viernes, 26 abril 2024 - 23:15

Día mundial. Te lo digo, te lo canto: fuera Monsanto

Este sábado 21 nos plantamos una vez más contra las multinacionales del agronegocio que contaminan, envenenan y matan.

Desde el 2013 se realizan marchas, concentraciones, intervenciones artísticas y todo tipo de movilizaciones en cientos de ciudades del mundo contra el emblema de la industria de los transgénicos y agrotóxicos: Monsanto. La jornada de lucha refleja una preocupación real de las mayorías ante el desastre del modelo actual que nos alimenta básicamente con venenos. Está lógica de la industria del “campo” y alimenticia se basa solo en generar la mayor producción, de forma económica y, ante la posibilidad de guardar -para la especulación- arrasa con territorios enteros destruyendo todo a su alrededor.

La explicación a esta lógica es por la concentración del agronegocio y la industria alimenticia en unas pocas manos en todo el mundo. Esto les permite definir cómo producir, qué producir, cuánta cantidad. También, definir los precios. Deciden por todo: desde la semilla, pasando por el transporte y empaquetado, hasta el stock en el supermercado. Son unas 10 empresas en el mundo que controlan en mayor medida el negocio.

La pelea contra Monsanto no es casual, esta empresa es la productora del “paquete tecnológico” que vende a productores desde la semilla transgénica hasta los agrotóxicos que destruyen las tierras y generan todo tipo de enfermedades como el cáncer. Hoy también esta empresa -fusionada con Bayer- es la que vende medicamentos para distintas enfermedades y tratamientos. Es decir: Monsanto es la que enferma y la que “cura”.

La “revolución verde” que vinieron prometiendo con los transgénicos y agrotóxicos, que nos sacaría del hambre en el mundo fueron solo falsas promesas. Está “revolución” de verde sólo tuvo la acumulación de dólares del monopolio.

Reina del transgénico y las fumigaciones

En Argentina el uso de agrotóxicos es una de las bases fundamentales de la producción industrial del país. Lejos quedó el campo que alimentaba y los pequeños productores. Estamos metidos actualmente en la época de mayor concentración de tierras y de producción antes vista. Los planes de los gobiernos obsesionados con los empresarios y con el pago de la deuda externa nos llevó hasta aquí.
Según estimaciones, en la Argentina se utilizan anualmente algo más de 500 millones de litros de agrotóxicos al año, encontrándose en el 90% de los alimentos procesados, en frutas, verduras y cereales, y en pañales, toallitas femeninas y demás productos de algodón.

También se han encontrado agrotóxicos en sangre y orina humanas, en leche materna, en cursos de ríos y hasta en agua de lluvia. Estas cifras surgen en mayor medida de investigaciones privadas, ya que el Estado argentino no cuenta con datos oficiales a pesar de los numerosos pedidos de organizaciones socioambientales, familiares y víctimas del entendimiento a cielo abierto. Además, en las universidades y centros de investigación como el CONICET están al servicio de las empresas que lideran el negocio en el país y que se suman a Monsanto: Syngenta y Bioceres.

Ejemplo de la combinación exacta de estos actores cómplices de la muerte y la contaminación es lo que sucede con el trigo transgénico. La universidad pública utilizada para desarrollar una tecnología de semilla resistente a uno de los venenos más potentes: el glufosinato de amonio. Un gobierno que festeja la producción y exportación de ese trigo y su uso para los alimentos en el país. Y las empresas felices por manejar cual títeres todos los recursos para su beneficio, un sistema de sometimiento que no se aguanta más.

Lucha por la vida

Nuestro país es también ejemplo de lucha y de posicionamiento científico crítico contra los Goliat del agronegocio.

La histórica lucha de Malvinas Argentinas de Córdoba logró después de años de asambleas, marchas, concentraciones, corte de ruta y hasta un acampe permanente, echar a patadas a Monsanto. Ningún tipo de promesas pudo contra la gigante decisión de un pueblo movilizado.

Del lado de la ciencia, el inolvidable Andrés Carrasco -profesor, doctor, y ex presidente del CONICET- demostró los efectos trágicos de la fumigación sistemática sobre los pueblos en la salud. Este hombre de la comunidad científica hegemónica dejó claro que la ciencia debía estar al servicio de los pueblos, no de las corporaciones. Poniendo en evidencia sus investigaciones en los medios de comunicación. Dicha voluntad le valió la persecución al interior del CONICET.

A estos ejemplos, se suman las asambleas y colectivos en comunidades de todo el país que luchan incansablemente contra el modelo extractivista que también queremos reconocer.

A las calles otra vez

Como fue en todo el mundo, en el país también habrá hoy réplicas de la marcha mundial contra Monsanto. Las convocatorias se desarrollarán en las principales ciudades del país.

En CABA, nos encontraremos en plaza Congreso a partir de las 13 horas. La jornada iniciará con una olla popular y continuará con charlas temáticas, talleres, feria agroecológica, intervenciones y un festival en vivo. Luego, a las 17 horas marchará hacia Plaza de Mayo. Por nuestra salud y la vida, por alimentos saludables y accesibles, por la agroecología: ¡Fuera Monsanto-Bayer-Syngenta!

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