lunes, 2 diciembre 2024 - 20:29

Deuda externa. Recorrido de una estafa y convocatoria al no pago

Esta nota fue publicada originalmente en el número de noviembre del periodico impreso Alternativa Socialista.

Por: Cele Fierro y Gerardo Uceda

La enormidad del ajuste aplicado por Milei ya le hace imposible la vida a millones de argentinos sumergidos en la pobreza-indigencia y transformados en la famosa casta. El presidente se jacta de que este ajuste es el más grande de la historia y de que era absolutamente necesario para lograr equilibrio fiscal, y así frenar la hiperinflación. Sin embargo, se oculta parcialmente que en realidad todo el “ahorro” está destinado a pagar los vencimientos de intereses y capital de la fraudulenta deuda externa. Los mayores beneficiarios de este ajustazo son nada más ni nada menos que el FMI y el resto de los acreedores externos.

Hace no mucho más de 10 meses que asumió Milei y ya parece un siglo. Es que el anunciado ajuste, que en los discursos de campaña iba a pagar la casta, lo terminamos pagando el 90% de los argentinos, con un 52% de pobreza y más de 5,5 millones de indigentes, que no tienen ni siquiera para comer. La magnitud del ajuste es tal y lo sufrimos tantos que nos exime de ahondar en ejemplos. Sólo remarcar que, al contrario de lo que propagaba el candidato de LLA en campaña, la casta no pagó el ajuste: sobran ejemplos de senadores, diputados y funcionarios cobrando 4, 6 y 8 millones por mes, y ni qué hablar de los grandes exportadores a los que les regaló de entrada una devaluación del 118%, ni del resto de los más ricos a los que les bajó el impuesto a Bienes Personales.

Son millones los que ya sacaron la conclusión que la casta éramos todo el pueblo, y en especial los jubilados que aportaron el 44,5% del superávit logrado a costa de la licuación de sus haberes, también los docentes y no docentes universitarios, y los trabajadores de la salud. Para estos últimos, a través de vetos y ahogo presupuestario, el ajuste es especialmente perverso. A esto hay que sumar los miles de empleados públicos despedidos y cesanteados, también en el sector privado por el cierre de comercios, fábricas y empresas. Diversos sectores sociales que sufren el ajuste en carne propia.

El presidente se jacta a diario que su ajuste es el mayor de la historia. Y además que era imprescindible para evitar la hiperinflación, a las puertas de la cual nos dejaron Alberto y Massa.

Insiste en que lograr el equilibrio fiscal (en realidad superávit) y la no emisión monetaria, es lo que logró lo que él considera el mayor éxito de su plan, bajar la inflación por debajo del 4% mensual. Pero la realidad muestra que gran parte del desacelere inflacionario se debe a la monstruosa recesión que ya lleva 10 meses y sin visos de recuperación alguna. Al no haber ventas, los industriales y comerciantes no pueden seguir aumentando precios. Las fábricas trabajando al 40-50% de su capacidad, las ventas mayoristas y minoristas con caídas del 18-20% y hasta 30% interanuales, hasta la venta de comida sigue cayendo poniendo en peligro la existencia de millones de personas. Las empresas cierran, cesantean o despiden trabajadores a diario, y uno se pregunta a quién beneficia este plan.

La respuesta la dio el propio Milei, tangencialmente, hace un tiempo y por cadena nacional”. Allí develó que el 100% del ajuste está destinado a ahorrar plata para pagar la fraudulenta deuda externa, de la cual entre intereses y capital ya se cancelaron casi 13 mil millones de dólares en el primer semestre. Eso sí, el liberfacho dejó claro que seguirá pagando y ajustando, y si como resultado del ajuste hay más superávit, más se pagará a los buitres del FMI y el resto de los acreedores. No cabe duda entonces que el gran beneficiario de este plan de motosierra y licuadora es el Fondo y sus amigos, acompañados, claro está, de los grandes exportadores y un sector de los más ricos de Argentina, sobre todo los del sector financiero, a los cuales la Ley Bases y todas las desregulaciones, incluyendo el blanqueo y la baja de los dólares financieros, les viene como anillo al dedo. Como en los ’90, la timba y el pago de la deuda han regresado, pero recargados y con estilo libertario.

Breve historia de una deuda odiosa y fraudulenta

Resumidamente podemos datar que el grueso de la deuda externa, tal como la percibimos y pagamos hoy se gestó en la dictadura militar. Antes de ella la Argentina no debía más de U$S 7 mil millones (una cosecha de trigo significaba U$S 9 mil millones) una insignificancia entonces.

Fue una acción planeada para atarnos política y económicamente al imperialismo, a través de hacer que el Estado y empresas estatales tomen créditos que no necesitaban. El ejemplo más contundente de la estafa que significó el endeudamiento innecesario de las empresas públicas durante la dictadura fue el de YPF, que era la principal y más grande empresa de la Argentina, con ganancias anuales que superaban los 1.000 millones de dólares. En 1976, la dictadura la hizo endeudar por más de U$S 7.000 millones y en forma paralela despidieron 13.000 trabajadores. Lo mismo pasó con otras empresas estatales.

También en esa época el Estado avaló y dio garantías para el endeudamiento de empresas privadas, que tomaron deuda por miles de millones, que fugaron del país a través de diferentes bicicletas financieras, y finalmente el dúo Martínez de Hoz-Cavallo terminaron estatizando esa deuda. De modo que los privados recibieron dólares, los fugaron y después devolvieron en cómodas cuotas en pesos al
Estado nacional. A todo esto se le sumó el hecho que nunca se investigaron ni auditaron los pagos que se iban realizando, los asientos de tales pagos se hacían en EE.UU. y en forma unilateral, el Estado argentino no controlaba los mismos. También hubo duplicación de bonos, de modo que el país pagó más de una vez una misma deuda, y los intereses fueron impuestos por el imperialismo. Toda esta estafa del Proceso Militar llevó a que, al caer el mismo en 1983, la deuda hubiera trepado a los U$S 45.000 millones (casi 7 veces más de la que teníamos al iniciarse el gobierno de facto en 1976).

Luego del desastre económico de Alfonsín, la deuda trepó a U$S 65.000 millones, a pesar de todos los pagos realizados durante estos años. Posteriormente desde un PJ full neoliberal de los ’90, Carlos Menem con el mismo argumento que utiliza hoy Milei, de bajar el déficit fiscal y hacer más eficiente el Estado para así tener superávit y poder pagar la deuda, regaló YPF, Entel, los Ferrocarriles y todas las empresas de servicios públicos a empresas privadas que se quedaron por monedas con el patrimonio de millones de argentinos. El resultado es conocido por todos: nos quedamos sin recursos, millones de desocupados y encima la deuda volvió a trepar a U$S 120.000 millones. La cosa continuó con De la Rúa y Duhalde, superando los U$S 170.000 millones al fin de sus mandatos.

Durante el año 2000 impulsado por la denuncia del periodista Alejandro Olmos, el Juez Federal Jorge Ballestero emitió un fallo histórico, conocido como “el juicio a la Deuda Externa”, fundamentado en 100 páginas donde logra comprobar 477 delitos cometidos durante la toma de la deuda externa de los años ’70 y ’80, por supuesto en los mismos estaban implicados grupos económicos y funcionarios de la dictadura empezando por el propio ministro Martínez de Hoz. Sin embargo, nunca se logró el juzgamiento efectivo de ninguno de ellos por complicidad de todas las direcciones políticas del PJ y la UCR.

Bajo el gobierno de Néstor Kirchner se realizó en 2005 el llamado canje y “Ley cerrojo”, que significaba que el que no entraba se quedaría con papeles sin valor y sin posibilidad de reclamar. Esto fue “vendido” como un éxito de los Kirchner. Es verdad que en los primeros dos años tanto el monto general de la deuda y los intereses a pagar bajaron en términos absolutos y relativos al PBI del país, que es lo que alega el kirchnerismo. Pero fue por dos años, después el capital de deuda creció exponencialmente debido a la aceptación de intereses usurarios aplicados a partir del tercer año y los punitorios por no pagar en tiempo. De modo que, a pesar de haber pagado más de U$S 76.000 millones de bonos y hasta U$S 10.000 millones al contado al FMI, los Kirchner incluyendo a Cristina, la pagadora serial como se autodefinió-, cerraron sus gobiernos con una deuda de más de 240.000 millones de dólares.

La historia de Macri con la deuda no es diferente, sólo que más burda. Orquestado por Caputo, el actual ministro estrella de Milei, Macri siguió pagando intereses y capital, hasta que no pudo pagar más y pidió el famoso crédito de U$S 50.000 millones del cual recibió 47.000 millones. Permitió que sus amigos de financieras y empresas fugaran el 80% de la deuda solicitada y nos dejó endeudados por 100 años, por un total de casi 325.000 millones al finalizar su mandato en 2019.

El desastroso gobierno de Alberto-Massa siguió el mismo rumbo de sus antecesores en cuanto a sumisión al FMI, pago a buitres y mayor endeudamiento. Martín Guzmán reestructuró la deuda con el FMI y los acreedores privados, pateando los vencimientos inmediatos para más adelante. Con lo cual, el gobierno de Alberto terminó con una deuda de 368 mil millones de dólares luego de haber llegado a los 423 mil.

Mayor ajuste, mayor endeudamiento

Con la llegada de Milei al gobierno, los buitres imaginaron un escenario aún mejor para cobrarse la deuda. El liberfacho les prometió un ajuste superior al que ellos pretendían, ya que el FMI siempre tuvo como objetivo básico un ajuste que oscila entre el 2,5 y el 3% del PBI para cobrar sus papeles y poder mantener al país sometido y auditado según sus políticas. Pero a fuerza de motosierra y licuadora consiguió efectivamente un superávit fiscal superior al 5% (15% según Milei, ya que él considera como baja del déficit el traspaso de las Leliqs del BCRA al Tesoro, cosa cuestionable ya que lo único que logró es pasar la deuda de una “caja” a otra).

Ese superávit conseguido, a fuerza de paralizar la obra pública, licuar los ingresos de jubilados, despidos y no renovación de contratos de trabajadores estatales, corte del giro de fondos a las provincias, etcétera, le permitió pagar en los primeros 6 meses de gobierno casi 13.000 millones de dólares de deuda. Esta cifra duplica lo que tendría que haber puesto el Estado para aprobar el Financiamiento Universitario como pedía la ley, que sin embargo fue vetada. Durante este año y por los tres próximos los vencimientos siguen siendo fortísimos: más de 1.800 millones hasta fin de año y por encima de los 13 mil en 2025, 14.500 en 2026 y 18.800 millones en 2027.

Desenmascarando el relato presidencial donde toda la macroeconomía se arreglaría por el ajuste, por no gastar más de lo que se tiene y frenando la emisión monetaria, la realidad muestra lo contrario. Sumergió a más de la mitad del país en la pobreza, duplicó la indigencia en el primer semestre y se paralizó la economía del país con empresas y comercios al borde de la quiebra, con entre un 50 y 60% de la capacidad instalada de producción frenada. Esta situación es la que lleva a que la economía real no repunte, como lo demuestra el dato oficial de una nueva caída del 19% interanual de septiembre, nada menos que en el consumo masivo, es decir el que representa el 80% de lo que puede consumir la población, desmoronando la teoría de la recuperación en V o U. Pero lo más importante en lo que respecta al objetivo de esta nota, es que la deuda externa en vez de disminuir creció en un 22% según datos oficiales de la Oficina de Presupuesto del Congreso, alcanzando la cifra récord de U$S 452.000 millones.

Una deuda impagable

Por eso siempre dijimos que la deuda, además de ser fraudulenta, ilegítima e ilegal como se demostró en el “juicio a la Deuda Externa”, es también impagable. Gobierno tras gobierno, habiendo hecho todo tipo de pagos, refinanciamientos, reperfilamientos, negociaciones y canjes, la deuda sigue creciendo, y hoy alcanza el valor de todo un PBI. Intentar pagarla es una utopía reaccionaria y un engaño completo. El “ajuste más grande de la historia” de Milei sólo consiguió aumentar nuestro endeudamiento.

Por eso insistimos en que la principal salida para la crisis que vivimos es suspender de inmediato todos los pagos de la deuda y desconocerla por completo por ilegítima y fraudulenta. Así sobraría plata para darle a los jubilados ingresos dignos, financiar las universidades y la educación pública para que sea gratuita y de calidad, con docentes bien pagados. Lo mismo para la salud, donde se podría recomponer los ingresos de todos los trabajadores del Garrahan, hoy en conflicto porque no pueden trabajar en medio del hundimiento del Hospital pediátrico más importante de Argentina y uno de los mejores de Latinoamérica. Habría plata para una verdadera recomposición de salarios y que los mismos llegaran al valor de la canasta familiar.

Alcanzaría además para reactivar la economía a través de la implementación de un plan de obras públicas de infraestructura, para eliminar el problema de la falta de vivienda a través de un plan de construcción masiva de viviendas populares. Lo que a su vez generaría millones de nuevos puestos de trabajo, solucionando el crónico problema de la desocupación que arrastramos desde los ’90. Si al no pago de la deuda le agregamos una reforma impositiva donde paguen más los que más tienen, y no al revés como está haciendo ahora Milei, podríamos resolver una infinidad de necesidades del todo el pueblo trabajador.

Estas son las primeras medidas que proponemos desde la izquierda, de corte socialista, a las que hay que agregar otras como la nacionalización de banca que eviten la fuga de capitales, lo cual aportaría al no pago la nada despreciable suma de 20.000 millones de dólares anuales que de promedio fugan las grandes corporaciones. Sumado a esto, ante la segura especulación de las corporaciones hay que tener el control de todo el comercio exterior con su nacionalización, que no decidan más las corporaciones qué se exporta o importa,
sino que sea bajo la planificación en función de las necesidades del pueblo. El PJ y la UCR no proponen nada de esto porque esencialmente son cómplices de este negociado de la deuda y están profundamente de acuerdo con este perverso mecanismo en donde los privados toman deuda para fugarla con el aval del Estado, el FMI se la va cobrando en cuotas con intereses usurarios y el pueblo trabajador somos los que pagamos la cuenta.

Convoquemos en unidad al no pago y ruptura con el FMI

El peso de la deuda en la economía del país vuelve a poner en el centro la necesidad de una gran campaña por el No pago. Retomando la unidad en la calle que logramos años atrás alrededor del enfrentamiento a este flagelo y fortaleciendo esa pelea política, como parte de la lucha contra el gobierno y su sometimiento al FMI. Proponemos una salida soberana; la suspensión, investigación completa y no pago de esta estafa contra el país. No podemos pensar en ninguna mejora para nuestro pueblo si no es dejando de ajustar y desangrarlo con los pagos de la deuda.

Con lo que este gobierno ya pagó al FMI no solo se tendrían los fondos para el financiamiento de la educación universitaria, sino que con una política soberana de ruptura con el Fondo, y medidas que cuestionen y toquen los intereses de los empresarios, ricos y corporaciones
capitalistas, se podría avanzar en un aumento real a jubilados con el 82% móvil de un trabajador en actividad, el presupuesto necesario para salud y educación pública, y más recursos para las principales necesidades del conjunto de la población trabajadora y los sectores medios castigados por la crisis.

Como decíamos, el presupuesto 2025 del gobierno, que gran parte de la oposición cómplice se plantea apoyar, está centrado en pagar este robo descomunal sobre la base de un ajuste de envergadura. Motivo más que suficiente para construir un gran movimiento político y de lucha contra el pago de la deuda externa. Es una de las tareas necesarias, que hacen parte del enfrentamiento global al proyecto ultraderechista de los libertarios.

Por esas razones, frente al entreguista gobierno de Milei y la complicidad de todos los partidos que han gobernado avalando y pagando semejante fraude, desde la izquierda anticapitalista y socialista organizada en el FIT-U tenemos la responsabilidad de generar los mayores marcos de unidad en la movilización por el no pago y en la denuncia política contra la deuda externa.

Desde el MST en el FIT-U proponemos convocar ampliamente a dar esta vital pelea política. Se lo planteamos a todas las organizaciones y referentes que hacen parte del espacio de autoconvocatoria por la suspensión del pago, a los intelectuales, referentes de las luchas obreras, populares, socioambientales, de género y de la juventud, y a todos los sectores políticos y sociales que estén dispuestos a tomar estas banderas y luchar hasta romper estas cadenas que nos atan al Fondo y al capitalismo imperialista.

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