viernes, 22 noviembre 2024 - 08:04

A 50 años del Viborazo. Cuando el clasismo cordobés ganó la calle.

Este 15 de marzo se cumplen 50 años de un acontecimiento semi insurreccional en Córdoba que alguno/as consideran un hito de la lucha obrera y que marcó la consolidación de una experiencia sindical clasista encarnada en el Sitrac Sitram.

En marzo de 1971 ocurrió lo que alguno/as denominan el segundo Cordobazo y otros opinan que fue un hecho superior: el Viborazo. Fue una nueva y masiva rebelión obrero-estudiantil derivada de una huelga general ocurrida el 15 de marzo. La huelga fue declarada en repudio al asesinato de Adolfo Cepeda, un obrero de 18 años, el 12 marzo en el barrio Ferreyra a manos de la policía cordobesa. Esta estaba comandada por el comisario Julio Ricardo San Martino, un verdadero “pionero” en la implementación de los métodos del terrorismo de Estado que luego generalizaría la dictadura instituida en 1976.

El término Viborazo es una expresión más del famoso humorismo popular cordobés.[1] Su origen está en las palabras del interventor de facto de la provincia de Córdoba, José Camilo Uriburu, el 7 de marzo de 1971 en la Fiesta Nacional del Trigo en la ciudad de Leones, frente al presidente militar Roberto Marcelo Levingston [2]. Allí, en clara alusión al poderoso movimiento sindical y estudiantil cordobés, sostuvo que la ciudad era el epicentro de una “conjura revolucionaria” a la que se comprometía a poner fin:

“Nadie ignora que la siniestra organización antiargentina que dirige a los que quieren dirigir la contrarrevolución, ha elegido a Córdoba, epicentro nacional, para su cobarde y traicionera maniobra. Por ello es que en estas circunstancias no puedo limitarme a una académica o lírica enunciación de principios o de números. Declaro sí que confundidas entre la múltiple masa de valores morales que es Córdoba, por definición, se anida una venenosa serpiente cuya cabeza quizá Dios me depare el honor histórico de cortar de un solo tajo”. (4)

De inmediato, el humorismo del pueblo cordobés comenzó a usar la imagen de la víbora para reírse del interventor provincial. El diario vespertino Córdoba, comenzó a publicar todos los días alguna imagen de una víbora, con comentarios políticos graciosos. El chiste jugaba además con el doble sentido de que en Córdoba se le dice “Uriburu” a un insecto que despide mal olor cuando se lo mata. En el mismo sentido en las asambleas y movilizaciones se repartía a modo de broma, cual “meme” de la época, volantes firmados por el “Comando de la Víbora Colorada del Barrio Chino” (5).

El interventor tuvo que renunciar apenas dos semanas después de ese discurso a causa de la pueblada motorizada por el mismo movimiento sindical y estudiantil que pretendía decapitar. El 17 de marzo, el diario provincial La Voz del Interior publicó una historieta de un solo cuadro, realizada por el popular dibujante Alberto Cognigni, mostrando una víbora “panzona”, haciendo la digestión y eructando “GRUP”, mientras un pajarito le decía “proveecho…”. [4]

La época de los “Azos”

La metáfora de la víbora para aludir al movimiento de oposición a la dictadura se combinó con la palabra “Cordobazo”, como se había denominado el estallido de 1969, utilizando el aumentativo “azo” que utilizaron también las demás rebeliones que se multiplicaron entre 1969 y 1972.

Si bien no fue ni el primero ni el único, el Cordobazo formó parte de una serie de puebladas entre los años 1969 y 1972 -todas ellas nombradas con palabras terminadas con el sufijo “azo”-  contra la dictadura autodenominada “Revolución Argentina” encabezada por Juan Carlos Onganía en 1966.

La abolición de los partidos políticos impuesta por Onganía y todo canal de expresión política impulsó la radicalización política y el surgimiento de movimientos insurreccionales, que se generalizaron en 1969 bajo la forma de puebladas impulsadas por sectores del movimiento obrero y estudiantil.

La ola de estallidos obreros y populares hirieron de muerte el proyecto denominado por los militares como “Revolución Argentina”, que a partir de entonces comenzó a batirse en retirada, y atizaron el proceso de movilización social y radicalización política que recorría el país.

Las puebladas, huelgas y movilizaciones, con el protagonismo de la clase obrera y la juventud universitaria, hirieron de muerte al gobierno militar y llevaron a la salida del dictador Juan Carlos Onganía, en junio de 1970. Dos años después se produjo el Viborazo, que llevó a la renuncia del dictador Roberto Marcelo Levingston (quien había remplazado a Onganía), dos semanas después, para dar paso al general Alejandro Agustín Lanusse y un proceso de salida electoral que culminará en marzo de 1973 (1).

Sin ser el primero, el Cordobazo, en tanto acontecimiento semiinsurreccional, fue quizás el eslabón previo más importante de esa cadena de rebeliones comenzadas el 15 de mayo de 1969, donde fue asesinado Juan José Cabral en una protesta estudiantil en la ciudad de Corrientes, desencadenando una pueblada conocida como el Correntinazo. Al día siguiente, en otra marcha estudiantil en Rosario en repudio al asesinato de Cabral fue asesinado el estudiante Luis Norberto Blanco, generando una pueblada en la ciudad conocida como primer Rosariazo y movilizaciones de protesta en todo el país, incluyendo Córdoba, donde se realizó una huelga estudiantil, violentamente reprimida, y la toma del barrio estudiantil de Alberdi, el 23 de mayo.

El día 29 de mayo las diferentes marchas que se dirigieron al centro de la ciudad estaban formadas por militantes de Luz y Fuerza, que llevó a mas unos mil trabajadores, SMATA, la UOM, la UTA y distintas fábricas, además de bancarios y empleados judiciales, municipales y de comercio. Fueron muy importantes también las columnas de los estudiantes universitarios. La radicalización política se expresaba en las consignas: “Luche, luche, luche, no deje de luchar por un gobierno obrero, obrero y popular”, clamaban las calles. La represión policial desplegada con el objetivo de que las columnas obreras no llegaran al centro de la ciudad terminó con la vida del obrero Máximo Mena.

Cuando la noticia corrió entre los manifestantes, se organizó una resistencia que enfrentó e hizo retroceder a las fuerzas policiales que se refugiaron en la Jefatura de policía, que en ese momento funcionaba en Cabildo Histórico. Frente a la virtual toma de la ciudad por los obreros y estudiantes, las autoridades dictatoriales de la provincia sacaron el Ejército a la calle, que tardó un par de días en lograr recuperar el control de la ciudad. Más de 100 personas fueron juzgadas de manera sumaria por el Consejo de Guerra Especial establecido en el III Cuerpo de Ejército y condenadas a penas de prisión en cárceles militares. El dirigente de Luz y Fuerza Agustín Tosco, por ejemplo, fue condenado a ocho años de prisión y enviado primero a La Pampa y luego al penal de Rawson para ser liberado 7 meses después.

Sitrac Sitram, el clasismo entra en escena

El Viborazo tuvo como aspecto distintivo la participación de los gremios Clasistas Sitrac Sitram que organizaban al personal de dos filiales de la empresa Fiat (MaterFer y ConCord) y que desde marzo de 1970 eran dirigidos por una conducción clasista integrada por José Francisco “Petizo” Paéz, Domingo Bizzi, Gregorio Flores y Carlos “el Gringo” Masera, entre otros (3).  En palabras de Ángel Stival estos no fueron líderes carismáticos de la talla de Agustín Tosco. Pero si Tosco y Elpidio Torres fueron las caras con las que se asocia al Cordobazo, las siglas Sitrac y Sitram identifican al Viborazo y Flores y Páez dos de sus principales dirigentes.

A partir de la década de 1960, Córdoba fue una ciudad central en la industria automotriz argentina: Fiat con sus tres plantas ubicadas en Ferreyra (Concord, Materfer y Grandes Motores Diesel), e Industrias Kaiser Argentina (luego IKA-Renault), eran las locomotoras del crecimiento industrial cordobés (5).

Lo producido por la clase obrera cordobesa en el centro industrial Fiat en el barrio Ferreyra recorría el país: motores de autos en Concord (en gran medida para familias de clase media como el Fiat 600), vagones rodantes o material ferroviario en Materfer, y Grandes Motores Diesel. Su competencia en el barrio de Santa Isabel ofrecía desde los primeros Renault Gordini presentados en 1962, hasta el flamante Torino en 1966 (5).

Completando el cuadro social y político, los obreros que trabajaban en las fábricas automotrices de Córdoba eran jóvenes, tenían un buen nivel de instrucción (muchos estudiaban en colegios Técnicos o en la propia Universidad Tecnológica Nacional), y eran por lo tanto sensibles a los aires de cambio que atravesaban a la juventud en gran parte del mundo, desde la revolución cubana al mayo francés (3, 5).

Sitram y Sitrac fueron las siglas de dos sindicatos de planta fabril creados en 1960 para organizar a los trabajadores de dos fábricas de la empresa Fiat instaladas en Córdoba: la fábrica Concord (Sitrac) y la fábrica Materfer (Sitram).

Paradójicamente, en sus inicios ambas organizaciones gremiales se conformaron como “sindicatos amarillos” (pro patronales), debido a que su creación fue impulsada por las empresas, con el fin de impedir que los trabajadores de las dos fábricas cordobesas se afiliaran al Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (Smata), poderoso sindicato de rama nacional que dominaba la industria automotriz. Para crear Sitrac y Sitram, Fiat recurrió a su influencia en la democracia cristiana, que en esos años actuaba en la Acción Sindical Argentina (ASA) (3).​ Como la ley sindical argentina, sancionada por iniciativa del presidente Arturo Frondizi no permitía que los sindicatos de empresa obtuvieran la personería gremial (que se otorgaba al sindicato de rama mayoritario y daba acceso a la negociación colectiva, el descuento de aportes por planilla, la huelga y la elección de delegados), los trabajadores de ambas plantas se afiliaron a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), que mantenía un conflicto con el Smata por el encuadramiento de los trabajadores de la industria automotriz.

En 1965 el gobierno radical de Arturo Illia cambió la legislación laboral, permitiendo que en ciertas circunstancias los sindicatos minoritarios pudieran también acceder a la personería gremial. Aplicando esa nueva legislación, el gobierno de Illia le concedió la personería gremial al Sitrac. Ese mismo año, cuando el Sitrac comenzó a discutir con la empresa el convenio colectivo que le correspondía firmar en ejercicio de su recién adquirida personería gremial, se produjeron una serie de conflictos gremiales que terminaron con el despido de los delegados más activos. La conducción del sindicato quedó entonces en manos del sector más cercano a la empresa (3).​

Es habitual encontrar artículos y referencias sosteniendo que el Sitrac-Sitram participó en el Cordobazo de 1969. La afirmación es equivocada, ya que el Sitrac y el Sitram aún eran “sindicatos amarillos”. Pero las secuelas del Cordobazo en la vanguardia en particular y en la sociedad en general, impactaron también en los dos sindicatos de Fiat, iniciándose un movimiento crítico hacia sus respectivas conducciones (1,3).

El 23 de marzo de 1970, un sector de los delegados del Sitrac cuestionaron en asamblea el convenio colectivo que habían pre-acordado las autoridades del sindicato. La asamblea decidió desplazar al secretario general Jorge Lozano, eligió una comisión provisoria, convocó a nuevas elecciones, exigiendo un nuevo convenio y un aumento salarial del 40% (3).​ La Secretaría de Trabajo desconoció la comisión provisoria y el conflicto escaló hasta que el 14 de mayo los obreros de ConCord, ocuparon la fábrica y tomaron de rehenes a los empleados jerárquicos. Tres días después, las autoridades del sindicato, presionadas por la empresa, reconocieron el movimiento y llamaron a elecciones.

La toma de la fábrica ConCord, se enmarcó en una serie de ocupaciones de fábricas con toma de rehenes en Córdoba, que se había iniciado el 12 de mayo de 1970 en la empresa Perdriel, de IKA-Renault, en la que los obreros amurallaron los límites con tanques llenos de sustancias inflamables y amenazaron con utilizar bombas molotov, si las fuerzas de seguridad decidían interrumpir (6).​

El 2 y 3 de junio se desató una oleada ocupaciones de fábricas, con tomas de directivos como rehenes (Santa Isabel IKA-Renault, Perdriel IKA Renault, Thompson-Ramco, Ilasa, Transax, Grandes Motores Diesel Fiat, Perkins). Entre ellas, estuvieron los obreros de MaterFer, que reclamaron lo mismo que sus vecinos de ConCord. El 4 de junio lo policía provincial retomó el control de siete fábricas ocupadas, en algunos casos con lucha abierta, deteniendo a 400 obreros, pero Santa Isabel siguió ocupada un día más. Tras una huelga de casi un mes, la mayoría de los obreros que militaban en los grupos combativos, antiburocráticos y de izquierda en el SMATA serían despedidos (3,6).

Mientras tanto se realizaron elecciones en Sitrac y Sitram, que fueron ganadas por listas “clasistas”, término con el que será conocida en adelante toda una corriente sindical, asociada en general a los partidos de la nueva izquierda revolucionaria y caracterizada por prácticas antiburocráticas (3)​. En el Sitrac fue elegido como secretario general Carlos “el gringo” Masera, y en Sitram fue elegido como secretario general Florencio Díaz.

El Viborazo, la cronología de cómo la clase obrera voltea dictaduras 

El 14 de enero de 1971, Fiat despidió a siete de los principales líderes clasistas del Sitrac, entre ellos José Páez, Domingo Bizzi, Santos Torres y el secretario general Gregorio Flores. En respuesta, los obreros ocuparon la fábrica y tomaron rehenes. El Ministerio de Trabajo ordenó reincorporar a los sindicalistas despedidos y los trabajadores levantaron la medida de fuerza al día siguiente (3).

El 1 de marzo la dictadura nombró al político conservador José Camilo Uriburu. El 3 de marzo de 1971, al día siguiente de la asunción de Uriburu, el movimiento obrero cordobés realizó un fuerte paro activo, con un acto en la Plaza Vélez Sarsfield, tras el cual una nutrida columna marchó a la Cárcel de Encausados en relamo de la libertad de los presos políticos. El 5 de marzo, los gremios de la CGT Córdoba resolvieron continuar con las medidas, conformando a propuesta de Agustín Tosco una Comisión de Lucha. El 7 de marzo, echando más leña al fuego, Uriburu pronunció el ya citado discurso sobre cortar de un solo tajo la víbora cordobesa.

El 9 de marzo, los gremios de la CGT Córdoba discutieron el plan de acción contra el nuevo interventor. A propuesta de la Comisión de Lucha, se aprobó la realización de un paro de 14 horas el viernes 12 de marzo, con ocupaciones simultáneas de todos los establecimientos (3). Sitrac y Sitram se opusieron a la medida argumentando que no se podía dar aviso previo de una medida como esa, porque así se facilitaría la represión, a lo que se sumaba el hecho de que ellos se encontraban aún en conciliación obligatoria por la toma de enero. De este modo, los sindicatos de Fiat resolvieron acatar el paro, pero reemplazar la ocupación por el llamado a una concentración de obreros, estudiantes y vecinos en el barrio de Ferreyra, contiguo a las plantas (1).

El viernes 12 de marzo se realizó la huelga general con ocupaciones convocada por la CGT Córdoba. Más de un centenar de establecimientos (fábricas, reparticiones públicas, comercios, diarios y hospitales) fueron tomadas pacífica y ordenadamente por los trabajadores (1,3).

En el acto convocado por SITRAC-SITRAM mientras hablaban los oradores, llegó la noticia de que había sido detenido el cura de la parroquia de Ferreyra, el Padre Ángel Giacaglia, ante lo cual los manifestantes decidieron dirigirse al barrio Avellaneda y montar barricadas. Poco después el Padre fue liberado, pero con la llegada de la infantería de policía, dirigida por el Jefe de Policía Julio San Martino, comenzó la represión a los trabajadores y estudiantes reunidos siendo asesinado Adolfo Ángel Cepeda, un obrero de 18 años de la firma Póster Cemento que vivía en el barrio (1).

 Ante los hechos, la totalidad de los obreros de Fiat abandonaron las plantas y se sumaron a los combates, y la Comisión de Lucha de la CGT Córdoba resolvió continuar la huelga el resto del día, lo que se conoció como el “Ferreyrazo”.

El sábado 13 de marzo, un plenario de gremios de la CGT Córdoba repudió la represión, rindió homenaje a Cepeda y resolvió la convocatoria a un nuevo paro activo el 15 de marzo, con movilización y concentración en Plaza Vélez Sarsfield. El día 14, una imponente multitud de más de 6.000 personas acompañó el cortejo fúnebre de Cepeda hasta el Cementerio San Vicente (7).

El 15 de marzo, la huelga obrera fue contundente, y desde todos los puntos de Córdoba los trabajadores marcharon hacia el centro armando barricadas a su paso.

Hacia el mediodía ya eran más de 12.000 las personas congregadas en la Plaza Vélez Sarsfield, destacándose las columnas de Fiat, IKA-Renault, SEP, IME, Luz y Fuerza y Ferroviarios. Sin un equipo de sonido y con la mayoría de los miembros de la Comisión de Lucha de la CGT ausentes, los dirigentes de Sitrac-Sitram Carlos Masera y Florencio Díaz tomaron la dirección del acto, repudiando a la Dictadura y pronunciándose por el socialismo (1).  

Luego de esto se marchó a tomar distintas zonas de la ciudad y los barrios circundantes. Miles de personas a su paso fueron destruyendo postes, negocios, automóviles, carteles, empalizadas y todo lo que fuera útil para montar barricadas, y el área de combate se extendió por 60 manzanas, especialmente en los barrios Clínicas, Villa Revol, Colón, Güemes, Santa Ana, Alto y Bajo Alberdi, Ferreyra, Observatorio y Bella Vista.

La represión policial, coordinada por el jefe de Estado Mayor del Ejército, general Alcides López Aufranc, se complementó con la actuación de un grupo de élite de la Policía Federal traído de Buenos Aires, la Brigada Antiguerrillera al mando del comisario Alberto Villar. Los saldos de la jornada fueron más de 300 detenidos, una veintena de heridos y un nuevo muerto: Pablo Javier Basualdo, no docente del colegio Manuel Belgrano dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba.

Por la noche, Uriburu felicitó a los efectivos de la Policía Federal por su eficiencia en la tarea de «desalojar a la víbora del barrio Clínicas», clásica área de residencia estudiantil y uno de los epicentros de las luchas del período: “Uriburu consideraba que la cabeza de esa víbora maldita estaba entre los estudiantes en el barrio Clínicas, pero advertía también que su ‘peligrosa cola’ se paseaba por la zona industrial de Ferreyra, donde era creciente el activismo de Sitrac-Sitram” (1,3, 7) Pocas horas después, el dictador Levingston le pidió la renuncia, y en su reemplazo fue designado el Contraalmirante Elvio Guozden.

El Gobierno puso a los detenidos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, dictó orden de captura para los miembros de la Comisión de Lucha de la CGT e intervino varios sindicatos, entre ellos Sitrac.Sitram y el Sindicato de Empleados Públicos (Luz y Fuerza ya estaba intervenido). El 18 de marzo, ante un nuevo paro convocado por los gremios de Córdoba, se dispuso la declaración de la ciudad como Zona de Emergencia bajo mando militar, profundizando la represión y persecución. La acción represiva fue ejecutada por el coronel Jorge Rafael Videla quien se desempeñaba como Jefe de Operaciones del Comando del III Cuerpo de Ejército, cuyo titular era el general López Aufranc. Tuvo su recompensa: en noviembre de ese año Videla fue ascendido a general (5).

El Viborazo no sólo fue la causa inmediata de la renuncia del interventor de facto de la provincia, sino que fue una de las principales causas que llevaron a la renuncia del dictador Roberto Marcelo Levingston, dos semanas después, precipitando la crisis del régimen dictatorial y dando paso a un proceso apertura electoral que culminará con el regreso del General Perón al país primero, el triunfo electoral de Cámpora después y del propio Perón finalmente en 1973.

La experiencia del sindicalismo clasista

La vanguardia forjada al calor de este proceso intentó dar continuidad política sindical a la experiencia realizada.

En mayo de 1971, los sindicatos de Fiat presentaron en el Plenario de Gremios Combativos convocado por la CGT Córdoba el llamado “Programa de Sitrac-Sitram” (1,3,7). ​

El 28 y 29 de agosto de 1971, a convocatoria de Sitrac-Sitram, se realizó en Córdoba el Primer Congreso de Sindicatos Combativos, Agrupaciones Clasistas y Obreros Revolucionarios, donde se reunieron delegaciones de trabajadores de todo el país con el fin de constituir una tendencia nacional clasista (7).​

El aislamiento impuesto tanto por la burocracia sindical ortodoxa de peronismo, como de algunos sectores del denominado “sindicalismo independiente”, sumado a la orientación ultraizquierdista que imprimían algunas corrientes orientadas a la lucha armada, llevaron a un proceso de estancamiento y disolución impidiendo que surgiera un movimiento clasista unitario en todo el país. A eso hay que sumarle la natural inexperiencia de una conducción combativa, clasista y democrática que la llevo a cometer errores tácticos en la pelea salarial (7).

Finalmente, el Ministerio de Trabajo, bajo la dictadura del general Alejandro Agustín Lanusse, decretó la disolución del Sitrac y el Sitram, mediante la Resolución Nº 304/1971. El 26 de octubre de 1971 el Ejército ocupó la fábrica, fue allanado el local sindical, se detuvo al abogado Alfredo Curutchet. Cientos de obreros y la mayoría de los militantes clasistas fueron despedidos y perseguidos, deteniendo a muchos de ellos, y con el resto debiendo pasar a la clandestinidad (1).

De esa experiencia surgió, entre otros, nuestro querido José “Petizo” Páez, quien tomó contacto con los compañeros que comenzaron a formar la Regional Córdoba del PST (antecesor del MST) en 1969, encabezados por Cesar Robles Orlando Matolini y Silvia D’Amore (La Loba), que se volcaron a la militancia y construcción del partido en las principales fábricas de Córdoba (8).

El Sitrac Sitram deja un capital acumulado por el carácter clasista, su grado de organización y su programa de avanzada, superior a los conocidos de Huerta Grande y La Falda. Fue sin dudas un polo de referencia que, pese a los intentos, no logró coordinar todas las expresiones clasistas del país. Su otra y mayor limitación, también producto de la dirección mayoritaria, fue no elevarse al terreno político. Sí lo hicieron algunos de sus dirigentes como Páez.

En 1972, con el llamado del PST a formar un frente obrero y socialista, Páez rechazó definitivamente las posiciones ultraizquierdistas que decían «ni golpe ni elección, revolución», haciéndole el juego al peronismo y al Gran Acuerdo Nacional. Se incorporó al partido y aceptó ser candidato a gobernador en Córdoba y luego candidato a Vicepresidente de PST en las elecciones de 1973 contrastando con la actitud de Agustín Tosco que se negó a postularse (8). Pero esa ya es otra historia, o por lo menos otra nota.        

Referencias

  1. Bonavena, Pablo; Mañón, Mariana; Morelli, Gloria; Nievas, Flabián; Pascual, Martín; y Rebon, Julián. (1995). «El Viborazo: ¿aislamiento de la clase obrera?». Del Rosariazo a la democracia del 83 / Antognazzi, Irma (compiladora); Ferrer, Rosa (compiladora). Rosario: Universidad Nacional de Rosario (UNR), Escuela de Historia.
  2. Córdoba, Aníbal (1971). El Cordobazo. Apuntes de un combatiente. Córdoba: Anteo.
  3. Harari, Ianina (2010). “La radicalización de los obreros automotrices: el caso de SITRAC”. VI Jornadas de Sociología de la UNLP (Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Sociología, La Plata): 12. «La lucha de los trabajadores de Fiat continuó en ascenso durante el año 1970 y en 1971, a diferencia del Cordobazo del ‟69, participan en el Viborazo. Ese año había comenzado con
  4. “Uriburu: ‘Siniestra organización antiargentina eligió a Córdoba…”, Diario Córdoba, 8-3-1971.
  5. Cesar Tcach (2021) “A 50 años del Viborazo: Una serpiente en la Detroit argentina” La Voz del Interior.
  6. Laufer, Rodolfo. «Estrategias sindicales y desarrollo del clasismo en la Argentina de los ’70. Las ocupaciones fabriles y la huelga larga del SMATA Córdoba, junio-julio de 1970». Revista Despierta Nº 5. Consultado el 24 de enero de 2021.
  7. Schmucler, Héctor; Malecki, Juan Sebastián; Gordillo, Mónica (2014). El obrerismo de pasado y presente: Documento para un dossier no publicado sobre SiTraC-SiTraM. Córdoba: Eduvim.
  8. Miranda, Carlos (Comp.) Rastros en el silencio: El trotskismo frente a la Triple A y la dictadura. Ediciones Alternativa. Buenos Aires, 2006

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