miércoles, 24 abril 2024 - 20:53

Debates. Trump, redes sociales y censura

El episodio del pasado 7 de enero en el Capitolio de los EE.UU., donde se interrumpió el conteo de los votos del Colegio Electoral por el Congreso, desató una infinidad de discusiones acerca de lo ocurrido. Las imágenes distópicas del hecho provocado por una fracción de “trumpistas”, además de los debates sobre si fue o no un golpe de Estado, también tuvo su refracción en torno a la libertad de expresión. Es que el patético intento de toma del Capitolio por los derechistas tuvo como consecuencia para su dirigente político, el aún presidente, el bloqueo de varias de sus cuentas de redes sociales.

De esa forma @RealDonaldTrump, la cuenta de Twitter del mandatario norteamericano, fue totalmente suspendida por “incitar a la violencia”, según las autoridades de esa red social. Un argumento llamativo tras un mandato entero durante el cual Trump no se ahorró ni una sola letra para destilar odio de clase, supremacismo racista y prepotencia imperial hacia otros pueblos, entre otras barbaridades.

Frente a las controversias sobre la censura aplicada por los gigantes tecnológicos de Silicon Valley a Trump, en estas breves líneas aportamos al debate algunos argumentos desde una perspectiva socialista revolucionaria.

Censura, luchas y reacomodamientos interburgueses

Según Mark Zuckerberg, el dueño de Facebook, la toma del Capitolio con apoyo de Trump ha demostrado que este último “tiene la intención de utilizar el tiempo restante en el cargo para socavar la transición pacífica y lícita del poder a su sucesor elegido, Joe Biden”. Por ese motivo, tanto Facebook como Instagram tomaron la decisión de censurar las cuentas del mandatario.

Nadie imparcial puede ver a Zuckerberg como un adalid de la democracia y la libertad de expresión. Este multimillonario es el mismo que, en 2016, como bien lo denuncia el documental Nada es privado, fue el mismo que le cedió a Cambridge Analytica una fuente de datos (privados) con más de cincuenta millones de usuarios de Facebook. Quebrantando la privacidad de sus usuarios, su objetivo fue acercarle a esa consultora “insumos” para que pudiera idear, con mayor ingeniería social, la campaña electoral para el propio Donald Trump.

Jack Dorsey y Mark Zuckerberg

Resulta que ahora, tras el cimbronazo del Capitolio, todos los gigantes de las redes sociales se han convertido en grandes guardianes democráticos que repudian las vociferaciones de los trumpistas. No es así. Tampoco apoyamos la posibilidad de que esas corporaciones puedan funcionar como árbitros o espacios neutrales e independientes para definir qué publicar o no y tener la potestad de censurar: mañana acusarán de “incitar a la violencia” a una rebelión popular. Desde ya, cuestionar el poder de esas multinacionales no nos hace defender que Trump y sus secuaces puedan vomitar sus discursos antidemocráticos y de odio en las redes sociales.

En el fondo, la censura aplicada por Zuckerberg y Jack Dorsey (CEO de Twitter) a Trump no es más que un reacomodo político de esos grandes empresarios para apoyar la unidad nacional que pregona el establishment y a la vez mejorar sus negocios en el nuevo gobierno de Biden. Ya durante su campaña electoral se mencionó la posibilidad de derogar la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones[i], que otorga inmunidad a las plataformas digitales por los contenidos que allí publican terceros. También cabe recordar algunas tibias declaraciones antimonopólicas que había esbozado Biden. Claro, resulta iluso creer que el presidente electo pueda atacar esos intereses concentrados, pero los dueños de las plataformas se reubican lo mejor posible.

Ni Trump ni Silicon Valley

No nos molesta que Trump y sus seguidores, incluidos quienes reivindican el Holocausto nazi, el racismo y el colonialismo intervencionista sean silenciados en tal o cual red. Creemos errado defender a rajatabla la “libertad de prensa” de sectores que son la negación de las libertades. Nuestro encuadre no es liberal y abstracto. A la vez, los dueños de Facebook y Twitter no son ninguna garantía para combatir al trumpismo y asegurar una verdadera democracia.

¿Qué libertad de prensa genuina hay en un mundo cuyos medios de comunicación son grandes empresas capitalistas, dueñas de cadenas de televisoras, radios, diarios, revistas, redes sociales, mientras que el periodismo alternativo, comunitario e independiente es una clara minoría? Sin acceso efectivo de las organizaciones populares a los medios es falso que haya libertad de prensa y que se escuchen “todas las voces”.

Marx y Engels, en el Manifiesto del Partido Comunista, en 1848, afirmaban que “el poder público viene a ser, pura y simplemente, el consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa”[ii]. Sigue siendo así. El Estado es la superestructura fundamental de la dominación burguesa, integrado por instituciones que dicen ser democráticas. En esa superestructura podemos incluir a los grandes medios y redes sociales que, bajo banderas genéricas como el derecho a la información o la libertad de expresión, cumplen el rol de preservar el orden capitalista.

Por eso creemos totalmente erróneo otorgarles a los dueños de las plataformas digitales el rol de reguladores del debate público. Ninguna confianza se puede tener en esos magnates que, además de influir en la mal llamada opinión pública con sus algoritmos, su propaganda comercial y política, dentro de sus empresas aplican políticas antisindicales y de precarización laboral nada “democráticas”. Por el contrario, en este sector es un gran paso la fundación del Alphabet Workers Union, el sindicato de las y los trabajadores de Google.

En síntesis, tanto para combatir a la derecha como para evitar las arbitrariedades y censuras de las grandes empresas de redes hay que construir una estrategia comunicacional independiente de todo sector burgués. En los EE.UU. y en cualquier otro país, ningún apoyo a las empresas y partidos capitalistas puede ayudar a la libertad de prensa real. Para frenar a la derecha no sirve reclamarle a esas empresas que censuren a quienes antes legitimaron: lo único que sirve es la movilización en las calles. Parafraseando a Trotsky[iii], sólo la batalla incansable contra la prensa reaccionaria, ampliando la difusión de las ideas socialistas vía periódicos, webs y redes sociales, al calor de las luchas, nos permitirá contrapesar y vencer a la derecha y toda otra variante capitalista y conquistar una verdadera libertad de opinión.

Pablo Vasco – Nicolás Zuttión


[i] Silicon Valley le da “me gusta” a Biden; https://www.abc.es/economia/abci-sillicon-valley-gusta-biden-202011171616_noticia.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F

[ii] Manifiesto del Partido Comunista; https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm

[iii] La libertad de prensa y la clase obrera; https://www.marxists.org/espanol//trotsky/ceip/latin/32.htm

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