miércoles, 4 diciembre 2024 - 04:51

Aniversario. Adam Smith, padre de la utopía capitalista

Compartimos a continuación uno de los trabajos realizados para la edición impresa mensual de Alternativa Socialista, que fue editada el día 10 de julio. En este caso damos a conocer el artículo en el día del aniversario del fallecimiento de Adam Smith escrito por Gerardo Uceda.

El 17 de julio se cumplen 234 años del fallecimiento de Adam Smith en 1790, considerado el “padre de la economía moderna o capitalista”. Filósofo y profesor universitario, parte de la Escuela Escocesa, fue autor de “La riqueza de las naciones” (1776), obra sobre economía y cumbre inicial del capitalismo moderno. Tan serio y profundo para su época fue este libro, que influyó de manera significativa en Karl Marx, que junto a Ricardo y el propio Smith, son considerados los tres economistas más influyentes de la historia. El surgimiento del movimiento Libertario en Argentina y su llegada al poder con Milei, extremando las ideas liberales hasta el ridículo, son motivos suficientes para profundizar en las ideas originarias del liberalismo capitalista.

El 5 de junio de 1723 nació en Escocia (Kirckcaldy) Adam Smith, hijo de un oficial de aduanas. Poco se sabe de su vida personal, mucho más sabemos de sus logros académicos y profesionales universitarios. Raptado por gitanos a los 4 años, a los 14 ingresó en la Universidad de Glasgow, centro del conocimiento en ese momento, allí fue discípulo del irlandés Francis Hutchenson en Filosofía Moral, que lo influyó de manera determinante en su primer libro “Teoría de los sentimientos morales”(1759). En Glasgow formó parte de la Ilustración o Escuela Escocesa reconocida entonces como la “Atenas del Norte”. En la Universidad, y de manera nautodidacta, se dedicó al estudio de la filosofía clásica y contemporánea.

El joven Smith viajó a través del Reino Unido y Europa en intercambios universitarios, fue becario en la Universidad de Oxford donde, según sus palabras, había quedado decepcionado por su bajo nivel. En Ginebra, donde conoció a Voltaire y en París, frecuentó distintos economistas de la escuela francesa. Ya en 1766 regresó a Inglaterra y al año siguiente comenzó a trabajar en lo que sería su obra más conocida y por la que es considerado padre de la economía clásica capitalista: Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, conocida más popularmente como “La nriqueza de las naciones”. Publicada por primera vez en 1776, se agotó rápidamente, fue reeditada 5 veces y traducida a 6 idiomas, adquiriendo renombre en todo el mundo moderno de entonces.

Al final de su vida vuelve a su Kirckcaldy natal, trabajando en Aduanas, aunque había sido nombrado por diversas universidades como miembro honorario y director de Glasgow. Escribió múltiples ensayos más sobre filosofía, política y moral que pidió expresamente fueran destruidos a su muerte, pero que fueron publicados en 1795, años después de su muerte.

La riqueza de las naciones Smith intenta explicar o fundamentar las razones por las cuales unas naciones son ricas y otras pobres. Lo hace desde una perspectiva filosófica e histórica, no matemática o economicista, siempre de forma científica y profunda, honesta. Desde una perspectiva de total apoyo y poca crítica al capitalismo (recordemos que para esos años el capitalismo venía en ascenso sostenido, aún no se habían dado las primeras crisis económicas propias de este sistema). Como dijimos, la elaboración de este libro le llevó más de seis años, lo que demuestra la seriedad y el empeño que puso en su ejecución.

Hasta entonces los fenómenos económicos, la pobreza o riqueza de los reinos, estados o naciones, eran explicados por cuestiones religiosas, demostrando el bajo nivel de evolución de la ciencia y el conocimiento previos a Smith, pero también la poderosa influencia de las distintas Iglesias de la época. Smith tenía como intención refutar o polemizar con los conceptos de los antecesores “economistas mercantilistas” que, amparados por la monarquía, favorecían y reproducían el estatus quo del feudalismo que resistía los embates de un capitalismo pujante y en franco desarrollo para la segunda mitad del Siglo XVIII y su revolución industrial.

La riqueza de las naciones tiene algunos puntos centrales, en los que intenta dar respuesta al nuevo modo de producción y los problemas de la Revolución Industrial. Motivo por el cual fueron seguidos, aunque con algunas críticas y correcciones por parte de Ricardo (economista inglés, coetáneo con Smith, aunque mucho más joven) y recogidas por el propio Marx para su trabajo en el Manifiesto y el Capital, sacando conclusiones opuestas, claro está, en cuanto a las bondades del capitalismo y las consecuencias sobre los trabajadores como veremos luego. El ensayo plantea entonces:

1. La división del trabajo: Sin número, con agudeza y simplicidad plantea con un ejemplo de una fábrica de alfileres, cómo la especialización (división del trabajo) lleva a un incremento en la producción y que esto redunda en una fuente de ganancia capitalista esencial.

2. La teoría del valor: Es el primero en proponer que el valor de las mercancías, que sirve para el intercambio, está dado por el trabajo obrero. Aparece la noción de dos formas de valor, el valor de uso (para qué sirve cada bien en sí mismo) y el valor de cambio (es decir, cuánto vale ese bien con respecto a otro bien deseado por los que intercambian).

3. La “mano invisible” del mercado: Aquí sin tener una explicación clara ni científica, propuso que existía una fuerza capaz de autorregular los elementos económicos y asignar los recursos necesarios para la producción. Lo bautiza entonces como la mano invisible del mercado, al que considera como una interacción armónica entre el egoísmo individual y el bienestar colectivo (insistimos en que Smith vive el momento histórico del auge y crecimiento sostenido del capitalismo, sin las crisis periódicas posteriores).

4. El crecimiento económico: Con los anteriores conceptos, asocia el crecimiento económico entonces, a la acumulación inicial de capitales (no analiza a fondo de dónde son obtenidos) pero deriva en que esto se traducirá en mayor demanda de trabajadores, mayor riqueza y mayor producción. Su obra significó una revolución en el pensamiento económico. Sus conceptos impactaron, como mencionamos, en economistas serios como Ricardo y Marx, pero también en otros menos rigurosos y estudiosos que él, y que dieron nacimiento, ya en el siglo siguiente, a lo que sería el neoclasicismo (que intentan cambiar el eje fundamental de su teoría del valor, pasándolo de la producción con el rol indispensable del trabajo humano obrero como generador del mismo, a la demanda de los consumidores). Los debates acerca de su obra continúan de manera distorsionada y amañada, incluso al siglo XX, con el resurgimiento del Neoliberalismo de los 90. La riqueza de las naciones será así, fundamental para la economía capitalista occidental, refleja un espíritu idealista y optimista sobre el capitalismo, acorde al período de la “Ilustración Europea”, lejos todavía de la decadencia sistemática a la que el capitalismo llevaría en los siglos subsiguientes.

Decadencia y crisis que las corrientes posteriores neoclásicas, neoliberales o libertarias ya vivieron de pleno, pero que en forma totalmente anticientífica y sesgada ocultan, desvían o directamente niegan, al sólo efecto de defender un capitalismo que desde hace más de un siglo perdió todo vestigio de progresismo o mínimamente evolución.

Del neoliberalismo a los liberfachos

Tomándonos la licencia de saltar dos siglos de historia capitalista, y a los fines de mejor entender los antecedentes inmediatos de la teoría libertaria que se trata de imponer en nuestro país a sangre, represión y fuego, marcaremos algunos ejes centrales de su predecesor el “neoliberalismo”.

El neoliberalismo, como ideología y corriente político-económica, crece fuertemente a partir de los 70, luego de la gran crisis de post guerra, y pasa a dominar el pensamiento de la mayoría de los economistas burgueses en todo el mundo. Impulsado fuertemente desde los EEUU por Ronald Reagan e Inglaterra a través de la Thatcher, comienza a copar todas las universidades y revistas especializadas. No solo triunfa en los países industrializados, sino que penetra (caída del muro de Berlín mediante) en los países de Europa oriental y la Unión Soviética. Pero, sobre todo, nos interesa remarcar que tiene un fuerte y hegemónico auge en el llamado Tercer Mundo, con Latinoamérica a la cabeza, donde logra imponerse de forma contundente en México, antes de la crisis del Tequila; en Chile donde se impone a punta de fusil con la dictadura de Pinochet, y en Colombia, post acuerdo con las FARC. Con mayores contradicciones entra en nuestro país de la mano de Menem y su década infame, y en Brasil es implementado por Collor de Mello, también con un fracaso rotundo.

El liberalismo había predominado en Occidente por más de un siglo hasta la gran depresión de los años 30 que derivó, años más tarde, en la Segunda Guerra Mundial, desde allí fue relegado por otras teorías que ponían al “mercado” en un rol más secundario y relativo (Keynesianismo en EE.UU. y Estado de bienestar en la Europa de la post guerra) y reivindicaban el rol del Estado como regulador o moderador de la voracidad capitalista. En esta época, una importante porción de empresas privadas fue “nacionalizada” tanto en Europa del Este como Occidental. Sin embargo, luego de casi 40 años de la gran crisis del 30, una nueva crisis, la del petróleo y de las deudas en los países del Tercer Mundo, puso a la teoría liberal, ahora llamada neoliberal, sobre el tapete.

La Teoría Neoliberal implica y da justificación a una poderosa ofensiva del Capital en contra del Trabajo, y lo hace ahora a escala planetaria, como vimos al principio del punto. Aunque tiene muchos tiene muchos puntos flojos y discordantes se apoya eclécticamente en la Teoría Neoclásica, recalcando el rol de la moneda y la determinación de los precios de las mercancías por la interacción del mercado y la ley de la oferta y la demanda. Adopta también de los neoclásicos la teoría de las ventajas comparativas (es decir, supone que una mercancía o servicio tendrá más “valor” en tanto ofrezca ventajas comparativas frente a otras, que hagan optar en los consumidores por ella). El motor ideológico neoliberal se centra en la Universidad de Chicago (los Chicago Boys como se los conoció, y de los que el ministro de la dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz era su más fiel discípulo). Para lograr su cometido de achicar el Estado a su mínima expresión, privatizar todas las empresas en manos del Estado, promover todo tipo de negocios capitalistas concentrados, dar rienda suelta a las grandes corporaciones y gran crecimiento del capital especulativo a nivel global, se tuvo que basar en grandes derrotas como fueron la huelga minera en Inglaterra y las dictaduras en Chile y Argentina. En el Este europeo, la caída del muro de Berlín y la derrota del Estalinismo, dieron paso a la implementación de planes neoliberales, incluido en Rusia, aprovechando la ofensiva ideológica del Imperialismo yanqui sobre “el fin de las ideologías”.

Como sea, el avance del neoliberalismo predominó en el mundo entero aggiornado por la globalización económica especulativa. Sin embargo, no logró evitar las crisis económicas que se sucedían cada vez más rápido (crisis del patrón oro en 1971, del Petróleo 1973, el Lunes negro de 1987, del Tequila 1994, Crisis Asiática en 1997, Rusa 1998, Crisis de las puntocom 2000 y el Argentinazo de 2001 por dar algunos ejemplos). Todas señales claras de que el neoliberalismo estaba lejos de ser “el fin de las ideologías” y una salvación para la raza humana como pintaban Fukuyama y los suyos en los 90. Pero sin dudas, fue la gran Recesión del 2007 al 2010, lo que puso una luz roja en los semáforos de todo el mundo, precisamente, porque esta crisis económica afectó a los países centrales imperialistas empezando por el propio EEUU (crisis de las hipotecas) y trasladándose a Europa, donde aún hoy gran parte de sus países no puede salir.

No es casual entonces que Milei, el actual presidente, se haya pasado de las huestes del neoliberalismo a la ideología libertaria, abrazando a la escuela austríaca más como una religión que como una doctrina económica más o menos racional, precisamente en el 2013. Hasta ese año, Milei era un neoclásico tradicional. Pero ahí descubrió a Von Hayek y Murray Rothbard de la escuela austríaca, que se definen como Libertarios. Milei dice en un reportaje a la BBC que “todo lo que había enseñado estaba mal” y pasa a adherir a las ideas de Rothbard de manera extrema, diciendo que era la escuela que mayor claridad conceptual tenía. Pero se trata de una corriente ultraminoritaria y no aplicada en prácticamente ningún país en el mundo, que se basa en que las decisiones deben ser tomadas por individuos y no por el Estado o cualquier otra autoridad.

En realidad, no es más que una formulación de extrema derecha, ante el fracaso del neoliberalismo, que pretende avanzar sobre las conquistas y derechos laborales en total y único beneficio de las grandes corporaciones y monopolios (a los que admira Milei), bajándole todos los impuestos y favoreciendo sus negociados, en detrimento de la inmensa mayoría de la población. Así, está dispuesto a recortar drásticamente el gasto público (como viene haciendo) a fin de conseguir superávit fiscal que permita la estabilización de la macroeconomía en beneficio de las grandes empresas. Desregular la economía (Ley Bases), también terminando con las indemnizaciones laborales por despido, las jubilaciones y otros recortes contenidos en su “reforma fiscal”. Llegando incluso a decir que detonaría el Banco Central de la RA y que dolarizaría la economía porque el peso argentino no vale ni excremento.

Su autodenominación como anarcocapitalista tampoco es novedosa, ya la usó su maestro Rothbard en los 50 (incluso éste avanzó más que Milei y pasó a autodenominarse como Paleolibertario), el fin último es la destrucción del Estado y toda institucionalidad que pueda proteger al pueblo. Nada tiene de novedoso, ni revolucionario, ni con ningún viso de salvación capitalista. Se trata de un movimiento ultraminoritario a nivel mundial, que no tiene expresión ni experiencia empírica en ningún país del mundo, que representa las ideas de un sector de ultraderecha renacido al calor del fracaso del sistema capitalista y del neoliberalismo como teoría económica. Que ha llevado a la polarización social mundial, con expresiones políticas a derecha y ultraderecha como Vox en España, Meloni en Italia, Bolsonaro en Brasil, Trump en EE.UU., todos ellos con matices que son vistos con simpatía y apoyados por las grandes corporaciones como la salvación para escapar a la caída de la tasa de ganancias, de la que no les salvó el liberalismo inicial, ni el keynesianismo ni mucho menos el neoliberalismo de los últimos 40 años. Por eso Milei representa el apoyo incondicional de lo más concentrado del poder económico mundial, por eso es aplaudido por los financistas del Wall Street, pero cada vez más resistido y repudiado por los trabajadores y jubilados a los que está hundiendo en la miseria con la aplicación de sus planteos libertarios.

La vigencia del marxismo

Como dijimos desde un principio Marx fue un estudioso de Smith y de Ricardo, los padres de la economía clásica. Adhirió a varios de sus planteos como la teoría del Valor y la división del trabajo. Pero su radical crítica a los planteos políticos y económicos burgueses no los habría podido hacer sin haber estudiado profundamente a estos economistas clásicos. Cuestionó el planteo del valor a través del tiempo socialmente necesario para producir mercancías. Los clásicos tomaron en consideración las condiciones más desfavorables de producción para establecer el valor, por encima de lo cual todo sería ganancia capitalista y eso estaría bien. Marx le dio una vuelta de rosca más y avanzó en definir que el valor de producción de una mercancía tenía que ver con el promedio social, es decir, el tiempo de trabajo medio social para una determinada sociedad y nivel tecnológico, y esta fórmula es mucho más adecuada.

Otra contribución de Marx a la economía mundial (y que el capitalismo ha tratado, con poco éxito, de ocultar siempre) fue la idea o concepto del plusvalor apropiado por el capitalista o plusvalía. Es decir, llegar a desentrañar que más allá de la acumulación capitalista primitiva que les permitió a los capitalistas hacerse del capital para instalar fábricas, negocios etc., lo que les permite acumular grandes ganancias, es la apropiación de un excedente de valor contenido en las mercancías que no le pagan al trabajador por su trabajo, sino que lo atesoran ellos. El problema que no vio Smith en los inicios de un capitalismo pujante, es que el modo de producción, la tecnificación progresiva y la producción en gran escala para ganar mercados, tiende al aumento desmesurado del capital constante (fábricas, maquinarias, etc.) que no produce valor. Por lo que se ven obligados a avanzar sobre el plusvalor o plusvalía que les sacan a los trabajadores, explotándolos cada vez más, achicando la planta de trabajadores, etc. Pero nada de esto revierte la tendencia general del sistema que es a la caída del valor de las mercancías, pérdida de la tasa de ganancias y crisis recurrentes.

Para evitarlo tienen que avanzar de manera cualitativa y casi infinita sobre los salarios de los trabajadores, única forma de intentar recuperar tasa de ganancia. Esto es ni más ni menos lo que pretende Milei con su ajuste, esto es lo que no tenemos que permitir los que estamos en la vereda de enfrente. Por eso nos oponemos a la totalidad de su plan, incluida su Ley Bases y de manera inmediata.

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