viernes, 17 mayo 2024 - 00:01

Aniversario del fallecimiento de Alejandro Olmos. Entrevista a Alejandro Olmos Gaona (hijo)

Reproducimos a continuación, al cumplirse el 24 de abril veintiún años del fallecimiento de Alejandro Olmos, un extenso reportaje realizado por Periodismo de Izquierda a su hijo, que no sólo porta el mismo nombre de su padre, sino que ha sido un continuador de su pelea por denunciar y rechazar la fraudulenta deuda externa que posee nuestro país. Dada la extensión de la entrevista la vamos a publicar en dos partes.

En este material, Olmos Gaona hijo, se detiene en interesantes detalles de las batallas que dio su padre a lo largo de su vida intelectual y política. En ellas destaca cómo este intelectual, que reviste desde temprana edad en las filas del movimiento nacionalista y tuvo estrechos lazos con John Willliam Coocke, en sus distintas ubicaciones privilegió ser fiel a sus ideas anti imperialistas. Esto lo llevó a tener roces y enfrentamientos con conocidos y amigos, muchos de ellos protagonistas de una parte importante de nuestra historia, desde los ex presidentes Juan Domingo Perón y Arturo Frondizi, hasta distintos dirigentes políticos y jefes militares que se reivindicaban de la corriente nacionalista, algunos de ellos enrolados en el peronismo y otros en la vereda de enfrente del mismo.

El entrevistado, que desarrolla en su relato aspectos poco conocidos del accionar de Olmos como denunciante en el famoso juicio por la ilegalidad de la deuda externa argentina que llevó a cabo y sentenció el juez Ballesteros, insiste en que ha sido ignorada gran parte de la trayectoria de su padre como militante de la causa nacionalista e ilustra con esclarecedoras anécdotas ese derrotero.

Más allá de las grandes limitaciones que desde el socialismo revolucionario le hemos señalado a las corrientes nacionalistas – que no rompen con el sistema capitalista, cuando la lucha anti imperialista es para nosotros inseparable por la lucha contra el sistema capitalista imperialista y sus gobiernos – este material, que tiene a esta altura un carácter histórico, tiene la virtud de mostrar las contradicciones que las peleas de un militante e intelectual nacionalista desarrollaron.  Es también un modesto homenaje a la consecuencia con que las libró, en particular su investigación y lucha en el enfrentamiento a uno de los males responsables de la mayor dependencia al imperialismo y decadencia del país: la fraudulenta deuda externa.

Periodismo de Izquierda (PdI): Alejandro,  al cumplirse un nuevo aniversario del fallecimiento de tu padre, contanos sobre su trayectoria política e intelectual.

Alejandro Olmos Gaona (AOG): Bueno, como hablamos en la charla previa, mi papá siempre fue un francotirador, nunca estuvo respondiendo a ningún grupo político partidario en general y lamentablemente ahora, cuando  se lo conoce mucho más, se lo conoce únicamente por su aporte al tema de la deuda,  como si nunca antes hubiera existido. Inclusive, habiendo sido uno de los factores importantes de la resistencia peronista, cuando uno lee libros sobre esa época, mi viejo casi ni figura. Casi ni figura por la sencilla razón de que no estaba embanderado específicamente en el peronismo, aunque defendía toda la labor que había hecho Perón en sus años, pero siempre cuestionando a la dirigencia peronista, siempre cuestionando cosas que hacían, que a su juicio no deberían haber hecho. Es como que se ignora toda su trayectoria.

Primero,  a los 14 años tenía un programa en radio del Estado, la actual radio Nacional, donde ya a esa edad hablaba de temas políticos. Tan fue así, que mientras hablaba con cierta solvencia y seguridad, el almirante León Scasso quiso conocer a la persona que hacía esos comentarios. Cuando apareció un señor de pantalón corto que era mi papá, llamó la atención. En esa época los chicos de 14 años usaban pantalón corto.

A partir de allí, siempre le interesó todo lo que tenía que ver con los problemas de Argentina. Se recibió de bachiller a los 15 años y entró a la facultad de derecho. Luego interrumpió sus estudios, empezó a militar en el nacionalismo. En movimientos dónde estaba Jauretche, Scalabrini, toda esa generación de personas. Especialmente José Luis Torres, que fue amigo, muy amigo y cuando se produce el golpe del ‘43, mi padre adhiere entusiastamente al golpe. Me contaba que la proclama del golpe se hizo en la casa de la calle Talcahuano. Era la proclama revolucionaria.

 Después, sube Perón y mi padre suponía que había cosas que había que hacer y se empezaron a hacer… El problema surge para mi padre cuando Perón firmó el primer pacto de Chapultepec (1). Este pacto fue cuestionado por muchos diputados peronistas como John William Cooke. Mi padre cuestiona el pacto y no sólo cuestiona, sino que hace una presentación judicial diciendo que el presidente se tendría que haber abstenido de haber firmado ese pacto. Este es el primer conflicto que tiene con Perón.

Un año y medio después, en el ’47, se crea el Plan Siderúrgico Argentino y se firma un contrato por el que se funda Somisa como sociedad mixta, se constituye con una empresa norteamericana de la cuál mi padre había conseguido una serie de documentos que mostraban todas las maniobras hechas por esta empresa, que indicaban que realmente no era recomendable que el Estado nacional se asociará a esa empresa. Entonces impugna esa asociación.

Esta información no hubiera tenido mayor trascendencia, más allá de la impugnación judicial que hizo, denunciando a Perón claramente, si no fuera que Cipriano Reyes – el diputado laborista que había apoyado en sus inicios a Perón – leyera íntegramente la denuncia en la Cámara de Diputados, armándose un verdadero escándalo. Mi padre fue defendido por los diputados radicales y socialistas, y anematizado por todo el peronismo en su conjunto, con excepción de diputados como Coocke, que era su amigo. Esto lleva a que Perón firmara un decreto exonerándolo de sus cargos en la Dirección General de Aduanas y en el Banco Central. O sea, lo dejó literalmente en la calle.

Un año después el doctor Alejandro von der Becke, que era un prestigioso médico, es elegido presidente del Concejo Deliberante de Vicente López y lo designa a mi padre como Secretario General del Concejo Deliberante. Mi viejo se pone a trabajar, con gran conciencia de lo que era la función pública, hasta que se da cuenta que la mayoría de los concejales justicialistas, o peronistas en aquella época, unos eran traficantes de drogas, el otro era quinielero… En fin, gente que no respondía a la labor que debían hacer funcionarios de cargos tan importantes. Cuestiona a estos sujetos y como consecuencia de eso, un día a él y al doctor Fontevecchia los sacan, a punta de pistola, de una sesión del Concejo Deliberante del año 1949. Como verás, los problemas con el peronismo eran enormes en ese momento.


OLMOS, ALEJANDRO. TODO LO QUE USTED QUISO SABER SOBRE LA DEUDA EXTERNA Y SIEMPRE LE OCULTARON. QUIENES Y COMO LA CONTRAJERON…

Mi padre en el ‘50 tiene otro cruce por un tema histórico, porque en ese año se cumple el centenario de la muerte del General San Martín y a causa de eso crea con el doctor David Uriburu, con el almirante Scasso y una cantidad de personajes importantes, la Comisión Popular para la Repatriación de los restos de Rosas. Así, tiene conflictos con el presidente del Instituto Sanmartiniano -el coronel Descalzo- que se oponía hacerle un homenaje a Rosas, entendiendo que Rosas nunca había tenido relación con San Martín y negando la correspondencia que habían cruzado. Mi padre pide un tribunal de honor para Descalzo. Indudablemente sus relaciones formales con el peronismo no eran nada buenas, sin dejar de reconocer las obras muy importantes que estaba haciendo el gobierno de Perón. Más allá de reconocer todo lo que estaba haciendo, cuestionaba todas las cosas que para él no funcionaban.

Fue así que en el año 1953, a través de la insistencia de John William Cooke – que decía que mi viejo no podía estar enemistado con Perón, que mi viejo podía aportar muchas cosas al gobierno – le acordó una entrevista con Perón, y a partir de ahí, es como que se limaron las asperezas.

Aunque mi viejo en el ’54, no tuvo una buena impresión, porque si bien le habían hecho una serie de propuestas muy importantes, se dio cuenta que Perón estaba en otra, qué Perón ya había empezado cierta declinación…

PdI: ¿Era la época de los contratos de la California?

AOG: Sí, los contratos de la California (2). Tenía ministros que ya en vida de Eva, se los había cuestionado mucho.

Luego cae Perón, y claro, el grupo de nacionalistas que apoyaban al gobierno revolucionario, eran todos amigos de mi padre: Mario Amadeo, el general Justo Bengoa, Mariano Montemayor, Sánchez Sorondo. Mi padre toma inmediatamente distancia de ellos, porque se da cuenta que aquí, lo que hay que hacer, es rescatar todo lo bueno del peronismo y tratar de cambiar todo lo que no era bueno.

Desde el primer número de su diario, Palabra Argentina – que salió el 13 de noviembre de 1955 – justamente plantea eso. Habla de la enorme labor que se había hecho durante esos años de gobierno, de todo lo importante en materia social, económica, etc., pero también habla de lo que fue el culto al mito, la falta de libertad de prensa, el hecho de que todas las ciudades, provincias, llevan el nombre de Perón y de Eva. El culto a la personalidad, que a mi viejo le parecía detestable y qué Perón había favorecido, porque en ningún momento se había negado a esos homenajes.

Entonces reconoce eso y a partir de ahí empieza a militar a favor del peronismo con su diario. Lógicamente, al quinto número, después de haberles mandado cartas a Aramburú, a Rojas, diciéndoles de todo, lo clausuran, lo meten preso y empieza aquí un largo peregrinaje.

PdI: ¿Fue por la denuncia de la masacre de León Suárez?

AOG: No, lo metieron preso anteriormente. Después vino la Masacre de José León Suarez donde fue fusilado un primo de mi padre, el coronel Ricardo Ibazeta, que había levantado el regimiento de Campo de Mayo, y ahí mi padre publica en Palabra Argentina y vuelven a meterlo preso. Publicaban el diario y a las cuatro, cinco horas la policía lo sacaba de los kioscos.

A mí lo que me llamó la atención es que cuando se habla de los diarios de la resistencia, no se nombra del diario de mi viejo, se nombran otros: “Azul y Blanco”, “La rebeldía del Padre Benítez”, etc. Yo sé que el de mi viejo era el más importante de todos  y el que más se leía. Primero porque tiraba 250.000 ejemplares, lo que era algo insólito para la época. Segundo, porque pasaba de mano en mano. Lo leían casi un millón de personas. Esto no es que lo digo yo, esto lo dijo William Coocke en una carta que le manda a Perón.

Todo esto a mi viejo le costó varios meses de cárcel desde ’55 al ’58. Él fue uno de los que propugnó el voto en blanco cuando la Constituyente de 1957 y volvió a propugnar el voto en blanco cuando la elección de Frondizi, entendiendo que Perón indudablemente estaba equivocado porque Frondizi iba a traicionar el acuerdo. Frondizi no iba a hacer lo que había pactado. En ese momento mi padre, a principio del ‘58, fue a verlo a Perón. Estuvo con Perón en la ciudad Trujillo, estuvo en Caracas. Vio cómo se había gestado ese acuerdo. Planteó sus diferencias. Por eso, en la correspondencia entre Perón y Coocke, este último le dice: “A Olmos hay que tenerlo controlado, es inmanejable, no responde a ningún tipo de órdenes que usted emite…

En el ‘58, antes de que asumiera Frondizi, mi padre organiza una marcha de silencio en homenaje a los fusilados  el 9 de junio de 1956. Una marcha del silencio que fue monumental y que llevará a la cárcel a un montón de personas. Las detuvieron, estuvieron varios días.

PdI: ¿Con quién más la organizó?

AOG: Solo. Absolutamente solo, aunque en las memorias de Cafiero se adjudica que fue él uno de los autores de esa marcha. Un disparate total, porque la marcha la organizó el diario Palabra Argentina y el único que la imaginó y la llevó adelante fue mi padre. También naturalmente volvió a estar en la cárcel de Caseros, donde parece que era su reducto habitual en esas movidas.

Después asume Frondizi y mi padre decide hacer otra marcha de silencio, al año siguiente. Ahí tiene un enfrentamiento con el Comando Táctico Peronista, porque le dicen que como había un acuerdo entre Frondizi y Perón, hacer esa marcha del silencio suponía hacer una especie de desafío a Frondizi. Eso iba a causar problemas con Perón, y entonces lo mejor era hacer una misa, ahí en la localidad de Florida – donde estaba el padre Benítez- y asunto terminado. A mi viejo le pareció que era un homenaje vergonzante y les dijo: “yo lo siento mucho, pero con Perón o sin Perón, la marcha se va a hacer igual”. Eso te demuestra el grado independencia que tenía.

Como él me contaba, y no es sólo porque él me lo contaba, sino que hay un libro que se llamaba “Nosotros los peronistas”, donde te cuenta todo eso, llegó a la reacción del diario e inmediatamente le mandó un cable a Perón diciendo: “General: he decidido hacer esta marcha del silencio en homenaje a los fusilados del ’56 y quería saber si voy a contar con su apoyo”. Mi padre se lo mandó porque, como muchas veces me dijo, sabía que a Perón a veces le vendían buzones, le decían cosas que no eran. Es decir, los que manejaban el peronismo acá en Buenos Aires. Mi padre no tenía manera de saber si lo que le decían era cierto o no. Esos cables, en esos tiempos, era lo más expeditivo. No había internet, ni nada. A las pocas horas recibió un cable de Perón manifestando su total adhesión a que se hiciera la marcha y dejó descolocados a todos los representantes peronistas que estaban en Buenos Aires.

Alejandro Olmos Gaona (hijo)

A partir de allí siguió sacando el diario. Lo sacó con intermitencia, porque bueno, eso costaba plata. El no tenía plata, entonces conseguía algún apoyo ocasional. Volvió a salir en 1961 como revista. En el año ’65 trató de sacarlo como un diario, pero duró apenas 15 días. En ese momento tuvo el apoyo del General Tanco, un estrecho colaborador del general Valle, que puso bastante dinero. Pero claro, como no tenía avisos, era un diario sin avisos, estaba condenado a no subsistir.

Siguió con el diario con intermitencias en el 65 y 66. Estuvo como cinco años dedicándose a una agencia de publicidad de unos amigos para tratar de sobrevivir. Cuando viene Perón en el ‘73, mi viejo estaba, como dice Galasso en un libro, qué Olmos nunca está cuando viene el reparto de los cargos y siempre está cuando hay que enfrentar las adversidades. En ese momento le dijeron que fuera a verlo a Perón. Mi viejo dijo que no, qué iba a esperar cómo se desarrollaba ese proceso, aunque ya la presencia de López Rega y de algunos personajes, le había dado la idea de que la cosa no iba a ir bien. Mucho más, que Perón estaba bastante enfermo.

Se mantuvo prescindente, participando de nada, hasta que en el año ‘75 Roberto Ares – que era Ministro del Interior, muy amigo de mi padre – lo designa jefe de gabinete de asesores.  Mi padre se va a trabajar con Ares al Ministerio del Interior, aunque ya el gobierno de Isabel se caía. Tuvo una buena relación con Julio González qué conservó a través del tiempo y trató desde su cargo intentar detener el Proceso. Se reunió con el general Ramón Genaro Díaz Bessone diciendo que todo hay que plantearlo dentro del orden constitucional. Pero claro, una semana antes de que se produjera el golpe, el jefe de prensa del Ministerio del Interior vino y le dijo: Alejandro: esta es la lista de los próximos ministros del golpe militar, o sea, era algo inexorable.

Notas:

  1. El Acta de Chapultepec surgió de la Conferencia realizada en esa ciudad mexicana entre el 21 de febrero y el 8 de marzo de 1945, en momentos previos al fin de la Segunda Guerra mundial. Su contenido fortalecía el “panamericanismo”, es decir el dominio yanqui. Perón la envió al Congreso argentino para que fuera ratificada y contó con la oposición de, entre otros, el conocido diputado y dirigente de la izquierda peronista John William Coocke.
  2. Contratos de la California: así se conoce el acuerdo firmado por Perón con la Compañía California Argentina de Petróleo, subsidiaria de la Standard Oil de California, en cuyo directorio figuraba el embajador norteamericano Spruille Braden.  La concesión dada era por 40 años y  el gobierno otorgaba exenciones impositivas, el derecho a importar libremente todos los bienes necesarios, e YPF se comprometía a realizar las tareas de exploración y a aportar la información necesaria

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