jueves, 26 diciembre 2024 - 18:45

Arolas. Un tigre para no olvidar

Eduardo Arolas ha sido probablemente el más prolífico, genial y revolucionario creador de tango de la denominada “Vieja Guardia” (1895-1920); No en vano Piazzolla compuso en su honor un tema cuyo nombre lo dice todo: Juan Sebastián Arolas. Contra lo que muchos siguen pensando, la “vieja” y la “nueva” guardia del tango fueron la época más fructífera de la música patrimonio inmaterial de la humanidad[1]. Acá intento una semblanza de su obra y una reivindicación ausente. El gobierno de la ciudad de Bs As “designó” un pasaje oscuro y periférico con su nombre en Barracas, su barrio natal[2]. Debería tener un espacio más importante dada su jerarquía. 

¿Quién fue Arolas?

Lorenzo Eduardo Arola más conocido como Eduardo Arolas nació en 1892 en el barrio de Barracas, Bs. As. cuando aún el Riachuelo dividía a esa localidad en dos: la citada y Barracas al Sud, del otro lado, donde hoy se encuentra la localidad de Avellaneda. Sus padres eran franceses y por eso Arolas hablaba perfecto francés y al final de su carrera viajó innumerables veces a París donde finalmente moriría en 1924. Su cuna indudable fue el tango; el tango bravo, canyengue, de arrabal, inspirado en los “malevos”, los cuchilleros, los prostíbulos, el aire milonguero y gauchesco, las casas de barro y patios con malvones y geranios, las calles de tierra y alguna de empedrado adornadas con farolitos a querosén y “las chatas entrando al corralón”[3]. Por todo esto y mucho más, Arolas -a quien la pasión por el bandoneón lo sedujo a muy temprana edad- estaba destinado a asimilar el tango y a convertirse en músico. Y por estas condiciones, sumada la pobreza de esas orillas del Buenos Aires de entonces, es que posiblemente no pudiera estudiar música de pequeño, aunque su primer tango “Una noche de garufa” lo compuso en 1909 cuando apenas tenía 17 años.

Pero Arolas no solo estaba llamado a ser bandoneonista sino por sobre todo a revolucionar el tango de aquella época. 

De vendedor ambulante y dibujante a Tigre del bandoneón

Arolas se inició como ejecutante de guitarra a los seis años, pero muy pronto adquirió el bandoneón. Tuvo que dejar la escuela primaria en tercer grado y con 10 años salir a trabajar para ayudar a su familia que vivía en una profunda pobreza. Como señala Pigna “Fue vendedor, cadete y repartidor, hasta que, como aprendiz en un taller de pintura, encontró otro oficio vinculado con el arte, la ilustración. Se especializó en cartelería comercial y trabajó como ilustrador y caricaturista, oficio que pudo desplegar hacia la música ya que él mismo ilustraba las portadas de sus temas[4]. Al comienzo tocaba de oído, no leía partituras y sus primeras composiciones intuitivas, empíricas fueron escritas en el pentagrama por Francisco Canaro director de orquesta típica quien lideraba la vanguardia del tango en los años de 1910 a 1925. “En 1909 tocó un bandoneón de 42 botones, acompañado por Graciano De Leone en la guitarra. En 1910 tocó con Tito Roccatagliatta, el violinista más importante de esa época; Leopoldo Thompson, quien estableció el contrabajo en las orquestas típicas, y Prudencio Aragón, pianista y compositor, autor de “Siete palabras”. En 1911, a los 19 años, tocó en Montevideo por primera vez, la ciudad que se convertiría en su hogar cuando, por desamor, se exiliará voluntariamente. En este concierto, Arolas tocó un bandoneón de 71 botones estándar. A su regreso de este viaje, comenzó sus estudios musicales formales con José Bombig, director de la banda penitenciaria nacional, que tenía un conservatorio en la avenida Almirante Brown, en el barrio de La Boca”.

Desde ese momento se inicia una nueva etapa en la carrera del bandoneonista ya que compondrá obras de una calidad musical superior, aunque “(aún) sin educación musical formal compuso Una noche de garufa: los especialistas coinciden en que en su cadencia ya se encuentra el germen de un nuevo estilo.  (Pigna).

Durante esos tres años en el conservatorio, realizó un extenso y muy rentable recorrido por los burdeles de la provincia, con los violinistas Ernesto Zambonini y Rafael Tuegols. Durante esta gira, conoció a Delia López “La Chiquita”, y comenzó una relación que se convirtió en una fuente de gran inspiración para él, así como en el probable desencadenante de las desafortunadas elecciones que aceleraron su desaparición”.

Arolas integró formaciones con Roberto Firpo, Tito Rocatagliatta y con el eximio Agustín Bardi. Y también con Canaro cuando este se unió con Firpo. Todos “monstruos” de esa generación del tango[5]. Arolas es el último de los mohicanos de la vieja guardia contemporáneamente con Gardel, aunque sus carreras no se cruzaron.

Entre 1913 y 1916 viajará constantemente de Montevideo a Bs As y entre 1922 y 1924 hará lo mismo con París. Su éxito fue tremendo. Lo apodaron el “Tigre” del bandoneón por su fuerza interpretativa, pero sobre todo era un genial compositor. Sus tangos son un vanguardismo desacostumbrado en el ambiente tanguero de los años 10 y 20.

No obstante, al descubrir que su amada Delia mantenía una relación paralela con su hermano José, Arolas entró en un cuadro depresivo que lo llevó al alcoholismo. Esta enfermedad lo fue deteriorando progresivamente hasta terminar con su vida. Imagino que tal vez Cátulo Castillo se inspiró en su triste historia para componer la última curda[6]; no lo sé, imagino. De todas formas, nunca dejó de componer hasta muy poco tiempo antes de su muerte cuando compuso Place Pigalle, el único tango compuesto en París. Se radicó definitivamente en París en 1923 y falleció en el Hospital Bichat con diagnóstico de tuberculosis, por entonces una enfermedad incurable, el 29 de septiembre de 1924. Pero esta trágica historia no puede opacar su genialidad y sobre todo que fue el primer revolucionario del tango; quizás fue quien abriera el camino que Piazzolla plasmará definitivamente en 1960. Por eso entender Arolas es entender la historia del tango y también de su revolución.

Análisis de la obra de Arolas

El Tigre compuso más de 100 tangos. Dicen quienes lo conocieron que era tan prolífico que un día dejó un ensayo por la mitad y salió corriendo a componer uno de sus temas porque le brotaban todo el tiempo en su cabeza.

La obra de Arolas la podemos dividir en tres partes.

  1. Entre 1909 y 1912 comienza su carrera empírica e intuitiva con un embrión de lo que serían sus maravillosas composiciones
  2. A partir de 1913 se inicia la etapa revolucionaria propiamente dicha. Estudia música lo que le permite desplegar todo su potencial sin limitaciones. De esta época son sus más magníficos tangos como Derecho Viejo, El Marne, La cachila, Comme iL faut, Rawson, Guitarrita, Catamarca, etc.
  3. En la década de 1920 Arolas ingresa en una superación que lo coloca en la antesala de la generación renovadora de 1925. Hay que tener en cuenta que uno de los músicos de su orquesta típica fue nada menos que Julio de Caro. Se puede decir que Arolas perteneció a la generación de la Vieja Guardia, pero se montó en los orígenes de la Nueva Guardia, no sólo por cronología sino sobre todo por evolución

Su obra musical no debe considerarse aislada. Es un conjunto de temas que se articulan y que se continúan unos con otros, pero no como repetición sino como estilo. Es difícil encontrar algo de tal belleza estética como Comme il faut en esa época. Derecho Viejo es uno de sus temas más emblemáticos y tiene una infinidad de variaciones. La semejanza con el jazz, con lo sinfónico, que tienen sus temas no deviene de una incursión directa con esos géneros -Arolas era un tanguero puro y duro- sino de su talento, su técnica, su refinamiento y su visión modernizante. Sólo alguien que entendió que el arrabal ya había sido y que lo que venía era la metrópoli podía transformar el canyengue en una hermosa melodía como La Cachila que increíblemente se había inspirado en un bailarín de tango que exageraba los firuletes del baile y lo comparó con la danza del pájaro pampeano que lleva ese nombre. Sin duda una mente brillante capaz de leer en la vida el arte: como los buenos escritores. Un genio de pies a cabeza.

París era una fiesta

No es casual que Arolas haya deambulando por París por la misma época que lo hacían Scott Fitzgerald, Hemingway, Picasso, Dalí, Gala, Bretón, Artaud, Paul Eluard, etc. El furor parisino por las artes también absorbía el exotismo de los ritmos sudamericanos, pero especialmente el tango. La bohemia de Montmartre[7] inundó de alcohol al bandoneonista y este no se privó de la experiencia de las fiestas, del consumo de prostitución y de desenfado. El mismo desenfreno que tuvo Mozart lo tuvo él y encontraba en ese escape a su dolor la fuente de materias primas para su tango moderno.

Arolas pese a carecer de instrucción escolar era un hombre profundamente culto y de una enorme sensibilidad humana y social. Apenado por los estragos de la primera guerra mundial compuso El Marne inspirado en la famosa batalla en que Alemania destrozó al ejército francés. Este tema es un tema muy bello que tiene una fuerte intensidad emocional y sobre todo una técnica de una depuración que sorprendía por entonces. Vanguardia pura.

Volver a Arolas

En una entrevista que realicé para mi canal de YouTube en 2022, Julian Peralta, líder de Astillero y fundador de la Orquesta Típica Fernández Fierro, dijo que su generación de músicos de tango tuvo que salir del camino de Piazzolla y volver a los orígenes para reiniciar el camino que los condujo al tango contemporáneo. Esta exquisita visión de este talentoso músico es sencillamente dialéctica pura: el círculo concreto-abstracto-concreto gira, pero nunca vuelve al mismo punto; no es un disco que gira eternamente sino una espiral ascendente -el famoso equilibrio dinámico maximizante de Piaget en el que el conocimiento siempre llega al equilibrio en un plano superior: nunca retrocede. La flecha del tiempo del tango empieza con Ponzio y Mendizabal, atraviesa Bardi, Cobian y Firpo, se enriquece con Canaro y pega un salto cualitativo con Arolas. El tango sube a otra categoría con el “Tigre” y este le marca el camino evolutivo a De Caro, Maffia, Laurenz, etc. Ya en esta terraza suprema vendrán después Pugliese, Troilo y Salgán y un nuevo salto muy superior llegará con Piazzolla. Pero Piazzolla vuelve en La Camorra I, II y III en 1987/88 a los orígenes del tango especialmente a los de la vieja guardia, pero ya en un circuito más elevado que en los años 20. Su muerte dejó incompleto el nuevo giro y salvo Peralta y algunos más no se ha retomado el camino (Di Pasquale me parece que va por ahí, Ruggiero tal vez…).

Es muy necesario reelaborar musicalmente la obra de Arolas para que el tango nuevo se enriquezca, crezca y se hagan las cosas “Comme Il Faut” o sea cómo se debe. El tango se los va a agradecer.

Por Orlando Restivo


[1] En 2009 el tango fue declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

[2] La calle Eduardo Arolas no es más que un triste pasaje de no más de 70 mts. ubicado en CABA entre la avenida Ramón Carrillo y la calle Paracas que muere en el mismo lugar que esta calle detrás del sombrío Hospital Borda y la parte trasera de la fábrica Quaker. No hay casas ni árboles ni plazas, no podrían haber elegido un lugar más oscuro y triste que este para homenajear a alguien de su brillo y su luz artística.

[3] La frase es parte de la letra del tango “Melodía de arrabal” (1932) de Gardel y Le Pera. Se refiere a los carros a caballo que transportaban mercadería para los conventillos o sea inquilinatos. 

[4] https://www.clarin.com/viva/eduardo-arolas-vida-tango-alcohol-mal-amores_0_ICMa86wjal.html

[5] Se refiere a la generación de músicos conocida como la Vieja Guardia que representaban Roberto Firpo, Agustín Bardi, Juan Carlos Cobián, Tito Rocatagliatta, Vicente Loduca, Francisco Lomuto, Juan de Dios Filiberto, Juan Maglio “Pacho”, entre otros. Tenían un estilo más avanzado que en los comienzos del tango dos décadas atrás, pero sus ritmos y compases eran reiterativos y de poca flexibilidad.

[6] La última curda es un tango de Aníbal Troilo y Catulo Castillo, música y letra respectivamente, que habla de una persona derrumbada por el alcoholismo y que dialoga con su bandoneón la pérdida sentimental que lo atraviesa y destruye.

[7] Montmartre es una zona de París también conocida como “Barrio latino” que albergaba a figuras artísticas y celebridades de la cultura y la intelectualidad de todo el mundo en especial de España, Italia, México y Sudamérica. Varias leyendas e historias sobre músicos de tango y romances se han tejido acerca de esa época en el Montmartre, una muy conocida es la del tango Madame Ivonne de Pereyra y Cadícamo.

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