Desde el MST Tucumán, expresamos nuestro homenaje a nuestro compañero Carlos “Chino” Moya y a esa extraordinaria generación de militantes y luchadores que aportó a la caída de la dictadura militar, así como al pueblo tucumano, que fue parte solidaria y activa del glorioso Tucumanazo.
Se podría empezar diciendo que el segundo Tucumanazo fue una pueblada que se produjo fundamentalmente en la capital de Tucumán durante cuatro días a partir del 10 de noviembre de 1970. Pero fue mucho más que eso, ya que constituyó un capítulo más de un proceso que había empezado mucho antes, durante toda la década de los sesenta en América Latina, e incluso antes de la enorme Revolución Cubana a fines de los cincuenta y principios de los sesenta.
Lo de Tucumán acompañó los alzamientos que se venían dando en Argentina y en el mundo, pero fundamentalmente los grandes acontecimientos insurreccionales en Argentina como el Cordobazo, el Rosariazo, el Mendozazo, etc. contra el gobierno militar autodenominado “Revolución Argentina” inaugurado por Juan Carlos Onganía en 1966, quien pretendía perpetuarse en el poder, y luego continuado por Marcelo Levignston y Agustín Lanusse quienes, acorralados por el levantamiento obrero-estudiantil, tuvieron que retroceder y acudir al auxilio del hasta entonces “enemigo” Juan Domingo Perón; que con su regreso a Argentina en 1973 terminó, tal como la burguesía quería, con el Gran Acuerdo Nacional, cerrando el ciclo de levantamientos populares que no solo amenazaba con llevarse puesta a la dictadura militar, sino también al poder político del imperialismo, maniobra que finalmente terminó cerrando el ciclo con la convocatoria a elecciones y el triunfo de Cámpora en 1973.
El Tucumanazo no implicó en ningún momento homogeneidad entre los actores políticos que protagonizaron la rebelión. El movimiento trotskista se había dividido: por un lado, estaba el PRT La Verdad cuyo referente era nuestro compañero Nahuel Moreno, por otro el PRT El Combatiente cuyo referente era Mario Santucho. El primero evolucionó hasta convertirse en el PST, nuestra organización antecesora; y del segundo surgió la variante guerrillera foquista encabezada por Santucho que luego iba a generar su brazo armado, el ERP, pretendiendo reproducir lo que había sido la Revolución Cubana. Pero en Argentina las cosas eran muy diferentes, tal como lo demostraron los hechos posteriores. Nuestra corriente siempre sostuvo la necesidad de construir un partido hacia las masas, arraigado en el movimiento obrero y estudiantil y no en una vanguardia pequeño-burguesa como pretendían las corrientes guerrilleras, que terminaron llevando al sacrificio a toda esa invalorable y valiente generación de jóvenes.
Otros actores en el Tucumanazo fueron los maoístas, el Partido Comunista, el peronismo tanto el de izquierda (JP) como el de derecha (FANET), y algunas corrientes centristas de izquierda; lo cual generó un clima de convulsión en el seno del movimiento estudiantil fundamentalmente, con asambleas acaloradas tanto en las facultades como en el Comedor Universitario. Teníamos diferencias insalvables, el sector de Santucho nos tildaba de reformistas y el peronismo de sectarios. Pero coincidíamos en una cosa: la dictadura tenía que caer. Fue ese el principal factor que nos unía en la lucha callejera, aunque los peronistas y otros sectores de la izquierda veían como único horizonte la caída del gobierno y nosotros veíamos la necesidad de ir más allá, hacia la construcción de un partido revolucionario con influencia de masas en la lucha por el socialismo, a ese objetivo apuntaba el PST. Nuestro dirigente durante esas jornadas fue Carlos “Chino” Moya, protagonista de esas luchas junto a otros dirigentes reconocidos del PST como Germán Valdiviezo, y de otras organizaciones como Héctor Marteau, el “Macho” Luna, Guillo y Yeyé Martinelli, Víctor Noé, Rafael Morales entre otros.
También los estudiantes secundarios salieron a apoyar el levantamiento universitario, entre ellos el “Pato” Valdez. Esa extraordinaria rebelión estudiantil que conmocionó a Tucumán, tuvo un enorme apoyo de toda la población, logró triunfar, reabrir el Comedor Universitario, que renuncie el rector de la Universidad Rafael Paz y luego que cayera el gobernador interventor Imbaud, debilitando aún más a la dictadura.
La historia finalmente nos dio la razón. El advenimiento del peronismo a quien los mismos militares trajeron, cerró por el momento la gran rebelión popular que se había iniciado en la Argentina. Para muchos fue suficiente con la caída del gobierno militar. Para nosotros fue necesaria e importante, pero no suficiente. Teníamos que avanzar hacia la revolución social y política en contra de la burguesía que seguía gobernando, ahora en forma de gobierno constitucional.
El libro Rastros en el Silencio, que recopila testimonios históricos contra las dictaduras, de la corriente morenista a la que pertenecemos, narra un conmovedor relato del “Chino” Moya, contando como se convierte en uno de los principales dirigentes del Tucumanazo.
“…El Chino Moya, uno de los dirigentes de Tucumanazo, tiene un extenso trabajo que abarca el contexto político y los antecedentes de este proceso, hasta simpáticas anécdotas de una época convulsiva de disputas con las corrientes guerrilleras…
…Y todo pasó porque cerraron el Comedor Universitario, que es una gran forma de decir, Moya explica en su trabajo las causas estructurales, pero esas razones hacen a otro tipo de análisis. Aquí lo que queremos transmitir es como un pequeño grupo, con casi nada de militancia, con una política correcta fue capaz en la persona del compañero (Moya), de encabezar una de las gestas de la década del 60.
Aduciendo problemas presupuestarios, las autoridades de la Universidad de Tucumán, deciden el cierre del comedor. Quedan 350 comensales en la calle. Empiezan las primeras asambleas. Los de afuera son mirados con recelo…. Pero finalmente las asambleas se hacen cada vez más políticas. Algo parecido a un auténtico parlamento de estudiantes en lucha. Casi toda la izquierda… coincidiendo en la lucha… No solo se debatían los pasos a seguir ‘mañana’, también allí se discutía muestro propio destino”.
El trabajo describe con fidelidad las acciones que desató esa rebelión estudiantil en la provincia. “Esos ríos de asambleas, huelgas, marchas apoyo de la población, enfrentamientos callejeros cada vez más duros con la represión, empalmaron con una huelga general de la CGT nacional por 35 horas por distintas reivindicaciones...
…Cuando la represión finalmente se endurece, una serie de hechos contribuyen a la debilidad del gobierno de Imbaud y nos permite ser dueños de las calles. La policía de la provincia estaba hacía unos días en huelga, incluso algunos activistas policiales nos pedían permiso para tirar volantes por su causa.
Manifestantes por todo el radio céntrico y cubriendo casi 80 manzanas, los vecinos que proveen de materiales para las barricadas: trastos viejos, papeles, camas viejas; que proveen de mate cocido, comida; manifestantes en los techos munidos de piedras. Prácticamente no se usaron molotovs, y menos armas. Los vecinos permitirían a los luchadores subir a sus techos y terrazas y de allí enfrentar mejor a los pocos policías que intentaban malamente contener algo...
…No hay ejército. Solo barricadas apoyadas por cientos de estudiantes anónimos del noroeste… Si pensaron que con la detención de algunos dirigentes todo se calmaría, se equivocaron. Continúan la lucha en las calles por su libertad. Los estudiantes se niegan a rendir exámenes en diciembre. La FOTIA, la CGT local y la CGT nacional, prácticamente todos los partidos políticos, los maestros, distintos sindicatos; todos piden por la libertad de los detenidos y los visitan en la cárcel de Caseros o Devoto. Es un reclamo que excede los límites provinciales. La lucha es tan fuerte que en tres meses los detenidos son puestos en libertad. Lo imposible resulta posible. Cerraron un comedor de 350 plazas. Resultado de esta extraordinaria movilización se consigue uno de 3.500…”
El Chino finaliza su escrito diciendo: “Es bueno recordar esas luchas, sacar experiencias de ellas. Ver en esa energía en esos cuerpos envueltos entre fuegos y sombras, en esa voluntad y confianza en el triunfo de las fuerzas populares, los antecedentes ocultos pero vivos en la memoria colectiva más profunda del pueblo de otras grandes movilizaciones recientes, de las actuales formas de resistencia”.
“Fragmentos del Tucumanazo, el Cordobazo, el Rosariazo, lo supiéramos o no estuvieron vivos y presentes en las calles de Buenos Aires el 19 y 20 de diciembre del 2001.” Reproducido en el libro Rastros en el Silencio.
En este homenaje histórico, queremos resaltar que hoy seguimos más convencidos que nunca en que estos eslabones revolucionarios fueron aprendizajes necesarios en el camino de la revolución socialista a la que nuestra organización puso toda su militancia, pasión y compromiso, confiando siempre en la fuerza de la lucha obrero estudiantil, del movimiento de masas, para derrotar no solo a la dictadura militar sino a este sistema capitalista explotador y opresor.
Ángel Paliza y Lita Alberstein
Compartimos palabras del compañero Carlos “Chino” Moya