jueves, 28 marzo 2024 - 15:09

Abuso infantil. “A mí el Estado no me cuidó”, relato en primera persona

Desde Periodismo de Izquierda entrevistamos a L.T de la ciudad de Santa Fe, una joven víctima de abuso sexual infantil. Con 28 años de edad lleva adelante una causa judicial de abuso sexual infantil hacia su padrastro y hace 3 años espera respuestas de la justicia.

Entrevista: Fer Gutierrez (referente de Juntas y a la izquierda y el MST en el FIT Unidad de Santa Fe)

F – ¿Cómo te animaste a denunciar?

L Creo que el primer hecho no es la denuncia sino es el hacerse consciente de que estás siendo abusada, de que vivís en un ámbito familiar violento en un montón de aspectos, desde lo físico, insultos, sentirte que vos no servís para nada, que vos no sos nadie, que a nadie le importas y entendés que el amor tiene una banda de caras y en sus caras está cómo a uno lo aprendieron a amar. Que no es que no es amor, es un amor violento, porque yo quise a mi abusador mucho tiempo y a mi familia la amo, no fue fácil para ellos descubrir y asumir que estábamos en un ambiente de violencia.  Era mucho de negar, de tapar, de decir “No, esto no pasa” o cuando una persona está siendo víctima de violencia piensa que la otra persona va a cambiar, que es el alcohol, las drogas y que esa persona no es así son esas cosas que lo ponen así. Llegué a pensar que tenía la culpa, intentas evitar vestirte de tal manera, intentas evitar un montón de cosas, salir a bailar, juntarte con amigos y de a poco te va llevando. 

Yo nací en un ámbito de violencia, donde mi mamá se fue joven de su casa y denunció mucho maltrato.  Este maltrato lo repitió con sus parejas, una de las parejas es esta persona que abusó de mí, que es el papá de mi hermano menor. Yo tenía un año y medio, cuando me conoció y durante muchos años fue mi figura paterna. A mí me costó un montón asumir que esa persona a mí no me había cuidado, que no era buena esta persona, al que no entiendo muy bien porque no entiendo la psicopatía, pero no le importó nunca, de hecho, mis recuerdos van desde que la golpeaba a mi mamá, a mí, a mis hermanos hasta llegar ebrio, someterlo a mi hermano a un montón de golpes cuando quería defender a mi mamá. Hacerme sentir una puta, hacerme sentir que no valía, que no sabía nada, que no iba a ser nadie.

Y bueno, como digo yo esto viene de generación en generación una persona que sufre violencia lo viene trayendo hace un montón de tiempo, es el caso de mi mamá que repitió la violencia que venía sufriendo. En la adolescencia la repetí con parejas violentas, si ya era todo un caos antes se sumó un novio violento a mi vida al que yo justificaba. En un momento de mi vida tenía 17 años y me di cuenta que no era la vida que quería, que no quería estar con una persona que me pegue, que yo quería estudiar.

Bueno, cuando me separé, no tenía adónde ir porque no trabajaba así que volví a la casa de mi vieja. Volver a la casa de mi vieja era volver con esta persona. Mi mamá estuvo 21 años con él. 

F– Tu mamá fue una víctima más de todo este sistema. 

L- Si, porque hubo muchas denuncias, muchas personas sabían que mi mamá era víctima de violencia de género.  Nadie se animó a denunciar o nadie realmente escuchó porque cuando yo era chica no sé cuántas denuncias hubo o cuánta pelota le dio la policía. Yo cuando tenía como 15/16 años, que es cuando una pareja de mi papá me dijo “mirá, esto es grave y me parece que se lo tenés que contar a tu papá”. Al contárselo a mi viejo decide denunciarlo con una abogada, mientras tanto yo sufría ataques de pánico, angustia, me retiraban de la escuela cada tanto porque me faltaba el aire.

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F– Pensaba en dónde carajo estuvieron las instituciones del Estado que no detectaron que estabas siendo abusada desde tan pequeña…

L Primero que nada, fui a una escuela privada, y no se habla un carajo. Lo único que se dice es que abortar está mal. La pollera no puede ser corta. Y un montón de cosas más, que no te enseñan como a identificar que tu cuerpo es tuyo, que no tiene que ser sexualizado, que si hay algún preceptor que te mira mal, que no tiene que pasar porque me ha pasado en distintas instituciones y bueno yo sé que fui a una psicopedagoga en la escuela y nunca se habló del tema, y hubo un montón de manifestaciones que recordamos y hablamos con mi psicoanalista. De muchos de mis síntomas, uno de esos síntomas fue que como a los 6 años me había hecho caca en la escuela y por qué no estaba pudiendo retener, fueron un montón de cuestiones que fueron evidenciadas y nadie escuchó y nadie hizo nada. Y como vos decís, esto se detecta a través de esta persona, la pareja de ese momento de mi papá, pero nadie del estado se acercó a decirme o preguntarme, nadie hizo nada.

F-  El Estado tampoco hizo nada con la violencia que sufría tu mamá. 

L Exacto, como digo, era un secreto a voces que mi mamá era golpeada y también era un secreto a voces que esta persona era violenta, que se aprovechaba un montón de situaciones. También supe que otra persona fue abusada por esa persona y creo que si seguimos buscando debe haber muchas más. La pedofilia para mí no se cura.

F- La mayoría de los casos de abuso se dan en el ámbito intra familiar y en este sistema la familia opera en mantener en lo privado los casos…

L Si, yo cuando lo denuncie me llevó mucho tiempo entender que estaba siendo abusada, para mí era muy normal que esta persona me toque, tocar me refiero a bueno que me toque la cola, siendo más grande que me toque las tetas, que me dé un beso en la boca agarrándome fuerte de la cara y esto en reiteradas ocasiones y no una sola vez. Conozco su miembro, y no porque tenga ganas, cuando era chica no sé si se estaba masturbando conmigo o qué, pero recuerdo…

F- ¿Cuántos años tenías?

L- Alrededor de 4 o 5 años, hasta mis 19 años recuerdo que esta persona abusó de mí. Y como digo, esta es una construcción de mi vida porque bueno para mí era “me estaba amando, me estaba cuidando”. El proceso, por lo menos en mi caso no sé si en todas las víctimas, fue hacerme consciente en análisis y decir “bueno, esto pasó” y una cosa es decirlo y otra es decir “soy abusada o fui abusada” cosa que era imposible para mí, y me quedaba sin voz y mi cuerpo lo representaba de distintas maneras, bajé extremadamente de peso porque no toleraba comidas, no podía mirarme al espejo, no podía bañarme porque me daba asco tocarme, no tenía novio, no tenía ganas de que nadie me toque, me sentía sucia, me daba asco, me daba vergüenza.

No podía pasar frente al espejo, tengo un espejo enorme en casa, y la verdad que siempre me sentí cómoda con mi aspecto, con mi cuerpo y con la persona que soy. Pero asumir esto era “hay un problema conmigo”, pero no era el problema conmigo y el problema no es conmigo, porque yo no soy la que anda tocando nenes. Ni tampoco soy la que ejerce violencia.

F- ¿Consideras que la ESI es una herramienta para prevenir los casos de abuso?

L– A mi nunca me enseñaron que nadie podía tocar mi cuerpo, o que no tenía que tolerar besos que no me gustara, siendo adolescentes no me enseñaron que no me podían tocar la teta si yo no quería o cosas así. La ESI es muy importante y es un derecho en los niños que está siendo negado. La ESI permite que puedan entender que el cuerpo es de uno y que los demás no tienen derecho a tocarte y a golpearte. Poder decir “bueno, esto no estuvo bien a mí no me hizo sentir bien” y poder plantearnos esto para que no se vuelva a repetir. No creo que podamos controlar a los pedófilos o a las perversiones pero si vamos a poder detectarlos a tiempo.

F- Y ahora entra el tema de la instancia judicial en la que te encontras. El rol de la justicia, otra institución más que nos has relatado en varias ocasiones todas las vueltas, la lentitud y la actitud de revictimización a la víctima. Contanos sobre eso.

L- Si, en realidad no me dieron respuesta hace un montón de tiempo, yo nunca me entere como fue el proceso. Yo sé que estaban citando a personas, testigos para declarar, pero no sé cuántas personas fueron, quienes fueron, ni que dijeron. Un ejemplo de esto es que a mi abusador en un momento lo detuvieron y yo me entere por mi hermano de casualidad. Esa vez lo demoraron unas horas y después a los meses vuelve a caer preso, esta vez en la cárcel de coronda, me entere por mi otro hermano y que me dijo “vengo de visitar a mi viejo de la cárcel”. En fin, es así como me entero de las cosas.

También me habían citado para una cámara Gesell a la que fui y la secretaria del fiscal me pregunto a mi: “¿porque te hicieron una cámara Gesell si sos adulta?”. Y mi respuesta fue: “a mí me citaron y fui”. Yo estudio licenciatura en psicología no abogacía y tampoco tengo porque saberlo, yo soy una persona que fui a denunciar un delito y que esperé me traten con respeto, y no fue así. Me pasearon de un lugar a otro todo el tiempo, de ir a tribunales, a defensoría del pueblo, al centro territorial de denuncias, al ministerio público de acusación, me toco tocar distintas puertas y yo hacerme cargo de ir a declarar muchas veces.

Lo que me sirve es que las cosas cambien porque yo estoy sobreviviendo a esto como un montón de personas más, porque no soy la única víctima del sistema, creo que somos un montón y por distintas causas, esta es la mía. Y como es la mía, es la causa de muchas pibas más, que se encuentran con que van a denunciar y la policía se te cagan de risa. Como me paso a mí, yo a los 15 años fui a hacer la primera denuncia de todo lo que pasaba en mi casa y la policía me devolvió al mismo hogar que yo denunciaba. La policía me dijo” vos tenes que volver con tu mama porque si” y no sé si eso habrá quedado asentado en algún lado. Yo me pregunto ¿Cuánto tiempo quedan asentadas las cosas en papeles”? Yo no sé si al fiscal le faltan pruebas o no, porque la verdad es que ni siquiera sé cómo va la causa.

F- Si y tenes derecho como víctima a saber en qué estado está la causa. En ese sentido se vuelve clave manifestarse en las calles.

Es que es la única manera, porque yo ya presenté cartas, ya vengo 3 años haciendo esto. En esos años me pasaron un montón de cosas, hasta intenté suicidarme la más grave fue prepararme un coctel de pastillas porque no recibí ayuda de nadie. Solo de mi psicóloga, que esa vez le dije dame un motivo para quedarme, charlamos un rato y me dijo que había otros caminos. Pero el Estado a mí no me brindo una psicóloga, porque a ella yo le pago, y es una gran profesional que no me abandonó incluso cuando le debía plata porque yo no quería ir a análisis porque no tenía plata para pagarle, no conseguía trabajo, no tenía donde ir.

Desde que lo denuncie no recibí asistencia de psicólogos por parte del Estado, solo estaba mi psicóloga de cabecera que me dijo “mira me llamas a la hora que sea”, porque es muy difícil saber que no vas a poder salir de ahí, yo creía que no valía la pena seguir luchando, sentía que yo no valía, y si desaparecía el mundo iba a ser mejor o al menos yo no iba a estar sufriendo.

F- ¿Y hoy como crees que el mundo sería mejor?

L- De un montón de maneras, con ESI con perspectiva feminista, y estaría buenísimo que operen los organismos del Estado como dicen que supuestamente lo hacen. Mira, yo tengo 28 años y a esto yo lo vengo manifestando con mi cuerpo de siempre, pero denunciando con mi voz desde los 15, después de ahí intente borrarlo de mi cabeza, pensar en otras cosas, pero seguía manifestándolo teniendo parejas violentas y jamás hubo una respuesta integral por parte del Estado.

F ¿Crees que con la Ley micaela alcanza?

L- No se forman porque sino, no estaría pasando esto, que normalicen que hay “prioridad de casos”, yo no sé qué más hace falta para que actúen. Mi abusador tiene denuncias de violencia de género, le han pintado los dedos y esta persona sigue libre paseando por la vida como si nada. 

Hasta el día de hoy hay pibas que no quieren ir a denunciar porque no te toman la denuncia o te objetan que las pibas después siempre vuelven con los violentos. Debería estar instaurado una perspectiva de salud mental, porque una persona no vuelve a ese ámbito a soportar que te violen, te peguen, porque le gusta vivir así.

Me tocó en la comisaria de la mujer, una mujer policía me decía sorprendida: “¿en serio?”, “¿vos decís que esta persona hizo esto?”. ¡Cómo pueden preguntarme si es verdad o un invento!

F- ¿Qué le dirías a las pibas víctimas de abuso que lean esta entrevista?

L– Le diría que su palabra vale, que cuenta como persona, que su opinión vale, que no está sola. Que yo sé que por momentos se pone todo negro y es lo peor, que los días no se distinguen y que lo único que querés es evadir la realidad en la que vivís.

Les digo a cada persona que fue víctima de abuso sexual intrafamiliar, como es mi caso que cada manifestación que tiene su cuerpo habla para ser escuchada, que la angustia viene a decir algo y que sostener una vida a base del silencio cuesta la vida misma.

También quiero que sepan que de este lado no es un paraíso, aun así, es una manera de vivir más sana en la que en mi caso elijo un cuarto de helado y llorar todo un fin de semana que bajarme una botella de vodka, o que el vómito y la resaca duelen porque es tanto lo que querés vomitar que te duelen las entrañas.

De este lado puedo decir que también sobreviví y sobrevivo día a día porque tuve personas que me sostuvieron en muchos momentos, y que esa son las personas con las que elijo compartir mis días.

También quiero que sepan que estoy por mí y por cada persona que conozco en situaciones similares y porque hay una manera de prevenir esto, y solo es con educación sexual integral con perspectivas de género, educando conscientes de que hay un ser en formación y que los primero años son claves para enseñar a un ser en constitución a cómo tratarse y tratar por el resto de su vida, que sino formamos niñes con perspectivas de género, mostrándoles el camino a transitar sus emociones y que todo tipo de emoción es válida, que nuestro cuerpo se manifiesta y necesita que escuchemos nuestras emociones.

Este sistema no sólo no escucha, sino que también nos deja a la deriva de la vida misma. Te enseñan que el problema lo tenés vos por hablar, por contar, por denunciar… que las mujeres estamos locas, y la verdad muchas veces preferí estarlo, porque estar en pie cuesta todos los días un poco más. De este lado, te digo que somos muches, que acá hay aguante y que no es fácil.

Les dejo un párrafo que resuena en mi cabeza desde el día que leí el libro de Gato Fernandez: “El golpe de la cucaracha”, quien es sobreviviente de abuso sexual intrafamiliar. En su contratapa dice: “El Golpe de la Cucaracha es una historia que recurre al género fantástico para abordar una autobiografía, honesta, dolorosa y muchas veces, insoportable. El abuso intrafamiliar irrumpe el mundo infantil de Lucía, para colarse entre peluches que hablan, ratones antropomorfos imaginarios y bidets celestiales que todo lo saben”, “Imagina un lugar y ahí existen mil formas de existir. Es un caos, pero es mi hogar… laberinto sin fin, es confuso y sensacional. Noche y día por igual… todo puede pasar en noches así bajo la luna fiel muy listo hay que ser para no caer en el desierto cruel”, “Al día de hoy no voy a sostener que todos mis males se fueron y soy una persona sin dolor, pero puedo asegurar que la necesidad de hablar en voz alta sigue siendo más fuerte que todos los monstruos, esos que siempre respiran en la nuca”.

F- Gracias por tu tiempo para esta nota para difundir tu lucha, que es tu lucha y la de muchas contra este sistema capitalista y patriarcal.

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