sábado, 4 mayo 2024 - 08:49

Cine. Las Barbies que necesitábamos

El jueves pasado se estrenó Barbie, dirigida por la valiente Greta Gerwig. En su primer fin de semana ya se ha impuesto como la película más taquillera del año, recaudando más de 300 millones de dólares en un fin de semana con un 70% de audiencia femenina.

La película es el mejor estreno del 2023 y de mantenerse así sería la primera vez que una mujer dirija la película más taquillera del año. 

Barbie contó con una de las mayores campañas publicitarias del año, el mundo se tiñó de fucsia pero aún así las publicidades no terminaban de contarnos hacia dónde iba la película. Se entendía el humor y la ironía pero nadie se esperaba el acertado y radical posicionamiento feminista que tuvo como contenido. Las redes estallaron con una vorágine de emociones que generó en todo el mundo.

La audaz Greta Gerwig quien ha dirigido otras películas relacionadas con la temática de género como Lady Bird y Mujercitas y el elenco brillante de esta película también nos daba un indicio de por dónde iba a ir el posicionamiento. No es casualidad la presencia de gran parte de los actores y actrices de la serie Sex Education, como un guiño excelente a todas las feministas del mundo y a la comunidad LGBT.

Las Barbies han sido históricamente el juguete favorito de la gran mayoría de las niñas, pero a la vez ha sido el estereotipo de la mujer perfecta, de la modelo. Todas las películas que salieron hasta ahora en relación a la muñeca han respondido a ese estereotipo patriarcal. La nueva película protagonizada por Margot Robie es una charla entre amigas, es lo que nosotras sentimos y pensamos, lo que muchas veces charlamos en la intimidad, es nuestro humor y nuestra ironía hecha pública. La decontrucción total de nuestra Barbie era lo que nos faltaba luego de tantos años de lucha feminista. 

Barbie no es una película comercial para vender muñecas, es una sátira inteligente que nos invita a repensar muchísimos aspectos de la sociedad patriarcal y capitalista. Pero lo ha hecho con la delicadeza de atraer incluso a les fans de las muñecas. En vez de reirse y despojarles, les involucra, comprende y abraza. Barbie abraza a las niñas inocentes que fuimos, que tuvimos que pasar por mucho dolor cuando comprendimos que en el mundo real no somos libres, abraza a nuestra adolescente que soñó con ser perfecta estéticamente y que ya está cansada de anhelar un objetivo imposible, abraza a la mujer adulta y agotada porque no importa lo que haga, cuánto y cómo lo haga nunca es suficiente, abraza a las que hoy son niñas y adolescentes insistiendo con un mensaje de cuidado y de advertencia ante el mundo en el que vivimos y abraza a la comunidad LGBT, incluyéndoles de forma natural en el elenco y con un guiño en el personaje de Adam que siempre está ahí presente luchando con nosotras, el «amigo gay» que sale del estereotipo social Barbie vs. Ken.

A las que no abraza para nada es a las masculinidades frágiles que se han dedicado los últimos días a enojarse, reprochar y burlarse de la felicidad de todas las personas que anduvimos vestides de rosa y escuchando pop sin parar. Ahora, ¿por qué les duele tanto Barbie a algunos varones hetero? 

La película empieza en el mundo de fantasía Barbie, donde todo es estéticamente perfecto pero especialmente un mundo donde la violencia machista no existe, un mundo donde gobiernan las mujeres. Este mundo no es el paraíso femenino por ser perfecto estéticamente, es el paraíso femenino porque no existe el patriarcado. 

Ryan Gosling encarna el papel de Ken, quien se convertirá en el villano del cringe de esta película que decide ridiculizar al máximo el rol de los varones cis en la sociedad, sus actitudes y especialmente su necesidad de alimentar su masculinidad.  

Cuando todo se complica porque el patriarcado invade al mundo ideal de Barbie, se ve el contraste entre un mundo donde las mujeres están en el poder y donde no. 

Pero lo más lindo, es que esta peli no nos invita a ver sólo de forma dramática nuestra propia opresión, sino que nos invita a reírnos. Nos reímos de de sus intentos por oprimirnos, nos reímos del papel lamentable de sus reacciones violentas, nos reímos porque ahora tenemos el poder de ver cuanto cringe nos dan, entonces se ven ridículos. Y tanto nos reímos de la vergüenza ajena que nos dan que casi casi se siente como la venganza por todo lo que se rieron de nosotras y nosotres en toda la década del ’90.

Esa sensación de justicia sólo la entendemos las mujeres y la comunidad LGBT, esa sensación de empoderamiento rosa y con glitter. Pero eso no significa que sea una película para mujeres nada más. Los varones tienen dos opciones: o odiar la película, enojarse, lloriquear y continuar en este mundo dando cringe; o abrir su cabeza y sus oídos para deconstruir su masculinidad y disfrutar de la peli, de la mano de empezar a buscar otro modelo de varón que rompe con los estereotipos del opresor y en ese camino también se libera a sí mismo. 

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