domingo, 22 diciembre 2024 - 20:19

Abril de 1931. Cae Alfonso XIII y comienza la Revolución Española

Se cumplen 90 años en que la caída de la monarquía de Alfonso XIII, daba paso a la II República Española. El fin de este régimen monárquico va a ser el primer triunfo de la revolución española, que a lo largo de los años siguientes y hasta su derrota en manos de la dictadura de Francisco Franco en 1939, luego de la guerra civil, fue una de las revoluciones obreras más profundas del siglo XX.

La monarquía venía de un largo proceso de deterioro. El dictador Primo de Rivera, que fue el gobierno que la sostuvo durante sus últimos años, hasta enero de 1930,  había dejado paso a otros dos gobiernos: el del general Dámaso Berenguer y luego el del almirante Juan Bautista Aznar, breves y muy débiles administraciones que naufragaron empujados por las olas de las crisis y la revolución que se estaba gestando.

La estabilidad de la monarquía estaba socavada por una grave crisis económica, como producto de las ondas de choque de la crisis de la bolsa norteamericana de 1930 en el país. Pese a los progresos en cierta industrialización producida durante la primera guerra mundial, de la que España no participó, el conjunto de la economía del país tenía un carácter atrasado y semi colonial, dependiente de fuertes inversiones imperialistas. Al comenzar la década del 30, el 70% de su población era campesina.

El agravamiento de las penurias económicas de las masas desató una ola de protestas sociales entre la clase obrera y los campesinos, que repercutían directamente sobre la estabilidad de la monarquía. Como producto de los vientos de cambio que cruzaban la península ibérica, el 17 de marzo de 1930, la burguesía republicana y los socialistas firman el Pacto de San Sebastián. En este pacto “se acuerda, sin necesidad de ponerlo negro sobre blanco, convocar unas Cortes constituyentes republicanas, garantizar la libertad religiosa, acometer la reforma agraria y reconocer el derecho de autonomía de las regiones que lo soliciten en las Cortes”. Asistieron “desde el republicanismo clásico, burgués y laico, de Azaña y Lerroux, hasta el socialismo radical de Marcelino Domingo, Álvaro de Albornoz y Ángel Galarza, o el sindicalismo ugetista de Largo Caballero; desde el regionalismo moderado de Casares Quiroga hasta opciones federalistas y catalanistas de carácter progresista” (…) “o abiertamente independentista”. (1)

Este comando republicano, cuyo programa era transformar a España en una república burguesa moderna, es puesto en prisión luego de protagonizar un intento fallido de levantamiento contra la monarquía en diciembre de 1930, conocido como “sublevación de Jaca”, donde fracasó el levantamiento militar programado para acompañar a la huelga general lanzada por la UGT.

La derrota de la intentona de Jaca no detiene el proceso y como consecuencias de la crisis abierta por las elecciones municipales del 12 de abril de1931, que fueron ganadas ampliamente por los partidos republicanos, dimite la monarquía, dejando paso a un gobierno provisional republicano que inaugura la II República española.

El nuevo gobierno asume el 14 de abril y una gran movilización popular inunda las calles de España. Así lo relata «La Veu de Catalunya», el18 de abril de 1931: A las tres de la tarde del día 14 se izó en Madrid la primera bandera republicana, que tremoló sobre el Palacio de Comunicaciones. Esta bandera produjo un movimiento general de curiosidad que se convirtió en un estallido de entusiasmo” (…) “En cuanto esto se hizo público, Madrid corrió a destruir y a esconder los símbolos monárquicos. Los comerciantes proveedores de la Real Casa, las tiendas con el escudo real, las fondas, teatros y restaurantes con algún nombre relacionado con la Monarquía, hicieron desaparecer rápidamente los nombres comprometedores y dinásticos. Las estatuas que el pueblo consiguió derribar cayeron de forma implacable. Un busto de bronce de Primo de Rivera fue colgado en el balcón de Gobernación. Las banderas republicanas se hicieron más y más espesas. Los retratos de Galán y de García Hernández se prodigaron con una rapidez fulminante. La Marsellesa, el Himno de Riego, las notas de la Internacional, salieron de la boca de la multitud juvenil. El pueblo de Madrid, que suele poseer una finura crítica indudable, aderezó el espectáculo con su causticidad proverbial.” (…) “Todo el entusiasmo popular tuvo casi siempre un aire de verbena; a veces en la Puerta del Sol llegó a adquirir una densidad emotiva profunda e inolvidable. El desbordamiento del entusiasmo de la juventud popular de Madrid ha durado 26 horas seguidas, pero la disciplina ha sido admirable.” (1)

Había comenzado la Revolución Española que se desarrolló con toda su fuerza entre 1931 y 1939.

Así lo comprendía León Trotsky que, polemizando con la dirección estalinista de la III Internacional, advertía sobre los peligros del extraordinario proceso en curso: “El desbordamiento impetuoso de la cólera popular impuso a la burguesía la tentativa de hacer servir de mingo a Alfonso, odiado por el pueblo. Pero esta maniobra, que traía aparejada consigo serios riesgos, le ha sido posible realizarla a la burguesía española únicamente gracias a la confianza de las masas en los republicanos y los socialistas ya que en el cambio de régimen no se tenía que contar con el peligro comunista. La variante histórica que se ha realizado en España es, por consiguiente, el resultado de la fuerza de la presión popular, de una parte, y de la debilidad de la IC, de otra” (2)

El bienio progresista

El nuevo gobierno republicano encabezado por Manuel Azaña y Alcalá Zamora,  apoyado por los socialistas, se sostiene hasta las elecciones de noviembre de 1933, en las cuales triunfa el frente de derechas.

Durante su gestión en medio de importantes luchas, realiza una serie de reformas totalmente insuficientes para afianzar una república moderna, pero que causan gran escozor entre los sectores reaccionarios. Entre estas pueden contarse una reforma militar parcial, que limita el poder de los militares sin afectar la estructura esencial de la misma, la libertad religiosa y la limitación del poder de la Iglesia, expropiando parte de sus enormes propiedades, la ley del divorcio, el estatuto de autonomía catalana, una nueva constitución más democrática que la que sostenía la monarquía, y una parcial reforma agraria por la cual el Estado compraba tierras y las repartía entre los campesinos.

Durante su mandato se produjo la fallida insurrección militar del general Sanjurjo. Pese a haber ganado por amplio margen las elecciones constituyentes del 28 de junio de 1931, donde las formaciones de izquierda reformista, encabezadas por el PSOE, se imponen ampliamente, pierde las elecciones de 1933 con la derecha. Allí, la unión de las mismas, encabezada por Gil Robles de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) y Lerroux del Partido Radical, van a inaugurar un periodo reaccionario conocido como “bienio negro” que, sin poder derrotar la revolución en curso, le inflige importantes reveses como la sangrienta represión al levantamiento de los mineros asturianos en 1934.

La razón fundamental de esta derrota electoral fue la insuficiencia total de las reformas, que a la par que causaban gran molestia en los sectores conservadores, no alcanzaban para dar respuesta a los reclamos de los trabajadores y campesinos, que se sentían protagonistas de una revolución traicionada por el que habían considerado su gobierno. La burguesía democrática y liberal, mostraba así su total incapacidad para enfrentarse a los grandes capitalistas y sectores imperialistas que dominaban el país. La revolución española quedará en manos de los obreros y campesinos, que protagonizarán páginas gloriosas en la historia del movimiento obrero mundial.

  • Tomado del libro “La Segunda República Española, una crónica 1931-1936”, escrito por Josep Pla, que rescata fuentes inéditas de la época.
  • La revolución española y sus peligros”, León Trotsky, 28 de mayo de 1931.

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