jueves, 18 abril 2024 - 13:46

Alejandro Horowicz. “Hoy el peronismo carece de tarea histórica”

A continuación, reproducimos una entrevista realizada a Alejandro Horowicz, docente universitario, ensayista y autor de Los cuatro peronismos y El Huracán Rojo, entre otras obras. Con una mirada aguda analizó el significado del acuerdo con el FMI y la coyuntura política, enmarcada en la llegada de Massa al Ministerio de Economía. En medio de los debates sobre el rol actual del peronismo dejó definiciones contundentes sobre el partido político que hoy gobierna el país. También repasó el accionar del modelo “empresario-sindical”, a contrapelo de experiencias pasadas. Además, compartió una visión sobre el estado actual del FIT-Unidad.

Nicolás Zuttión (NZ): ¿Cómo evaluas el acuerdo con el FMI y qué perspectivas ves sobre las contradicciones que genera?

Alejandro Horowicz (AH): El acuerdo con el FMI no es una negociación argentina con el organismo. El Fondo tiene un programa único para el mundo entero y lo aplica en Grecia, en Buenos Aires o en Roma. Le da exactamente igual. Esto en un cierto sentido fracasa y en otro no. El sentido en el que fracasa es en el de los objetivos enunciados. Me refiero a que un acuerdo supone la normalización de la actividad económica y que, a partir de allí, las cosas van a funcionar razonablemente. Lo que se ve, concretamente, es que las cosas siguen funcionando igual o peor con la misma receta.

Basta pensar que en el año 2010 las deudas soberanas del conjunto de los países que integran el mercado mundial, equivalían al 50% del PBI mundial. Hoy las deudas soberanas son 4,2 veces más que la producción de un año entero del planeta. Esto nos muestra una descomunal transferencia de ingresos de los sectores productivos a la estructura financiera y, también, una operación de saqueo gigantesca, a escala planetaria. ¿Qué quiere decir, como idea física real, que un planeta deba 4,2 veces lo que produce? Uno podría decir, con este estado de situación, que hemos construido un Dios todo poderoso realmente capaz de hacer de nosotros lo que le venga en ganas.

Estamos viendo una operación de saqueo general, donde el eje está puesto básicamente en un sistema de rentabilidades que antes tenía una lógica. No es que uno la justificara, sino que entendía su comportamiento en un orden donde la necesidad insatisfecha era la clave de la vida económica y donde la capacidad planetaria de producir lo que los integrantes del planeta necesitaban no estaba dada. Cuando un cínico manchesteriano en 1900 decía a modo de ejemplo: “mire, hay cien pares de zapatos y trescientas personas necesitan zapatos. Bueno, entonces hay cien que pueden pagar y vivirán calzados, y los otros doscientos andarán descalzos”. Entonces, alguien menos cretino, llegaba a la conclusión: “los zapatos no se usan las 24hs del día, entonces si rotamos los zapatos, de cierto modo, la cantidad de gente que camina sin zapatos es muy menor”. Pero lo cierto era que había cien pares de zapatos y trescientos que necesitaban, es decir no alcanzaba para todos.

Esta no es de ningún modo la situación actual donde es posible resolver, respetando ciertos términos del propio planeta, las necesidades insatisfechas del conjunto. Hay modos eficaces e inteligentes para resolver esta cuestión. Ya que a nadie se le ocurre que cada uno de nosotros tiene que tener una línea de cañerías propias, separadas de las ciudades donde vive. Creer que uno va a producir todo, en sus propios términos y resolverlo de este modo, es una tontería y es lo que el capitalismo nos propone en esta fase absolutamente alucinante: “hacete cargo de todo”. Pues bien, la idea de hacete cargo de todo, es una idea imposible de resolver sin destruirnos nosotros mismos.

Volviendo al inicio. El Fondo es, simplemente, la agencia contable que garantiza que los bancos reciban lo que prestaron. Entonces, esa agencia contable verifica a modo clásico del contador cómo se genera el excedente. Y ¿cómo se genera el excedente en este modelo abstracto que no considera ninguna operación real? Muy fácil, si vos reducís el gasto aumentas el excedente. Por tanto, la reducción del gasto es la panacea. Se hace sin mirar el efecto multiplicador que el gasto tiene sobre el comportamiento real de una actividad económica. Cuando uno reduce el gasto, no en una empresa, sino que ese patrón se realiza en el Estado, obtenes un resultado catastrófico. Me refiero a que se obtiene la reducción del gasto, acompañada de una catástrofe económica que vuelve imposible resolver el pago de esa deuda. Pero como la operación saqueo puede continuar perfectamente se venden las empresas públicas y demás recursos, hasta que francamente te quedas sin nada. Esto, en definitiva, termina siendo un acuerdo con el Fondo.

Al mismo tiempo, hace bastante que el default como política ha quedado abandonada. En consecuencia, un acuerdo con el Fondo no puede sino ser una política catastrófica, salvo que uno pueda hacerlo a una escala en la que no lo está haciendo. Con esto me refiero a lo siguiente. Argentina, en términos de relación deuda-PBI, tiene una relación más favorable, por ejemplo, que Italia. Sin embargo, a los italianos, al gobierno italiano, financiar su crisis no le cuesta lo mismo que al gobierno argentino. El gobierno argentino paga una tasa de interés entre dos y tres veces superior a la que paga Italia. En consecuencia, un ajuste para Italia no deja de ser un ajuste, pero un ajuste al 3% de interés no es lo mismo que un ajuste al 8% de interés. Y un ajuste como este último, en la Argentina, son 8 puntos del PBI.

NZ: Estamos en un momento donde el Frente de Todos está incumpliendo su promesa electoral, con un gran número de desencantados. En ese marco, ¿cómo evaluas la llegada de Massa al superministerio de Economía?

AH: Massa no es exactamente una novedad. Massa no es más que la continuación de la política de Guzmán y Batakis. Guzmán intentó negociar sobre la base discursiva de plantear la enorme cantidad de violaciones que el Fondo hizo de su propio estatuto. El organismo incurre en las mismas cuando le otorga el Stand By al gobierno de Macri en 2019. Esa denuncia es absolutamente cierta. Macri tomó los 45 mil millones de dólares para transformar la deuda en pesos de los títulos en dólares frescos. Como no le alcanzaba el superávit de la balanza comercial, que es la primera fuente de ingresos en dólares; el mercado nacional y el internacional, por descreimiento, no le compraban más deuda. Es en este momento, cuando le dejan de comprar deuda, cuando el acuerdo con el Fondo, en términos de técnica económica, va de suyo. No tiene ninguna otra alternativa real.

Es obvio que Macri no se propone defaultear, porque él está protegiendo a la clase social y a los intereses de esa clase social, a los que convenció de poner la plata a una tasa de interés desorbitante. Algo por lo cual los hizo ganar, primero cifras siderales en pesos y luego transformaron el mismo dinero en dólares a precio oficial, sin mayor clase de inconvenientes. Esto es lo que se denomina, comúnmente, fuga de capitales. Pero esta es la condición real de los capitales en el mercado mundial. Estos no son ni norteamericanos, ni franceses, ni italianos, ni argentinos, son capitales. Los capitales se manejan según la gramática del capital. Por tanto, el capitalismo no es el gobierno de la burguesía, sino el gobierno del capital que gobierna, también, a la burguesía. Un burgués si no hace lo que el capital le impone, pierde su capital y deja de ser un burgués. Razón por la cual, más allá que le produzca alegría o desazón echar gente y realizar un ajuste, más allá de que sea un buen o mal tipo, si quiere seguir siendo un burgués necesita poseer capital y, por tanto, no puede hacer otra cosa que la que le impone esta gramática.

Los Cuatro Peronismos

Viendo esto desde este punto de vista, no hay ninguna novedad. En efecto, podrían haber hecho muchas cosas. Por ejemplo, mientras el gobierno de Macri todavía estaba negociando con el Fondo y el bloque mayoritario del PJ decía: “nosotros le avisamos a las próximas autoridades del Fondo, que nosotros vamos a ser las próximas autoridades que vamos a gobernar la sociedad argentina, y vamos a desconocer esta deuda por ilegítima. Con ustedes van a hacer aquello que el estatuto no les permite y hacerlo igual. Entonces, le decimos, esto es así y no la vamos a reconocer”. Me gustaría saber si el Fondo se hubiera animado a prestar en esas condiciones. Porque esta hubiese sido una respuesta seria, no una chicana discursiva. Cuando alguien pone el macho de espada en la mesa y el otro tiene que sacar la cuenta de si banca o no el macho de espada, vamos a ver cuánto valen las relaciones políticas. En el capitalismo la plata es una cosa muy delicada y muy seria, y estamos hablando de mucha plata: 45 mil millones de dólares. El bloque justicialista no sólo no hizo nada de esto, sino que se calló prolijamente la boca.

Es más, quiero recordar que el doctor Cavallo hizo personalmente afirmaciones de esta clase con determinados gobiernos. Y, más allá de que yo no comparto los puntos de vista de Cavallo, entiendo perfectamente la lógica de lo que pone en juego. Esta lógica puede ser utilizada más allá de cuál sea la orientación ideológica de quien la usa. Un instrumento no es necesariamente per se ni progresivo ni regresivo, es un instrumento. Hay que ver en qué condiciones produce qué clase de efectos.

Por tanto, Massa no es una novedad sino la única continuidad posible. Sino que, la única diferencia, es que los ministros anteriores carecían de capital político propio. Es decir, sólo eran funcionarios, mientras ahora estamos hablando aquí de uno de los tres socios de la alianza. Lo cierto es que es el socio que está dispuesto a poner el pecho por un arreglo de estas características, sin jugar a ninguna otra clase de discusión verbal. Para Massa el acuerdo es el acuerdo, los términos son los términos y no se trata de maquillar políticamente esto, sino que se trata de hacerlo.

Hay algo peor que hacer un ajuste, es hacer un ajuste y fracasar: no lograr la estabilización y avanzar hacia una hiperinflación directamente. En consecuencia, la hiperinflación no es un lugar donde pierden todos, sino que es una de las formas directas del saqueo, donde el conjunto de una sociedad es saqueado por los dueños de los títulos.

NZ: Partiendo del esquema en el que calificas las diferentes etapas del peronismo en Los cuatro peronismos ¿en cuál cuadra el actual gobierno?

AH: Esto es el cuarto peronismo[1] desplegado, es un proceso de descomposición donde hoy el peronismo carece de tarea histórica. En cambio, Argentina sí tiene una tarea histórica inmediata: forma parte de la constitución de los Estados Unidos Socialistas de Sudamérica -es una posibilidad- o forma parte de los Estados Unidos -que es una segunda posibilidad-. Claro que depende quién dirija ese proceso avanzará o no en una determinada dirección. Lo que yo estoy afirmando, es que ambas situaciones son posibles. Según quien la lleve a cabo tendrá una u otra característica, pero en ambos casos se resuelven determinadas clases de problemas y aparecen otros. La política, en este sentido, no es más que la resolución del conflicto en marcha. Si el conflicto en marcha se resuelve adecuadamente, maravilloso. Pero si no se resuelve adecuadamente, sigue el conflicto.

El peronismo en curso no se plantea esto como un eje de la acción política, sino simplemente se acopla a las formulaciones que el mercado mundial hace. Esto supone un intenso proceso de descomposición política. Este mismo proceso no afecta sólo al gobierno. El ejemplo es la coalición que logró gobernar, a los tumbos, hace cuatro años atrás. No se rompió en el gobierno, se rompe como oposición.

En síntesis, lo que nosotros estamos viendo, básicamente, es una creciente distancia de las representaciones políticas respecto de la naturaleza de los conflictos que tienen que resolver. Vemos un proceso decreciente de representación y, por lo tanto, una crisis de representación en curso.

NZ: En la mayoría de los gobiernos peronistas las conducciones sindicales han jugado un rol central ¿Cuál es el rol que ves que están jugando las direcciones sindicales actualmente?

AH: Podemos comenzar esta respuesta contraponiendo con otras experiencias sindicales que han existido en el país. La distancia entre el vandorismo de los años ‘60 y ‘70 con las conducciones actuales, es abismal. Primero, porque no forman parte del mismo ciclo histórico, el vandorismo es una representación sindical fordista. Es decir, estamos hablando de un mercado mundial donde la robotización no había alcanzado los niveles actuales, estamos hablando de la fábrica mundial. China es la fábrica del mundo. Cuando nosotros caracterizábamos un país como dependiente, decíamos que no tenía rama uno de la producción, siguiendo la lectura clásica de Marx. Ahora bien, cuando uno

mira la rama tal cual está conformada hoy, uno descubre que Estados Unidos no tiene exactamente rama uno. En consecuencia, estamos hablando de un ciclo histórico que poco tiene que ver con el que estamos haciendo referencia.

El vandorismo era capaz de organizar el Cordobazo. Augusto Timoteo Vandor les juntó la cabeza a los tres dirigentes sindicales de Córdoba, realiza un paro en la misma provincia y en el resto del país un paro nacional. Es decir, Vandor estaba en condiciones de hacer temblar al gobierno nacional y derrocar al gobierno de Onganía. La idea de que las direcciones actuales pueden derrocar alguna clase de gobierno, es una fantasía. No sólo no están en condiciones de hacer semejante cosa, porque además no se les ocurre proponérselo.

Cuando uno mira a esas direcciones sindicales, más allá de que tenga coincidencias o no, observándolas simplemente, ve a Vandor yendo al hipódromo jugando $300. Mira su oficina en calle Av. Caseros y La Rioja y ve mesas de bar y cuatro teléfonos arriba. En fin, uno no ve empresarios puesto a dirigentes sindicales. Uno ve dirigentes sindicales que juegan diferentes posiciones políticas con distintos proyectos políticos para el movimiento. Pero de ninguna manera juegan a ser asociado, en esos términos, al capital.

El Huracán Rojo

Para poner otro ejemplo. José Ángel Pedraza era un dirigente sindical combativo en los ‘60, integrando la CGT de los argentinos sin haber ganado su sindicato, representaba más bien una corriente y no una dirección de un sindicato en sí. Bueno, ese hombre es transformado por la lógica menemista en un empresario. Y, al mismo tiempo, el sindicato se transforma en un control de selección de personal de pagos diferenciados. Lo que se ve allí no es simplemente un problema de honradez personal de Pedraza, sino que hay un cambio de la lógica general sistémica. Ese cambio es definitivo y la posibilidad de construir otros sindicatos, de otras características y de otras condiciones, supone enormes luchas que el movimiento obrero en Argentina aún no ha dado.

Sin embargo, cuando nosotros vemos que en Amazon se organiza un sindicato estamos visualizando un fenómeno claro que el sindicalismo no se murió, sino que determinadas formas de dirección sindical no son capaces de sobrevivir. Esto se ve comparando los niveles de sindicalización de Estados Unidos en 1970 y los actuales. Se denota que es la mitad en un país donde la sindicalización nunca fue tan elevada.

Argentina, en cambio, siempre fue un país con alto coeficiente de sindicalización formal. En este momento, cuando uno mira la estructura de la clase obrera real, uno ve que los desocupados son parte, también los informales y lo que se entiende por los salarios en blanco sólo son un fragmento del conjunto de la clase tal cual está constituida. Cuando queda claro que los salarios en blanco no te sacan de la pobreza, queda claro esta situación de sometimiento y cambio de la venta de la fuerza social de trabajo. De este modo estamos entendiendo en qué consiste esta novedad sindical.

NZ: ¿Cómo ves a la oposición de derecha en este escenario, a poco tiempo de haber abandonado la Casa Rosada con una experiencia fallida?

AH: La experiencia de Juntos por el Cambio en el gobierno se puede entender de dos formas. Es fallida en términos electorales, pero exitosa en términos reales. Juntos por el Cambio vino a hacer exactamente lo que hace Juntos por el Cambio. En ese sentido, Macri hizo aquello para lo que vino.

Sin embargo, a pesar de que Juntos por el Cambio hizo todo lo que intentó, obtuvo resistencias reales de la sociedad. Es verdad que las direcciones sindicales no son Vandor, pero no dejan de ser, al mismo tiempo, direcciones sindicales. Aunque estén dispuestas a entregar muchas cosas, no están dispuestas a entregar los sillones que ocupan. Por lo tanto, en determinadas circunstancias, se ven obligados a hacer algunas cosas que, más allá que le produzcan simpatías o no, no pueden evitar hacerlas. Esa resistencia real, son las condiciones reales de ejecución de una política.

Juntos por el Cambio hace lo que un gobierno como el de Juntos por el Cambio puede hacer en estas condiciones. Conviene entender que aquí el poder del Estado no tiene la capacidad de aterrorizar militarmente a nadie, por lo menos por ahora. Entonces lo que funciona es el miedo del mercado, de perder el trabajo, las condiciones reales de existencia. Pero en momentos donde los que trabajan en blanco son pobres, los riesgos se han homogeneizado peligrosamente, permitiendo radicalizaciones imposibles de prever. Ya que por el mismo precio se obtiene una mejora salarial que una conquista política.

NZ: Para finalizar. Considerando el avance en términos orgánicos y electoral por parte de la izquierda del FIT-U, ¿cuáles pensás que van a ser los próximos desafíos en este presente político?

AH: El problema del FIT-Unidad es que sigue en un estadío electoral. Esto quiere decir que simplemente es un consenso de fuerzas que acuerdan cuestiones básicas, pero, por ejemplo, no tiene una corriente sindical del propio frente. No es, todavía, una confluencia de acuerdos sobre la naturaleza de qué hay que hacer desde el poder y ya no sobre una posición parlamentaria. Esto no lo digo a modo de divertimento, sino como una fantástica pena, porque después de todos estos años el punto de confluencia prácticamente no se ha modificado. Con respecto a la idea de que una fuerza política de estas características pueda hacer un proceso de unificarse en tendencias, casi no tiene antecedentes en el país. Se puede echar un vistazo sobre una experiencia real. Si miramos al Marx de la Primera Internacional, vemos cómo hace confluir ciertas versiones socialistas francesas con los sindicatos británicos y con el anarquismo. ¿Qué hace Marx en este caso? No determina el programa del Manifiesto Comunista y se los impone a los demás, parte de las experiencias reales, del movimiento real, y desde allí construye un instrumento político de otra calidad. Este instrumento funciona hasta que tiene que chocar con una experiencia de poder real, la Comuna de París. Cuando choca con la misma queda en claro que el artefacto no puede soportar semejante nivel de enfrentamiento y es destruido. Con esto quiero decir que las experiencias que han mostrado capacidad y eficacia son aquellas que se basan en el movimiento real, tomando los impulsos del mismo intentan lógicas superadoras.


[1] Por cuarto peronismo se entiende aquel que inicia con el gobierno de Isabel Perón, en 1974. Momento en donde comienza la adecuación de la sociedad argentina a las condiciones impuestas por el mercado mundial.

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