Contar los hechos, informar, registrar, dar a conocer una situación, filmar, editar, opinar sobre un anuncio, un debate, una lucha social o política, una investigación sobre revoluciones o sobre procesos reaccionarios, reflejar el logro de un derecho o el intento de quita del mismo. Todo esto y más hacemos desde el periodismo. La pregunta es desde donde lo hacemos, para quienes y con qué objetivos.
Lógicamente hay sobre esto enunciaciones generales. A la vez para contestar estas preguntas no existe una definición universal real por encima de las clases sociales existentes, ni por fuera de la estructura de la sociedad que habitamos. Por la sencilla razón de que un hecho, un anuncio, un debate, una lucha y todo lo antes mencionado puede ser visto, analizado e informado desde diferentes lugares y perspectivas. Depende quien seas, que representes y que reflejes social y políticamente dentro del mundo del periodismo y de los medios de comunicación.
Un poco de historia
Para la Primera Junta de Gobierno, nacida al calor de la revolución de mayo, el poner a funcionar el periódico “La Gazeta de Buenos Aires” un 7 de junio de 1810 representaba el ascenso de las ideas de cambio enfrentadas a la corona española y reflejaba la evidente necesidad de difundirlas e impulsarlas para solidificar un nuevo proyecto político y social. Moreno su fundador y también Castelli y Belgrano, fueron de los principales escritores de este instrumento de comunicación orientado por aires de cambio. No por casualidad en 1938 el 1° Congreso nacional de periodistas eligió al 7 de junio como el día del periodista.
Volviendo sobre nuestra historia, la necesidad de reflejar el ímpetu revolucionario que recorría el territorio de lo que hoy llamamos Sudamérica y tener herramientas de comunicación que representaran y divulgaran los objetivos e ideas de sus mejores pensadores, fueron el motor que encendió la pluma de otros impulsores y estrategas de esa revolución. Como Monteagudo, que en nuestro territorio fue protagonista de tres diferentes periódicos y también tomó esa tarea periodística en Chile y en Perú. La revolución iba por entonces muy de la mano con la necesidad de comunicar, difundir, convencer.
Como no mencionar aquí que para el libertador Simón Bolívar, la imprenta era su “artillería del pensamiento”. En 1818 funda El correo de Orinoco como órgano clave de su batalla política e ideológica. Acción que repetirá luego con la fundación de otros periódicos y publicaciones de innumerables trabajos, como parte de una batalla de propaganda contra las ideas afines a las fuerzas que pugnaban por la continuidad del dominio español, en los actuales territorios de Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
Claro está que estos ejemplos no fueron los únicos en el mundo, ni menos todavía los primeros. El concepto de periodismo, data según algunos estudios del siglo XVII aunque actividades ligadas a la comunicación y difusión se remontan a muchos siglos antes. Si en 1440 la invención de la imprenta fue un elemento cualitativo en su desarrollo, el registro y actividad de información y difusión de acontecimientos e ideas tiene un desarrollo siglos previos en Grecia, Roma e incluso primeramente en China donde la dinastía Shang publicaba un boletín de carácter oficial. Siglos después y ya con el avance de la imprenta, una primera publicación impresa, que tenía semejanza con un periódico, surgió en Viena en el año 1529 y le solicitaba a los pobladores colaboración para defender la ciudad frente a los turcos. Otra experiencia posterior, que se podría considerar como el primer periódico conocido, se llamó la “Gazzetta di Mantova”, que fuera publicado en 1622 en Italia en el siglo XVIII. Y luego, en el 1702, el “Daily Courant” se convirtió en el 1° periódico diario de la historia, publicado en la por entonces dinámica ciudad de Londres. Podemos citar estos u otros ejemplos. Lo que une a todos es la necesidad de comunicar y difundir hechos y opiniones, en muchos casos actividades gubernamentales y en otros casos necesidades de sectores organizando reclamos o proponiéndose ideas de cambio. Es decir que todo es parte de una causa político-comunicacional, para nada ajena a intereses de clase y de hecho muy ligada y al servicio de esos intereses y proyectos. Digamos que desde sus orígenes y sus diferentes formas, la prensa en todas sus experiencias no fue desinteresada ni neutral entre clases en pugnas.
Periodismo y revolución
Adentrados en la historia y en la necesidad de ver como todo proceso de ascenso de ideas revolucionarias inevitablemente se planteó el dilema de como comunicar, no podemos menos que recordar que el propio Karl Marx tuvo su faceta periodística, a tono con alzamientos revolucionarios que una naciente clase obrera gestaba entre experiencias, avances y derrotas. Sucede que desde las primeras décadas del siglo XIX la intelectualidad y la militancia revolucionaria debatía sobre la comunicación, la prensa y como lograr un salto de calidad en la difusión y conocimientos de sus ideas sobre amplias franjas de la población trabajadora. Tener ideas alternativas al sistema capitalista preimperialista por entonces dominante, requería de formas para comunicar y convencer, las cuales todavía eran incipientes y limitadas.
Las mentes más lúcidas se abrieron paso en experiencias de organización y de pruebas de prensa. El propio Karl Marx editó y dirigió en 1842 y hasta 1843 la Gazeta Renana, convencido de la importancia de extender el alcance de las ideas que pregonaba junto a sus compañeros. Y en una segunda etapa de 1848 a 1849 condujo la “Nueva Gazeta Renana”. Opinando sobre esta edición, Friedrich Engels compartiría parte de esa experiencia en un texto posterior donde decía: “Proclamamos abiertamente que la tendencia que nosotros representábamos sólo podría lanzarse a la lucha por la consecución de nuestros objetivos reales de partido cuando el más extremo de los partidos oficiales existentes en Alemania llegase al poder. Y entonces, frente a él, nosotros formaríamos la oposición. Pero los acontecimientos hicieron que a las burlas contra nuestros adversarios alemanes se uniese el fuego de la pasión. La insurrección de los obreros de París en junio de 1848 nos encontró en nuestro puesto. Desde que sonó el primer tiro nos pusimos resueltamente al lado de los insurrectos. Después de su derrota, Marx ensalzó la memoria de los vencidos en uno de sus artículos más vigorosos. En vista de esto nos abandonaron los últimos accionistas que nos quedaban. Pero tuvimos la satisfacción de ser el único periódico de Alemania y casi de toda Europa que mantuvo en alto la bandera del proletariado derrotado en un momento en que los burgueses y los pequeños burgueses de todos los países volcaban sobre los vencidos sus calumnias más inmundas”.
En el interregno de la última década de ese siglo y de la primera del siglo XX, toda la experiencia política y organizativa acumulada, encontró nuevas formas y nuevos líderes. Y también con ellos se desarrollaron nuevos impulsos a la comunicación y difusión a tono con los medios posibles de esa época.
Estaba entonces iniciando el siglo XX y nuevas formas periodísticas dentro del movimiento de trabajadores dan un salto de calidad en la Rusia revolucionaria, que vería nacer el diario Iskra, esa chispa que desde su lema se proponía encender la pradera. La irrupción positiva de esta herramienta de comunicación, organización y difusión de ideas tenía motivos inconfundibles. Vladimir Ilich Lenin decía en su famoso trabajo “Que hacer” en 1902, lo siguiente: “¿no es evidente que incumpliríamos nuestra misión de desarrollar la conciencia política de los obreros si no asumiéramos la tarea de organizar una campaña de denuncias políticas de la autocracia en todos los aspectos?” Y en una declaración de la redacción de Iskra, orientaba siempre a partir de acontecimientos, a vincular los hechos concretos a las luchas obreras, a no ser simples reproductores y sí ser una herramienta que colabore a que sus lectores saquen conclusiones útiles y profundas.
La misma estrategia comunicacional, que por entonces solo contaba con las variantes de periódicos, radio y el telégrafo, continuaría su avance y el mismo movimiento revolucionario adoptaría al periódico Pravda como su órgano central desde 1912. El cual fue la expresión de un salto en la influencia y extensión de las ideas socialistas en los años previos a la victoriosa Revolución Rusa de 1917. La cual no hubiera sido posible sin la audacia, solidez política y organizativa del bolchevismo, entre otros méritos que incluyen sus herramientas de comunicación.
Cuando la primera revolución socialista de la historia era una realidad y se estaba en los comienzos de su degeneración burocrática stalinista, León Trotski abordó la política sobre como comunicar, difundir mejor dentro de un pueblo en revolución, ayudar a elevar el nivel de conocimiento. Así se refería, por ejemplo en 1923, en su escrito Problemas de la vida cotidiana donde relataba lo siguiente: “El escritor, particularmente el periodista, no debe partir de su punto de vista sino de la perspectiva del lector. He aquí una distinción muy importante que se refleja en la estructura de cada artículo en particular y en la estructura del periódico en su conjunto. En el primer caso el escritor (torpe y poco consciente de la importancia de su trabajo) presenta simplemente al lector su propia persona, sus propios puntos de vista, sus pensamientos y, muy a menudo, sus frases. En el otro, el escritor que encara su tarea con justeza, conduce al lector por sí sólo a las conclusiones necesarias, utilizando para ello la experiencia cotidiana de las masas…Cuando un problema se plantea clara y juiciosamente, siempre se encuentran hombres capaces de resolverlo. Ante todo es menester operar una seria reorientación de la atención. ¿En qué dirección? En la del lector, del lector vivo, tal como es, del lector masivo, despertado por la revolución pero aún poco letrado, ávido de conocimiento pero completamente desprovisto y que sigue siendo un hombre a quien nada de lo humano le es extraño. El lector tiene necesidad de que se le manifieste interés, aunque no siempre sepa expresar ese deseo”.
Actualidad de falsificación mediática
Han pasado largos siglos y diversas experiencias, imposibles de contener todas en un solo artículo. Más la necesidad de representar y reflejar ideas, intereses y proyectos sigue tan vigente, revestida en tiempos de un salto colosal de la comunicación masiva con un sólido armazón de falacias mediáticas. El mejor oficio del mundo, según dijera García Márquez, navega entre una malintencionada acción desinformativa y derechos laborales cuestionados por los dueños de grandes medios. Así podemos ver a grupos mediáticos hegemónicos, regidos por el interés capitalista de sus ganancias y por las relaciones con empresas y gobiernos. Así los hechos y la verdad, en la mayoría de las veces se transforman en un reflejo distorsionado útil al desarrollo de sus intereses económicos y el sistema de privilegios que usufructúan.
Por dar un solo ejemplo práctico, leeremos y escucharemos repetidas veces a editorialistas centrales de grandes medios decir cosas del estilo “el ajuste es lógico y necesario porque no se puede gastar más de lo que el país tiene”, buscando así actuar sobre el sentido común de cualquier habitante que sabe que, en su casa, no puede gastar más de lo que tiene. En el fondo el editorialista y sobre todo el dueño del medio que define su contenido editorial, sabe que miente deliberadamente. El ajuste sobre gastos sociales, jubilaciones, recorte de obra pública o salud y educación públicas no es necesario ni lógico. Es un ataque frontal a derechos sociales y nada real lo justifica, pero ellos sí.
Si se trata de que los números de un país cierren sin dar pérdida, en todo caso el ajuste a realizar es opuesto en su direccionalidad: ponerle fuertes impuestos permanentes a las grandes empresas, bancos y riquezas personales, cortar el robo del FMI, aumentar retenciones a los grandes exportadores. Claro, sobre esto los mismos medios y editorialistas te dicen que no se puede, que es utópico. Que hay que buscar medidas posibles, ser realistas, lo cual es otra falacia, porque a lo largo de la historia y del presente, repetidas veces los pueblos han dado vuelta todo, provocando cambios radicalizados e impulsando medidas de transformación. Todo eso se oculta en una nebulosa planificada conscientemente para que millones no puedan sacar conclusiones verdaderas. Con ese accionar el objetivo que representan es mantener el statu quo que actualmente permite que un grupo de grandes empresas capitalistas con millonarias ganancias, conduzcan la absoluta mayoría de medios de comunicación.
Para otros medios de importancia, incluso con discursos editoriales de cierta tendencia progresista, la misma desaparece y vuelve a foja cero cuando de derechos laborales y salariales de sus trabajadores se trata. De repente el progresismo saca su careta. Tal vez por necesidades de sus relaciones políticas aliente criticas parciales al ajuste o pretenda aparecer despegado, por ejemplo, del proyecto reaccionario de un Milei. Cuando sus trabajadores piden recomposición salarial o terminar con la precarización, de repente ese progresismo muta a su esencia de patronal capitalista de medio de comunicación. Y el “no hay plata” de origen liberfacho, asume en este caso una lastimosa vestimenta nacional y “popular”.
Periodismo de Izquierda
Vivimos hoy tiempos de ataques constantes contra nuestros derechos sociales y democráticos. Y eso incluye a todas y todos quienes hacemos periodismo en alguna de sus formas. Nuestro trabajo en tiempos del detestable Milei es un desafío cotidiano y en tensión permanente. Va entonces nuestro saludo en este día y nuestro apoyo y solidaridad con todas y todos los compañeros periodistas que se encuentran luchando en medios de comunicación estatales o privados por su derecho al trabajo, a un salario digno y contra todo tipo de precarización laboral.
Nuestro mensaje no es solo de solidaridad, apoyo moral y compañerismo. Es de comprensión colectiva de la situación presente. Es saber que aun en momentos difíciles no tenemos que olvidar la fuerza que tenemos ni la clase social de la cual somos parte y en nuestra función periodística representamos. Esa ubicación social es también política, como todo lo que hacemos. Y nos permite vislumbrar que en unidad con otros sectores obreros, populares y de la juventud podemos derrotar con fuerza y en la calle todos estos intentos reaccionarios de gobiernos ajustadores y a sus patronales amigas del mundo de la comunicación.
Nuestro trabajo periodístico y su función social y política, al final del camino puede pasar por encima de estos totalitarios enemigos de la libertad de expresión y de la información veraz. Si además de luchar por nuestros derechos, profundizamos la disputa por otro proyecto y modelo de comunicación que ponga al periodismo en el lugar que se merece. Quitando las manos capitalistas de medios y señales y poniendo en forma pública bajo control y gestión de las y los trabajadores, técnicos y profesionales todo un nuevo andamiaje comunicacional, combinado con el impulso permanente a todo tipo de medios alternativos de comunicación.
Retomando la larga historia del periodismo y sus diferentes etapas y herramientas, podemos ver que la misma siempre estuvo ligada a proyectos políticos determinados. Cada necesidad de informar y de dar saltos en la forma de hacerlo, estuvo impulsado por necesidades políticas y sociales de todo tipo. Griegos, dinastías chinas, romanas, emperadores y colonialistas, libertadores e independentistas, la burguesía en ascenso de los siglos XVIII y XIX y los movimientos revolucionarios surgidos en su oposición desde la clase obrera, dictadores del siglo XX y luchadores antifascistas: cada uno de ellos representaron a diferentes intereses de clase. Lucharon por comunicar mejor y buscaron la mejor forma de hacerlo para sostener y profundizar sus intereses. Siempre la comunicación y la lucha política fueron tripulantes de un mismo barco. No es diferente hoy ni será diferente en el futuro. Nunca hubo objetividad por encima de las clases ni una falsa neutralidad periodística que solo es pregonada por los grandes capitalistas dueños de medios de comunicación, farsantes que todo lo planifican sin neutralidad alguna.
Hoy la comunicación social y política tiene nuevas y variadas herramientas y formas diversas para desarrollarse. Aprovechando ese desarrollo tecnológico y con esta visión de la historia y de la actualidad, quienes hacemos periodismodeizquierda.com aportamos a un periodismo ubicado con objetivos comunicaciones y políticos claros. Somos parte de la clase trabajadora y luchamos por la trasformación social para que algún día gobernemos y demos vuelta todo. En nuestro sitio y diario digital y en las redes sociales que articulan el mismo trabajo de difusión e impulso de ideas, informamos sobre la realidad y las propuestas para cambiarla desde una perspectiva anticapitalista y socialista. Hacemos parte del MST en el Frente de Izquierda y articulamos información internacional con el sitio de la Liga Internacional Socialista, además de recibir contribuciones independientes y aportes de profesionales y amigos que hacen parte también de nuestro sitio digital.
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