viernes, 26 julio 2024 - 20:33

Carta abierta. La juventud que hace falta contra Milei y más allá también 

La tan mencionada juventud. Divino tesoro, escribieron alguna vez. Fuerza imparable de revolución. Vanguardia de las grandes rebeliones, los sin-miedo, los que se animan a seguir soñando. Los negadores seriales de todo dirán: los despojados, los miserables, los jóvenes perdidos. No importa: de este lado se gesta la semilla del cambio social que necesitamos. 

A lo largo y ancho del mundo, las juventudes se levantan contra los planes de ajuste de los diferentes gobiernos. Sin distinción: los de derecha fundamentalmente pero incluso también los (falsos) progresistas. Los reclamos van, más o menos, por el mismo lado: contra la explotación, el saqueo y el extractivismo, la violencia patriarcal, pero sobre todo, denunciando la incapacidad a acceder de manera plena a derechos básicos y esenciales conquistados gracias a las hoy «viejas» generaciones, como la educación, un trabajo estable, la vivienda o la salud. Las movilizaciones, los enfrentamientos, las denuncias a los Estados responsables de nuestras miserias, de arrebatarnos derechos o legalizar las nuevas formas de esclavitud moderna de la mano de la precarización y la uberización de los trabajos. De los que, además, dependemos para sobrevivir, expulsándonos de la vida universitaria y la formación profesional. 

En el corazón de los principales países capitalistas se han visto increíbles intifadas de las juventudes universitarias de las más prestigiosas universidades: Columbia, Harvard, Oxford, Universidad de Barcelona, La Sorbona y otras. No admiten ni genocidios, ni a un Estado sionista como el de Israel que despliega contra el pueblo palestino una verdadera limpieza étnica y a la vez exige la ruptura de todo tipo de acuerdos institucionales, políticos, académicos y económicos con el gobierno asesino de Netanyahu y la derecha de ese país. Porque en nuestro nombre y en nuestra educación NO. 

¿Qué les queda a los jóvenes? 

Los gobiernos y las instituciones del Estado cometen el error de creer que solo somos una etapa de la vida, transitoria. Pregonan falsas conciencias: «ya vamos a crecer», «ya se nos van a ir esas ideas de la cabeza», o «yo también fui un joven soñador como vos». Sin embargo, ignoran que la juventud siempre ha estado marcada por procesos históricos. En nuestro país, donde tuvimos un rol importante en momentos que fueron puntos de quiebre de nuestra historia moderna, como el combate a la dictadura, al Cordobazo, a finales de los 90’s, el propio Argentinazo. Por nuestra educación y en defensa de nuestra universidad, como nos enseñó la generación del 18, no dudamos en salir cuando el gobierno «nacional y popular» nos ajustaba o el macrismo nos recortaba. Hoy protagonizamos una enorme lucha defendiendo nuestra educación. Milei nos quiere cerrar las universidades y en respuesta, el 23A realizamos la Marcha Federal más grande de los últimos treinta años. 

Alguien escribió alguna vez que la juventud se sitúa en una historia que es la suya. Hoy nos toca asistir al peor de los tiempos, la barbarie capitalista. En nuestro país, 7 de cada 10 niñxs y adolescentes están bajo la línea de pobreza, es decir un 69%. Y 4 de cada 10 jóvenes y adultos, también. El desempleo aumenta al igual que la deserción del sistema educativo. Cada día que pasa bajo este gobierno, miles de jóvenes quedan sin trabajo, abandonan los colegios, terciarios y universidades y caen en la pobreza. 

Las políticas de Milei han sido claras, lejos de lograr un nuevo sueño americano para la juventud, pretende imponernos la lógica del mercado, ese que lejos de regularse solo con una presunta mano invisible, está digitado por los grandes empresarios y monopolios económicos concentrados nacionales e internacionales. Es por eso que solo nos queda, como garantía de sobrevivir, hacer futuro. 

En políticas de educación, el ataque fue categórico, recortando el presupuesto ya licuado por inflación, quitando becas como el progresar, cortando el envío de alimentos a los comedores populares que garantizan el plato de comida a cientos de jóvenes y sus familias, dando tarifazos al transporte y servicios básicos, intentando pasar la Ley Bases que aumenta la precarización laboral, dándole vía libre a las fuerzas represivas del Estado a matar por la espalda por el solo hecho de portación de cara, entre algunas cosas. 

Volver el tiempo atrás… ¿Para estar mejor? 

Lxs socialistas combatimos la falsa ideología que pretende instalar la idea de que la rebeldía y la juventud fueron ganadas por la estrategia de la derecha, como difunden las usinas libertarias. Sin embargo, el propio Milei no puede escapar a las contradicciones que empiezan a cruzar a su propia base porque, aunque mantiene un núcleo duro cuya cabeza-tarrismo lo sigue apoyando, una parte significativa de su base social decepcionados con el proyecto del gobierno anterior y sus promesas incumplidas, son lxs que empiezan a completar una experiencia que incluso los hace dar pasos en el sentido de movilizarse contra la política de agresión a derechos conquistados de parte de este gobierno. 

Casi seis meses después de haber asumido, hay hitos que expresan este fenómeno de desplazamiento de sectores de su propia base como fue la Marcha Federal Universitaria o como está siendo ahora el Misionerazo, en una provincia dónde La Libertad Avanza electoralmente arrasó y cuyo gobierno provincial se arrodilló frente al gobierno libertario y sus diputados le dieron media sanción a la Ley Bases en el Congreso. Ahora en esa misma provincia se desarrolla una pueblada que anticipa el país que puede venir. 

La realidad es que las derechas son dialécticamente el resultante de la frustración con los gobiernos del mal llamado progresismo que, en todas partes del mundo, aunque prometen asegurar derechos, al asumir terminan siendo gestores o administradores de la misma matriz capitalista de siempre, sin animarse a tocar ninguno de los pilares estructurales de la explotación y el saqueo. En nuestro país, son los que ahora, con la lógica de la especulación electoral, declarativamente se ubican como oposición, pero en las calles, desde las centrales obreras que conducen, las federaciones, sindicatos o centro de estudiantes en universidades no hacen absolutamente nada para poner en pie un movimiento de lucha que entierre todo el plan Milei. Más bien pretenden erosionar a este gobierno y en todo caso capitalizar electoralmente en el 2025 y 2027. Nada más aberrante. 

No depositamos ninguna confianza en ellos, que pretenden enchalecarnos a un sistema que solo genera miseria; y muchos menos en quienes han fracasado en la perspectiva de transformar hacia afuera como hacia dentro, consolidando nada más y nada menos que la propia derechización de sus partidos y dirigentes. Tanto que tras subestimar el fenómeno Milei, fueron a armarles las listas en sus Municipios para sacarles votos al macrismo. Sostuvieron figuras represivas como Berni, pactaron con el FMI y rifaron nuestros territorios y bienes comunes a las multinacionales. 

Rebeldes nosotres. En el marco de esta crisis económica mundial, de la polarización social que enfrentamos, con las guerras y genocidios en curso, pensar que el sistema capitalista puede ser «bueno» o una salida para el futuro que se viene, es pretender convencer de una utopía a millones de jóvenes que genuinamente se organizan de forma objetiva por una transformación de fondo. 

Como izquierda, tenemos el desafío de poder construir un puente hacia el activismo o juventud que simpatiza todavía con las posiciones de personajes como Grabois o inclusive que empiezan a mirar a Kicillof como cambio posible, que en realidad insisten con la vieja y ya fracasada fórmula de regular el capitalismo, coexistir con los intereses de las corporaciones y a la vez, asegurar derechos. 

Esos miles de jóvenes que ven con simpatía a la izquierda por su activo de coherencia, presencia en las calles y compromiso con todas las luchas pero que todavía le hace falta «un click» para referenciarse como alternativa real de disputa por el poder. A todxs ellxs, que no son indiferentes al genocidio en Palestina, que son críticos a los programas de ajustes, que combaten a las derechas, que defienden nuestra soberanía y territorios, a les que combaten los discursos y crímenes de odio, a quienes defienden nuestra educación y los derechos conquistados, pero quieren ir por más, lxs invitamos a que hagan una experiencia a fondo con nuestro programa, organización y activemos juntxs por la defensa de esas causas con las que coincidimos pero para garantizar las cuales, las medidas que hacen faltan superan las fronteras del capital. 

En tiempos donde la palabra rebeldía pretende incluso ser secuestrada por monstruosidades derechistas, aunque parezca de locos, en momentos donde el negacionismo emerge y la lógica entreguista de arrasar con todo reaparece y fundamentalmente, gobierne quien gobierne, no vamos a renunciar a nuestro derecho a ser jóvenes. Pero ojo, jóvenes de lxs que resisten y enfrentan todo lo que se les ponga adelante. De lxs que estaremos en primera línea contra la Ley Bases o exigiendo justicia por el triple lesbicidio en Barracas o llevando la voz de lxs misionerxs a cada aula. El derecho a ser quienes nos plantamos porque ya perdimos el miedo, porque nos corre sangre por las venas y la injusticia, la desigualdad, nos subleva. Porque miramos a nuestros hermanos del mundo más allá de cualquier frontera y nos conmueve la rebeldía. Reivindicamos nuestro derecho a la revolución y a la lucha por el socialismo. Porque la rebeldía sigue siendo joven y de izquierda. 

Agus Romero y Mica Escobar JS – UBA

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