucho de estar estabilizada. La economía acumula un sinfín de contradicciones, riesgos y peligros a corto y mediano plazo, que más adelante analizaremos. No hace falta explayarnos demasiado, ya que todos lo vivimos en carne propia: esta estabilidad en la inflación y la macroeconomía ha traído consecuencias gravísimas para la inmensa mayoría del pueblo trabajador. Jubilados indigentes, el PAMI sin remedios, hospitales devastados y en vías de cierre, abandono total de la obra pública con caminos destruidos y cada vez más inseguros, salarios sumergidos, canasta familiar inalcanzable, tarifas y transporte impagables, y alquileres por las nubes (ahora anuncian un aumento del 135% para los nuevos contratos) son algunas de las “perlas” que nos trajo el ajuste que aún padecemos, por más que intenten convencernos de que la pobreza bajó en diciembre al 38%.
Las contradicciones acumuladas y una perspectiva incierta
Pero el plan implementado por Milei-Caputo no solo significó este ajuste que sufrimos los trabajadores y el pueblo, sino que también acumula grandes contradicciones y problemas macroeconómicos que no se explicitan ni valoran desde las alturas de Economía.
El estado de la deuda pública y el nivel de reservas son dos de los mayores problemas. Si bien el gobierno celebra que la deuda pública bajó en alrededor de 16 mil millones de dólares, la realidad es que, si se contabiliza no solo la deuda del Tesoro Nacional (que bajó producto del brutal ajuste, la licuación de la deuda en pesos por la devaluación inicial y la reducción fundamentalmente de su componente en pesos, no así la deuda en moneda extranjera), sino también la deuda del BCRA con sus letras emitidas y bonos, se observa que la deuda total expresada en dólares creció netamente en más de 90 mil millones de dólares. Esto implicaría que el brutal ajuste y la búsqueda del superávit fiscal a cualquier costo no resultan en un desendeudamiento como planteaba Milei. Además, está la cuestión de las reservas netas del BCRA que, a pesar de un “exitoso” blanqueo de capitales que le reportó al gobierno más de 20.000 millones de dólares, siguen estando en niveles cercanos a cero o incluso negativos (últimamente tuvieron que reconocer que varias veces tuvieron que recurrir a los depósitos en dólares de los privados para estabilizar el tipo de cambio financiero y el blue). Es decir, en un año de ajuste, tampoco pudieron acumular reservas debido al siguiente problema.
El valor del dólar y la ficticia apreciación del peso argentino
Este es otro problema clave que está enfrentando la economía argentina y que el gobierno no puede desactivar. En su intento de bajar rápidamente la inflación con fines políticos-electorales (y contradiciendo las recomendaciones del FMI y muchos economistas que desconfían de esta metodología por el riesgo de desfinanciamiento a futuro, y aconsejaron una desaceleración más pausada, manteniendo niveles de 15-30% anual para 2025-2026), el gobierno, enamorado de sus propios resultados, fijó toda su política económica en la baja de la inflación, que lógicamente en Argentina está ligada al valor del dólar. Así, imaginó primero un “crawling peg” (devaluación controlada) del peso del 2% mensual, que en estos días ha llevado al 1% para el futuro. Lo hace confiado en que esto seguirá frenando la inflación, pero a sabiendas de que este atraso cambiario, con un dólar falsamente barato, ha llevado a una elevación de los costos de producción, convirtiendo a Argentina en el país más caro de la región, lo que la hace poco competitiva en comparación con sus países vecinos, como Brasil y Paraguay, que sí han venido devaluando sus monedas frente a los vaivenes internacionales. Esto no se puede hacer aquí porque, apenas devalúe, la inflación volvería a dispararse y estaríamos nuevamente como al principio. Lo cierto es que esta política ya se “comió” la devaluación inicial del 118% de 2023 y pone en jaque a todos los productores exportadores, que se vuelven poco competitivos. Para colmo, el precio de los commodities (soja, maíz, trigo, sorgo, etc.) está a la baja a nivel mundial, por lo que el campo se queja y ahora tuvieron que bajarles las retenciones, al menos por unos meses.
La baja del consumo y las empresas relacionadas con el comercio interno
Por más que intenten presentar que ya estamos saliendo de la recesión, es claro que los niveles de consumo masivo siguen bajísimos. La carne está en las cifras históricas más bajas, los materiales de construcción por la falta de obra pública y la falta de créditos para construcción privada están estancados, y el consumo general en los supermercados está 20-30% por debajo de los niveles normales. Todo ello configura un panorama muy poco alentador para el empresariado dedicado al mercado interno, que cuando quiere salir a exportar se encuentra con restricciones al dólar (cepo) y con costos mucho mayores a los de los países vecinos, por lo que ya explicamos del bajo valor del dólar.
Negociaciones con el FMI e inversión extranjera
Para intentar salir adelante, el gobierno confía en que las negociaciones en curso con el FMI le aporten una cifra de dinero fresco o líquido de entre 10.000 y 20.000 millones de dólares, lo cual es difícil que suceda al menos en 2025, porque el FMI quiere que el gobierno demuestre solidez en el ajuste. Esto implica que Diputados y Senadores voten un acuerdo de tipo “déficit cero”, es decir, que haya un acuerdo nacional y legal para el ajuste, y es difícil que eso ocurra en este año electoral. Al acuerdo lo necesita como al aire para respirar, ya que la inversión extranjera neta no llega. Musk y sus amigos le palmean la espalda, pero no ponen un dólar, y los dólares producto de la renta energética (petróleo y gas de Vaca Muerta, por ejemplo) no llegarán lo suficientemente rápido. Tampoco se logrará liberar el cepo cambiario, que es otra de las exigencias del FMI, y por eso ahora lo patean para el 2026 posiblemente…
Turbulencias internacionales
Como vemos, la situación económica dista mucho de tener una estabilidad a largo plazo y un horizonte definido de salida de la crisis, incluso con un préstamo del FMI concretado. Pero como si todo eso fuera poco, su amigo Donald Trump, este fin de semana, movió el tablero de las finanzas mundiales.
Se le ocurrió avanzar con sus promesas de arancelamientos a los productos ingresados desde México y Canadá en un 25% (recordemos que llevan décadas de libre comercio con tasas 0%) y a China con un 10%, y no definió, aunque sí mencionó, que implementaría la misma política con la Unión Europea. Tales medidas, viniendo de la principal potencia mundial, obviamente provocaron un “crack” en las bolsas de todo el mundo, con caídas de bonos y acciones, ventas masivas de papeles y una caída promedio del 3-4%, configurando un nuevo “lunes negro” mundial.
Argentina no podía quedar fuera de esto, cayeron todas las acciones que cotizan en bolsa y aumentó el riesgo país. Milei tuvo que hacer malabares para demostrar que su amigo Trump sigue siendo liberal como él y que, en realidad, estas medidas no son tan proteccionistas como todo el mundo dice. Está claro que Trump no es tonto, sabe que no puede llevar estas medidas hasta sus últimas consecuencias, ya que serían muy inflacionarias para el propio pueblo de EE. UU., lo que incrementaría todos los precios de las mercancías importadas, aumentaría la pobreza y perjudicaría a las propias empresas estadounidenses que producen en México, Canadá o China y luego se autoimportan sus productos.
Pero, en lo inmediato, si se avanzara en este sentido (y aunque Trump lo haya retrasado por un mes, al acordar con el gobierno mexicano un refuerzo en el patrullaje fronterizo, por ejemplo), nuestro país se vería perjudicado en muchos aspectos: primero, porque, en tiempos de crisis, los capitales se refugian en las economías más estables, lo que significaría que no vendría inversión al país; segundo, porque el dólar, en estas circunstancias, se apreciaría en todo el mundo y en nuestro país estaría devaluado, lo que aumentaría todos los problemas ya mencionados. Además, perderíamos o se dificultaría la entrada de productos nacionales a EE. UU.
No sabemos cómo terminarán las amenazas de arancelamiento de Trump, pero lo cierto es que tampoco ha esbozado ningún otro plan alternativo en su “hagamos grande a América”, y es probable que siga por un rumbo similar, aunque más moderado. En todo caso, este rumbo no es favorable para nuestro país, por lo que debemos estar preparados para nuevos cimbronazos.
La combinación de problemas y contradicciones internas de la economía, sumadas a las turbulencias internacionales, no hacen prever una salida pronta de la crisis en Argentina. Conociendo la ideología de Milei, debemos prepararnos para que intente profundizar el ajuste como única manera de intentar solucionar la crisis. Si lo logrará o no dependerá de la lucha de clases, de que el pueblo no se lo permita, como siempre.