sábado, 28 septiembre 2024 - 18:54

Día del documentalista. El cine como martillo en tiempos de nuevas derechas

El 27 de Mayo de 1976 un grupo de tareas paramilitar desapareció a Raymundo Gleyzer, cineasta y documentalista que fue fundador del grupo Cine de Base. Uno de los autores más influyentes del cine militante de los 70. Para recordar su labor y denunciar su desaparición y la de otros que dejaron su vida reflejando las injusticias de esta realidad, desde 2001 se conmemora, en esta fecha, el Día del documentalista.

Raymundo Glayzer sacó películas de fuerte crítica social y que buscaban impulsar la movilización contra, por ejemplo, “Me matan si no trabajo y si trabajo me matan”, la burocracia sindical como “Los traidores” o el corto “La triple A son las tres armas” contra la dictadura y los grupos fascistas del peronismo de los 70.

Pero, no fue el único, Fernando Birri autor de “Los inundados” y “Tire Dié” y considerado el padre del Nuevo Cine Latinoamericano. Fernando “Pino” Solanas con “Memorias del saqueo” ayudó a mostrar a millones la estafa de la deuda externa.

Muchos documentalistas también contaron los procesos de recuperación de fábricas, la vida y lucha del movimiento piquetero, la represión estatal tapada por medios como “La crisis causó dos nuevas muertes” o las luchas de los pueblos contra los proyectos extractivistas.
Y es que el cine documental, de largo desarrollo en la Argentina, es una herramienta fundamental para pensarnos críticamente, para mirarnos y debatir hacia donde queremos ir. Cómo diría Birri, en su texto cine y subdesarrollo: “¿Qué cine necesita Argentina?, ¿qué cine necesitan los pueblos subdesarollados de Latinoamérica? Un cine que los desarrolle. Un cine que les dé conciencia, toma de conciencia; que los esclarezca; que fortalezca la conciencia revolucionaria de aquellos que ya la tienen; que los fervorice; que inquiete, preocupe, asuste, debilite, a los que tienen “mala conciencia”, conciencia reaccionaria”.

El documental en el mundo de hoy

“En una sociedad en que la lucha de clases se define y se agudiza, el arte necesariamente será la expresión de cada una de esas clases en lucha. No hay arte neutral, el arte no está por encima de las clases sociales”. En un momento convulsionado de la realidad con un pueblo movilizado y un Perón que venía a tratar de normalizar la sociedad, el cine de base sacaba un manifiesto llamando al uso del arte como herramienta de confrontación con la burguesía.

En una situación parecida nos encontramos hoy, con un gobierno que viene a terminar la tarea del menemismo y la última dictadura militar, tratando de liquidar todos nuestros derechos. La cultura, y el cine documental en particular, juegan un rol esencial para denunciar, esclarecer y enfrentar las medidas de este gobierno.

Por algo uno de los primeros programas del INCAA en paralizarse fue la vía digital, uno de los fomentos que más se utiliza en el sector documental por el tipo de requerimientos que tiene. Por eso la lucha por otro cine no puede estar separa de la lucha por garantizar la victoria de los trabajadores del INCAA en el camino de pelear por cambiar cómo se eligen las autoridades del instituto para que los artistas, trabajadores y las personas que disfrutan nuestro cine sean quienes decidan las políticas para el sector y por lo tanto, quienes dirigen el INCAA.

Por eso, hoy es necesario recordar a los grandes creadores que pelearon por construir un arte crítico, que lo pusieron al servicio de la luchas, que proyectaban sus películas en fábricas, locales partidarios o espacios de participación política para que sean herramienta de debate y formación. Recuperar esas prácticas, aprovechando las nuevas herramientas como lo hacemos desde Periodismo de Izquierda y La Colectiva Red Cultural en el camino de lograr esa sociedad que Raymundo soñaba, una socialista donde la única clase que exista sea la trabajadora.

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