El 26 de julio de 1952, 70 años atrás, falleció Eva Duarte de Perón. Una noticia trágica para millones, para otros una alegría. Así de controversial era su figura. La muerte de la “Jefa Espiritual de la Nación” funcionó a la misma vez como el nacimiento de un mito. Toda una narración se montó sobre la figura de Evita, una historia que se tomó el trabajo de enhebrar los conceptos de pueblo, peronismo y trabajadores como una sola cosa, como una sola historia. Sin dioses pero con la “abanderada de los humildes”, el relato transfiguró la historia a la de un relato oficial que esconde otras realidades, otras pertenencias políticas de la clase trabajadora.
Lejos de ser cosa del pasado, este mismo día se realizarán diferentes actos en su memoria con la firma del gobierno nacional. Un legado en discusión, una mirada desde otra óptica.
Su vida y su razón
Un 7 de mayo de 1919 en Los Toldos, Juana Ibarguren y Juan Duarte, una familia humilde de Provincia de Buenos Aires presenció el nacimiento de su quinta hija: Evita. En 1943 quien supo cautivar a los descamisados se mudó a Buenos Aires para probar suerte como lo hacía la gran mayoría de los que vivían en el interior. El sueño para Eva era triunfar en el arte, específicamente en la actuación. Sin embargo, las tablas no fueron lo único, también pasó por el cine y la radio, trabajos en los que antes de llegar a la política, triunfó. Ya como “estrella”, en 1945, debido al hostil clima que tuvo que soportar por su extracción social declaró para Radiolandia: “No soy como quieren hacerme aparecer aquellos que no perdonan nunca que una mujer joven llegue a una posición destacada, una advenediza. Tengo más de cinco años entregados de lleno al culto de esta vocación firmísima que en mí es el arte. Un lustro de sinsabores, de inquietudes nobles, que conoció la incertidumbre de los momentos adversos, como supo también del halago de las horas felices”.
En 1944 su vida cambió. Ese mismo año Eva conoció a quien luego sería su esposo, Juan Domingo Perón. Desde allí sus dotes actorales quedaron a un costado para profundizar su perfil político. 1946 la tendrá como una de las principales militantes de la coalición entre el Partido Laborista, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido Independiente, que dio como resultado el primer gobierno peronista.
Ya como primera dama tendrá un rol totalmente ajeno al comportamiento de quienes han ocupado y ocupan actualmente ese lugar. Eva jugó un papel central para el peronismo en el poder. Fue un engranaje superestructural más de aquel régimen nuevo que comenzaba a nacer en el país y su tarea central se dio desde el Ministerio de Trabajo. A través de esa cartera tuvo conexión permanente con los dirigentes de la CGT, contingentes de trabajadores e intervino en diferentes conflictos para encuadrarlos dentro de la estrategia de su partido: la colaboración de clases. Tal comportamiento se reflejó en la película Eva Perón, el diálogo citado reza: “Esta huelga, compañeros, que ustedes le están haciendo al gobierno peronista es contra el movimiento obrero, es una huelga contra ustedes mismos. El que le hace una huelga al peronismo es un carnero de la oligarquía”. También agrega: “Hacerle una huelga a Perón es trabajar para la antipatria”. Y, por último, sentencia: “Además, compañeros, ¿estamos hablando solamente de salarios? ¿Qué pasa? ¿Y la vivienda? ¿Y los derechos sociales y las jubilaciones y las vacaciones pagas? ¿Quién les dio todo eso? ¡Se los dio Perón!”.
De esa forma actuaba como la referente de los sectores más postergados, de los desposeídos; pero en pos de mantener en pie un movimiento nacional populista, colaborador de clases, que tenía como horizonte la defensa del régimen capitalista.
Sin embargo, el trabajo que impregnó de manera más contundente la memoria popular fue aquel que tuvo que ver con el trabajo social a través de su fundación: Fundación Eva Perón. La actividad de esta fundación estaba dirigida a las áreas de salud, educación y deportes entre otras, con un criterio de beneficencia y asistencialismo, solapando por medio de estas políticas paternalistas las responsabilidades que le competían al propio Estado.
Una revisión histórica: ¿Evita feminista?
Además de lo mencionado, hubo otros hitos importantes de la historia nacional que tuvieron a Evita en el centro de la escena. El 23 de septiembre de 1947 se sancionó la Ley 13.010, que establecía el voto femenino, ejercido por primera vez cuatro años después en 1951.
Como ocurrió con los derechos sociales, laborales y económicos que el primer gobierno peronista “cedió”, se buscó hacerlo borrando una huella histórica de lucha que existía por la conquista de los mismos. El derecho al voto femenino no fue la excepción. A través de la figura de Evita se buscó estatizar una lucha de décadas, que en el país había arrojado la herencia de diferentes luchadoras como las socialistas Cecilia Grierson o Alicia Moreau. Las mismas, ya en 1910, en el Primer Congreso Femenino en Buenos Aires habían instalado en agenda el derecho al sufragio.
La participación en el terreno político también la llevó a formar una estructura dentro del partido peronista, el partido Peronista femenino. Esa plataforma con organización propia y autoridades propias no estaba destinada a la promoción de la mujer en la política, sino a tareas “sociales” y a aportar al partido “masculino”. Una concepción francamente reaccionaria. De todas maneras, esta movida casi la coloca segunda en la fórmula de la reelección de Perón en 1952. Pero, como se sabe, eso nunca ocurrió. El episodio del “renunciamiento histórico” fue aquel momento donde Evita decidió abandonar la carrera electoral y, por ende, la arrogada representación de los postergados y rechazar la postulación proveniente de la dirigencia de la CGT.
A pesar de lo repasado, la figura de Eva, como varias y varios tratan de hacer creer en el presente, distaba mucho de ser una ferviente combatiente del patriarcado. Si bien discutió algunas lógicas acerca del rol de la mujer en la escena política, su contenido nunca fue más allá de las barreras del carácter de clase que defendía y también los mandatos impuestos por instituciones como la Iglesia. Repasar su libro La Razón de Mi Vida es clave para entender lo afirmado, es allí donde sentenció: “El problema de la mujer es siempre en todas partes el hondo y fundamental problema del hogar. Es su gran destino. Su irremediable destino. Necesita tener un hogar, cuando no pueda construirlo con su carne lo hará con su alma ¡o no es mujer!”.
Una conclusión a 70 años
A 70 años de la muerte de Evita, se verán homenajes oficialistas que realzarán su figura. Pero vale aclarar, será de una forma un tanto nostálgica para quienes ven en ella una personalidad y un proyecto político que ayudaría a superar, por ejemplo, el momento actual.
Evita, de alguna manera, supo ser una de las principales expresiones de aquel movimiento nacional populista que por diversas razones que compusieron la realidad mundial de ese momento colocó de forma distorsionada al peronismo en un lugar de resistencia para los excluidos.
Retomando la caracterización de Trotsky sobre los bonapartismos “sui generis” para la realidad latinoamericana de ese entonces, podríamos decir que Evita fue parte constituyente de aquel régimen que maniobró con el proletariado, con su movilización, haciendo incluso algunas concesiones para de esa manera, generar una base que le de una cierta libertad con los capitalistas extranjeros.
Hoy, a 70 años, esa experiencia dentro del peronismo, dentro del Frente de Todos a pesar de las limitaciones de clase que remarcamos, es un legado renegado. Las impericias y el lugar del partido gobernante, como lo ha demostrado desde 2020 no ha sido más que el garante de capitales extranjeros y organismos de créditos, principalmente el FMI.