martes, 23 abril 2024 - 21:05

A 98 años de su nacimiento. Por siempre Saramago

José de Souza Saramago nació el 16 de noviembre de 1922 en Azinhaga, Portugal. Hijo de padres campesinos, sin tierra ni recursos económicos. A los 12 años José entra a una escuela industrial donde descubre la literatura a través de los clásicos.

“Empezar a leer fue para mí como entrar en un bosque por primera vez y encontrarme de pronto con todos los árboles, todas las flores, todos los pájaros. Cuando haces eso, lo que te deslumbra es el conjunto. No dices: me gusta este árbol más que los demás. No, cada libro en que yo entraba lo tomaba como algo único”.

No obstante ser buen alumno, debe abandonarla porque sus padres no pueden costear su educación. Así desarrolla el oficio de cerrajero mecánico por dos años. Luego trabaja como empleado administrativo en la seguridad social y comienza a escribir su primer novela Tierra de pecado, publicada sin éxito alguno en 1947. Luego escribe Claraboya, cuya copia queda dormida en el cajón de una editorial durante más de 30 años hasta que, luego de recibir el Nobel de literatura, lo contactan de la misma para publicarla. Saramago retira indignado la copia y decide no publicarla. Lo hará su esposa, Pilar del Río, dos años después de su muerte.

Los siguientes 20 años no escribe ni una letra porque “sencillamente no tenía algo para decir y cuando no se tiene algo para decir lo mejor es callar”.

Comienza a trabajar en un periódico, pero es expulsado al poco tiempo por razones políticas. Recordemos que imperaba la dictadura de Salazar, quién montó una férrea censura y un eficaz aparato represivo contra los oponentes a su gobierno.

También se desempeña como crítico literario, trabaja en una editorial y en su tiempo libre traduce obras de clásicos como Baudelaire, Maupassant, Tolstói.

En 1969 se afilia al clandestino Partido Comunista y se dedica pura y exclusivamente a escribir. Censurado y perseguido, en 1975 se implica en forma denodada a la Revolución de los Claveles que devuelve la democracia a un empobrecido y torturado Portugal.

Su primera gran novela fue Levantado del suelo, un retrato sobre las condiciones de vida de las y los trabajadores de Lavre, en la provincia de Alentejo. A partir de allí escribe sin descanso hasta su muerte. Le siguen Memorial del convento en 1982 y en 1984 El año de la muerte de Ricardo Reis, sobre uno de los heterónimos de Fernando Pessoa a quien admiraba profundamente.

El evangelio según Jesucristo, publicado en 1991, lo lleva a la fama internacional generando fuertes polémicas en el Vaticano y siendo censurado un año más tarde en Portugal. El gobierno portugués veta su presentación al Premio de Literatura Europea por considerar que ofende a los católicos. Como férreo ateo y cansado de las persecuciones y del oscurantismo religioso, Saramago abandona Portugal para vivir en la Isla Canaria de Lanzarote.

“María de Magdala llevó a Jesús hasta un lugar junto al horno, donde era el suelo de ladrillo, y allí, rechazando el auxilio de él, con sus manos lo desnudó y lo lavó, a veces tocándole el cuerpo, aquí y aquí, y aquí, con las puntas de los dedos, besándolo levemente en el pecho y en los muslos de un lado y del otro. Estos roces delicados hacían estremecer a Jesús, las uñas de la mujer le causaban escalofríos cuando le recorrían la piel, No tengas miedo, dijo María de Magdala. Lo secó y lo llevó de la mano hasta la cama”.

Le siguen Ensayo para la ceguera, llevada al cine en 2008. Una extraña epidemia deja ciega a toda una ciudad excepto una mujer que tendrá un rol protagónico en su novela Ensayo sobre la lucidez (2004).

En 1997 publica Todos los nombres, donde relata la obsesión que desarrolla un funcionario de un registro civil cuando descubre la ficha sin foto de una mujer de la cual se enamora y a la que está decidido a encontrar. Una singularidad: solo hay un nombre propio a lo largo del relato en las más de 300 páginas, el de su protagonista.  La crítica ha dicho “Todos los nombres es la historia de amor más intensa de la literatura portuguesa de todos los tiempos”.

En 1998 recibe el Premio Nobel de Literatura, único portugués que accede al mismo, hasta el momento.

“Nada prometía un Premio Nobel. Quiero decir que nací en una familia de gente muy pobre, campesina y analfabeta, en una casa donde no había libros y en unas circunstancias económicas que no me habían permitido entrar en la universidad”.

En el año 2000, aparece La caverna.  En ella recrea el mito platónico, pero aquí la caverna no es la ignorancia, sino el capitalismo. Una familia de alfareros comprende que ha dejado de serle necesaria al mundo ante el gigante centro comercial que se inaugura y que se niega a comprarle sus productos, ya que el plástico es más económico. Un centro comercial que fagocita el entorno. Se cierne sobre ella el fantasma de la desocupación, la miseria, la desesperanza y la soledad.

“Toda arqueología de materiales es una arqueología humana. Lo que este barro esconde y muestra es el tránsito del ser en el tiempo y su paso por los espacios, las señales de los dedos, los arañazos de las uñas, las cenizas y los tizones de las hogueras apagadas, los huesos propios y ajenos, los caminos que eternamente se bifurcan y se van distanciando y perdiendo unos de los otros”.

En 2002 el poeta palestino Mahmud Darwish invita a un grupo de escritores del Parlamento Internacional de Escritores a visitar Palestina. La delegación está presidida por el novelista norteamericano Rusell Banks y compuesta, entre otros, por los premios Nobel José Saramago y Wole Soyinka. Así nace el documental Escritores de frontera que deja plasmada la opresión y las vejaciones que el régimen ocupante sionista arremete contra la población palestina. Ese mismo año Saramago fue considerado persona non grata en Israel, por comparar la política de este país en los territorios ocupados, con los campos de exterminio nazis de Auschwitz. Retiraron todos sus libros de las librerías israelíes.

No puedo dejar de nombrar El hombre duplicado (el encuentro entre dos hombres totalmente idénticos) y Las intermitencias de la muerte (¿qué pasaría si la gente dejara de morir?), pero corro el riesgo de aburrir al único lector que confundido, haya abierto esta crónica. La obra de Saramago es tan amplia, vasta y fecunda que es imposible abarcarla toda, en estas pocas páginas. A sus novelas se agregan memorias, poesías, crónicas, diarios de viaje, teatro y ensayos. Sería interminable citar sus intervenciones en congresos, conferencias nacionales e internacionales como así también la infinidad de premios recibidos.

Una literatura crítica, esperanzada y comprometida con los vulnerables y oprimidos. Un estilo literario único, irrepetible, maravilloso y emocionante. Considerada por los entendidos como una de las más importantes de la literatura contemporánea.

En ninguna crónica puede faltar una historia de amor. Pilar del Río, periodista y traductora, lee las novelas de Saramago e impactada decide conocerlo con la excusa de hacerle una entrevista. Dos años después se casan. Actualmente dirige la fundación que lleva el nombre del gran escritor. En ella está su invalorable biblioteca y su colección de relojes detenidos a las 4, como símbolo del amor infinito hacia ella, porque a esa hora se conocieron.

Si bien en 2004 fue candidato al Parlamento Europeo por el Partido Comunista, sus críticas al mismo estuvieron siempre. No era un conformista al que pudiesen avasallar y dictarle qué decir. Así en 2007 en una entrevista nos dice: “Hay que volver a Marx, desde luego. Pero con muchísimo cuidado. Porque hay una cosa terrible, un escollo casi insalvable, y es que el poder lo contamina todo, es tóxico”. Con respecto a la Revolución de Octubre del 17, nos dice en esa misma entrevista: “Sería una injusticia histórica decir que no abrió el camino a luchas e ideales, pero también es cierto que muy pronto la Unión Soviética empezó a degenerar, y degeneró totalmente. (…) Ya sabemos que el poder corrompe, y que el poder absoluto corrompe absolutamente. (…)  Como no sabemos manejarlo, él es el que nos maneja a nosotros. ¿Cómo es posible que quienes protagonizaron la epopeya de la Revolución Rusa no hayan sabido mantener viva la llama?”. Dura crítica a la burocratización de la URSS pero a la vez un gran interrogante filosófico sobre el poder.

A partir de 2007, cuando se salva de la muerte por una pulmonía que lo tuvo en jaque, sale ya muy poco de su casa y dedica la mayor parte del día a escribir. Solo abandona la escritura para apoyar las causas justas, como por ejemplo la huelga de hambre que la activista por los Derechos Humanos saharaui, Aminetu Haidar, comienza en el aeropuerto de Lanzarote, a raíz de su expulsión dictaminada por Marruecos en 2009.

José Saramago fallece de leucemia crónica el 18 de junio de 2010, en Lanzarote a la edad de 87 años. Escribe hasta el último día, ya que llevaba treinta páginas de la que sería su próxima novela que murió con él, Alabardas.

En el primer aniversario de su muerte sus cenizas partieron hacia Lisboa, donde fueron esparcidas a los pies de un olivo centenario, traído de su pueblo natal, en el Campo das Cebolas frente a su fundación.

Leerlo es un compromiso con la vida, la esperanza, la poesía, la magia y el deseo de cambiarlo todo.

Por siempre Saramago… Por siempre.

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