miércoles, 18 septiembre 2024 - 21:56

A 77 años de la Ley del voto femenino. Una conquista histórica

El 9 de septiembre de 1947 es una fecha crucial en la historia política de Argentina. Ese día, se promulgó la Ley 13.010, que permitió a las mujeres argentinas votar y ser elegidas en elecciones nacionales. Esta ley marcó un hito significativo en la participación política de las mujeres y constituyó un avance fundamental hacia la igualdad de género en el país. Sin embargo, la conquista del sufragio femenino no fue un proceso simple ni instantáneo; fue el resultado de décadas de luchas y activismo de numerosas mujeres que desafiaron las normas sociales y políticas de su tiempo, una lucha que empalmo con la ola feminista de ese tiempo y masifico el reclamo.

Inicios del siglo XX: primeros pasos

La propuesta de Julieta Lanteri:

Entre las pioneras de esta lucha se encuentra Julieta Lanteri, una figura emblemática en la historia del sufragismo. Nacida en 1873, Lanteri fue una de las primeras mujeres en ingresar a la arena política y luchar por los derechos de las mujeres. No solo fue la primera mujer en votar en América Latina, sino que también se destacó por su compromiso con una serie de causas sociales y políticas más amplias.  En 1911, Lanteri solicitó su empadronamiento para votar en las elecciones municipales de Buenos Aires, basándose en que la ley vigente no especificaba el sexo de los votantes. Su determinación le permitió emitir su voto en la Iglesia San Juan Evangelista de La Boca, convirtiéndose en la primera mujer en Sudamérica en hacerlo. Este acto disruptivo, fue toda performance, que marcó el inicio de una serie de esfuerzos por ampliar la participación política de las mujeres, al calor de numerosas luchas en el plano nacional e internacional. 

Pero Lanteri no solo se enfocó en el sufragio; también luchó por mejoras en las condiciones laborales de las mujeres, el derecho al divorcio, y se opuso a la intromisión de la Iglesia en la vida privada. Su trabajo incluyó asesorar a las lavanderas de La Higiénica en 1912, demostrando su compromiso con las trabajadoras. Además, fue una de las primeras mujeres en recibir un título universitario en Argentina, siendo la quinta médica graduada del país y la primera italiana en alcanzar tal distinción.

Julieta Lanteri Votando – Archivo General de la Nación

El Movimiento Socialista y el Comité Pro-Sufragio Femenino: 

A principios del siglo XX, el activismo por los derechos de las mujeres comenzó a consolidarse en Argentina, de la mano de figuras como Julieta Lanteri, Carolina Muzzilli y Elvira Rawson.  Entre las figuras destacadas se encontraba Alicia Moreau de Justo, médica, socialista e impulsora del sufragio femenino. En 1907, Moreau fundó el Comité Pro-Sufragio Femenino dentro del Partido Socialista. 

Este comité se convirtió en un centro neurálgico para la promoción de los derechos de las mujeres y presentó en 1911 el primer proyecto de ley de voto femenino en el Congreso. Sin embargo, el proyecto fue rechazado sin siquiera ser debatido. A pesar de este revés asestado por las tendencias conservadoras que aun primaban en las cámaras legislativas, el comité continuó con su trabajo, organizando simulacros de elecciones y promoviendo la participación femenina en la política mediante charlas, acciones y eventos públicos.

La Unión Feminista Nacional:

En 1918, Alicia Moreau de Justo fundó la Unión Feminista Nacional, una organización que continuó abogando por los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Esta organización se expresó a través de la revista “Nuestra Causa”, publicada entre 1919 y 1921, y fue influenciada por las ideas y estrategias aprendidas en el Primer Congreso Internacional de Obreras en Washington, al que Moreau asistió como delegada.

A pesar del avance que representó la creación de la Unión Feminista Nacional y otros esfuerzos similares, los proyectos de ley que proponían el sufragio femenino enfrentaron numerosos obstáculos legislativos. 

Entre 1916 y 1930, se presentaron seis proyectos de ley sobre el voto femenino, pero ninguno de ellos fue debatido en las Cámaras.

Un avance significativo se produjo en 1926 con la sanción de la Ley 11.357 sobre la “Capacidad Civil de la Mujer”, que otorgó a las mujeres argentinas igualdad legal con los hombres en términos de derechos civiles. Aunque esta ley no incluyó el derecho al voto ni al divorcio, representó un paso importante, ya que permitía a las mujeres ser titulares de derechos civiles (firmar contratos, participar en sociedades, etc), rompiendo con siglas de tutela masculina. 

Ensayo de voto femenino organizado por la Unión Feminista (1920)

La Ley 13.010 y la conquista del voto

El camino hacia el voto femenino en Argentina cobró un nuevo impulso en la década de 1940, a raíz de cambios importantes en la escena local e internacional: el auge del movimiento obrero que impulsó la sindicalización por los derechos laborales y el movimiento sufragista que ya había conquistado el voto femenino en la mayoría de los países centrales. En 1947, durante el primer gobierno de Juan Domingo Perón, se promulgó la Ley 13.010, que estableció el derecho de las mujeres a votar y ser elegidas para cargos políticos. Esta ley fue parte de una serie de reformas promovidas por Perón y su administración, que vio allí un caudal importante de capital político a capitalizar.

El 23 de septiembre de 1947, la Ley 13.010 fue promulgada oficialmente. Y no solo permitió a las mujeres ejercer su derecho al voto, sino que también les otorgó los mismos derechos políticos que los hombres. La primera vez que las mujeres ejercieron su derecho al voto fue el 11 de noviembre de 1951, en unas elecciones que demostraron la masiva participación de las mujeres en la vida política del país. En esas elecciones, más de 3.800.000 mujeres votaron, representando el 90,32% del padrón femenino, y superando la cantidad de votos masculinos en varias categorías. Este evento histórico no solo marcó un avance significativo en los derechos políticos de las mujeres, sino que también tuvo un impacto tangible en la política argentina, contribuyendo al éxito electoral del peronismo en diversas regiones del país.

Recuadro:  Datos de las primeras elecciones con voto femenino en nuestro país: 

En las elecciones del 11 de noviembre de 1951 votaron 3.816.654 de mujeres, es decir, el 90,32% del padrón femenino (el total de mujeres empadronadas ascendía a 4.225.473) y el 48,9 % del padrón general. El voto de mujeres superó al de varones, que alcanzó los 3.777.494 de votos (el 86.08% del padrón) y también la cantidad de votos de mujeres al peronismo fue mayor que la de los varones (2.441.558 y 2.303.610). Esta proporción sólo se vio reflejada en el Partido Peronista, ya que en el resto de las fuerzas políticas que participaron de la elección –UCR, Partido Demócrata, Partido Socialista, Partido Comunista, Partido Demócrata Progresista, Concentración Obrera, Salud Pública y la U.C. Nacionalista- los votos masculinos superaron a los femeninos. El 90 % del padrón femenino concurrió a sufragar.

Las mujeres votaron por primera vez en 1951 en Argentina. 

Eva Perón y la Popularización del Sufragio Femenino:

“Recibo en este instante de manos del Gobierno de la Nación la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas, sintiendo jubilosamente que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria”, exclamó Eva Perón el 9 de abril de septiembre de 1947 ante una multitud de mujeres que se manifestaban en la Plaza de Mayo.

El papel de Eva Perón en la conquista del sufragio femenino es un tema de considerable interés. Aunque al principio no mostró un interés particular en esta causa, Eva Perón se convirtió en una figura clave en la promoción del voto femenino a través de su trabajo en la Comisión Pro Sufragio. Su apoyo al sufragio femenino se vio como una extensión de su creciente popularidad, a pesar de que muchas de sus posiciones respecto de las libertades civiles y democráticas de las mujeres fueron contradictorias. 

Eva Perón y su influencia en la implementación de la Ley 13.010 reflejan una política de contención hacia el creciente movimiento laboral femenino, que empezaba a ser masivo. Y además  una política  provocadora sobre todo a las clases altas de nuestro país. La incorporación de las mujeres al mercado laboral y su creciente participación en la vida pública hicieron que la cuestión del voto femenino se volviera crucial para el peronismo. En las elecciones de 1951, la participación femenina fue notable, y las mujeres votaron en grandes cantidades, contribuyendo a la victoria electoral del peronismo en varias áreas.

Debates y controversias: Feminismo y política

La promulgación de la Ley 13.010 no estuvo exenta de controversias. En el campo del feminismo, surgieron divisiones significativas en relación con la ley.  Uno de los debates más comentados es el que inició Victoria Ocampo, una destacada feminista y escritora quien criticó la ley, acusando al peronismo de utilizar el sufragio femenino para consolidar su poder político. Este dato resulta llamativo: Una feminista que se había sumado como compañera de ruta a la Unión Argentina de Mujeres, que participó en meetings callejeros contra la derogación de la ley de 1926 que otorgaba los mismos derechos civiles a las mujeres mayores de edad que a los varones, y que escribió algunos folletos doctrinarios acerca de los derechos y las responsabilidades de las mujeres, ahora se oponía a la ley de voto femenino. Es que Ocampo y otras feministas ilustradas, más cercanas a la aristocracia, argumentaban que el gobierno peronista estaba utilizando el sufragio femenino para consolidar su control. Los argumentos que esgrime en contra de lo que ella llama “la manipulación de las mujeres” por parte del gobierno es que esa medida demagógica “no quiere ampliar derechos civiles, sino más bien manipularlas y cooptarlas.”

Sobre Eva perón, Ocampo dijo, por ejemplo, “ésta es una mujer que habla por un hombre, que está hablada por Perón, que está mediada por la voz del otro” y la reconstruye como una figura muy retardataria en relación con el modelo de mujer independiente que ella pregonaba.

 Aquí, surge, lo que podríamos llamar, una primera división del feminismo argentino: un feminismo popular, ahora de corte peronista, versus, un feminismo ilustrado, representado por figuras como victoria Ocampo, quién, por razones “anti-peronistas” y liberales, no estuvo a favor de la ley de voto femenino. 

Desde un lugar muy diferente, Alicia Moreau de Justo, quién históricamente se había posicionado a favor del voto femenino y militado por ello, se opuso también a la propuesta de ley impulsada por el peronismo.  Moreau de Justo, en 1932, había elaborado un proyecto de ley de sufragio femenino que fue presentado por el diputado socialista Mario Bravo y que obtuvo la aprobación de los diputados, pero que fue rechazado en el Senado al encontrarse ampliamente dominado por los conservadores. En 1947, con la sanción del voto femenino, Alicia Moreau criticó la medida como insuficiente, dado que no se habían logrado concretar otros avances legislativos relacionados con los derechos de las mujeres, a la par que denunciaba lo que podríamos denominar como un uso político del movimiento de mujeres por parte del gobierno peronista. 

Un debate de actualidad que advierte los riesgos de la cooptación del feminismo, pero que además invita a revisar sectarismos respecto de las conquistas democráticas, que exceden la voluntad directa de tal o cual gobierno. El voto femenino, antes que iniciativa de Evita, fue la propuesta de un movimiento internacional sufragista, que incluía a anarquistas, radicales, socialistas, comunistas y librepensadoras que forzaron la escena para que el voto femenino sea una realidad, transformado la historia a largo plazo, independientemente del uso político que favoreció electoral y coyunturalmente al gobierno de Perón.  

Pues a la luz de los números, la campaña y la ley de voto femenino fue todo un éxito: las mujeres acudieron masivamente a las urnas. Para esas elecciones en el padrón figuraban 8.623.646 de electores, entre ellos, 4.222.467 mujeres. De ese total, el 90,32% se hizo presente en las urnas y más de la mitad votó al peronismo. El resto de las electoras, 1.375.096, lo hicieron por otras fuerzas políticas, que en total sumaban ocho candidaturas.

Este derecho también permitió que las mujeres puedan ser candidatas y participar de la toma de decisiones. Y el acierto, se refuerza con los hechos que le siguieron, donde más allá de las coyunturas, se trató de un siglo en el que las mujeres conquistaron enormes avances en materia de derechos cívicos, civiles y democráticos. El derecho al voto permitió a las mujeres participar en la vida política del país y desempeñar nuevos roles en la toma de decisiones. 

Algunas ideas de cierre

En el actual contexto, cuando algunos sectores impulsan el retroceso en materia de conquistas democráticas y una amplia gama de derechos aparecen cuestionados, es importante remarcar que la lucha nunca acaba, no son logros en mármol que pueden sostenerse sin cuestionamiento, sino que son las organizaciones sociales las que sostienen esas construcciones. Porque son los colectivos sociales los que estructuran y dan cuerpo a las demandas y los que permiten su sostenibilidad en el tiempo. 

En Argentina tenemos una historia potente de construcción del movimiento feminista que a lo largo de los años ha ido sedimentando estas luchas y conquistas, demostrando que se pueden conquistar leyes sustantivas, pero sin un colectivo que las impulse y les dé sentido, estás pueden convertirse en letra muerta. Como así  también las y les referentes que en su momento enarbolaron esas luchas, o sus espacios muchas veces las abandonan luego.  La garantía es la movilización permanente y la conquista por un feminismo de clase que luche por cambiar de sistema.

Esta pelea por uno de los más elementales derechos cívicos, por el que mujeres de distintos países en el mundo se movilizaron durante años, implicó la cárcel y la represión para muchas. Obtenido ese derecho, bien sabían que eso no borraba las desigualdades de género. Luego de 73 años de voto femenino, las mujeres todavía tenemos muchos derechos por conseguir. Hoy en día, seguimos siendo las mujeres las que tenemos los trabajos más precarios, seguimos cobrando menos que los hombres ante los mismos trabajos. Obtuvimos el derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo, pero aún debemos pelear porque sea un derecho plenamente efectivo. Por eso seguimos el camino de aquellas mujeres que no solo pelearon por el acceso al voto, sino que compartían sus luchas con trabajadoras en la conquista de sus derechos. Las agendas que se promueven desde los colectivos sociales y militantes, son las que realmente trascienden y permiten lograr nuevos avances en el tiempo.

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