viernes, 8 noviembre 2024 - 18:27

A 20 años de la Masacre de puente Pueyrredón. Juicio y castigo a los responsables políticos

Se cumplen 20 años de la Masacre del Pte. Pueyrredón. Fue uno de esos momentos en que la historia pega un giro. Una brutal represión contra una concentración de miles de desocupados, perfectamente planificada por el régimen político de aquellos años, desesperado por frenar la ola de protestas desatada por la crisis del 19 y 20 del 2001. La respuesta popular en repudio obligó a Duhalde a abandonar su plan de perpetuarse en el gobierno, tuvo que llamar a elecciones en el intento de contener la crisis creada.

Este 26 de junio, una nueva movilización convocada por los familiares de Maxi y Darío, las organizaciones piqueteras y la izquierda, no solo reiterará el reclamo de justicia completa, sino que rechazará un nuevo y brutal ataque a las organizaciones sociales que realiza el gobierno, el empresariado, la oposición de derecha y la vice Cristina Kirchner.

Convocada por un importante número de organizaciones de la izquierda piquetera de aquellos años, la movilización en el puente Pueyrredón de aquel 16 de junio de 2002 levantaba reclamos muy parecidos a los que hoy, 20 años después sigue enarbolando la actual Unidad Piquetera: trabajo genuino, aumento de los planes sociales (Jefes y Jefas de Hogar) de $ 150 a $ 300, asistencia alimentaria a los comedores.

La profunda crisis que atravesaba el país hizo eclosión en el Argentinazo y provocó la salida anticipada del gobierno de De la Rúa y la Alianza, tras años de planes de entrega y ajuste encabezados por el súper ministro Domingo Cavallo y sus acuerdos con el FMI, que provocaron gran parte de la entrega de nuestras empresas estatales y el desmantelamiento de numerosas industrias a favor del capital extranjero. La política económica de aquellos años dejó un tendal de desocupados y salarios a la baja, produjo una enorme crisis social que estalló arrastrando con ella a todo el viejo régimen político. El canto más popular en las cotidianas y enormes movilizaciones en las calles era “que se vayan todos, que no quede ni uno solo”.

El quinto presidente en menos de dos semanas, designado por la Asamblea Legislativa, Eduardo Duhalde, no podía frenar la movilización popular. Las asambleas vecinales eran su expresión en los centros barriales de Buenos Aires y varias ciudades del interior, y un enorme movimiento de desocupados se organizaba en las barriadas más humildes del conurbano y otras ciudades, desplazando al viejo aparato punteril del peronismo.

En una reunión realizada semanas previas a ese 26 de junio entre Duhalde y los gobernadores del PJ, varios de ellos -entre los que se contaba Néstor Kirchner- habían reclamado mano dura con el movimiento piquetero, cuyas acciones crecían en número y contundencia. Por ese motivo el operativo represivo de esa oportunidad fue encabezado por la Policía Federal, la policía de la provincia de Buenos Aires, la Gendarmería, la Prefectura y la ex SIDE (ahora AFI), un enorme operativo a cargo de Duhalde y las máximas autoridades nacionales y por el ex gobernador Felipe Solá, sus funcionarios y fuerzas represivas.

Su objetivo explícito era bien claro, tal cual lo reconoció el propio Duhalde en aquellos años. Impedir que los manifestantes ingresaran a la ciudad de Buenos Aires. El método utilizado fue una brutal represión que no escatimó gases y balas de goma, e incluyó balas de plomo contra miles de manifestantes indefensos que debieron huir en desbandada para protegerse. Una verdadera cacería que terminó con dos manifestantes asesinados por la policía en la estación Avellanada: Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, pertenecientes al MTD Aníbal Verón, decenas de heridos (hasta el día de hoy no se sabe bien la cantidad), muchos detenidos y manifestantes perseguidos hasta más de 30 cuadras del lugar.

Anunciada por los medios la represión en el puente, nuestro partido, el MST, respondió de inmediato para rechazar la represión y preparar una fuerte respuesta unitaria junto a las organizaciones atacadas y el conjunto de la izquierda. Nuestra compañera Vilma Ripoll, por aquel entonces legisladora de la CABA se dirigió al lugar de los hechos, jugando un rol importante en el rescate de los compañeros refugiados en un predio lindero al local del PC de Avellaneda (ver nota al final). Concurrimos a distintas reuniones, que comenzaron con la realizada en local de Castells de Lomas de Zamora esa misma tarde, donde se concentraron los dirigentes de las organizaciones, se convocó a la prensa y se empezó a coordinar una respuesta unitaria.

Se produjo una seguidilla de movilizaciones que, empezando por múltiples acciones de repudio que se desarrollaron la misma noche de ese 26, continuó con una gran marcha multitudinaria al día siguiente, el 27, en la que las asambleas vecinales tuvieron un rol muy importante, puso al gobierno contra las cuerdas.

Poco a poco las mentiras del gobierno, avaladas por los grandes medios de comunicación comenzaron a derrumbarse como un castillo de naipes. A solo 48 horas de la represión que había intentado ser encubierta por el gobierno como “una pelea entre piqueteros” y otros embustes, empezaron a aparecer las fotos y filmaciones que mostraban claramente el rol de las fuerzas represivas, en particular la Bonaerense, en los asesinatos de Santillán y Kosteki. Las movilizaciones del 26 y el 27 que nuclearon a las agrupaciones piqueteras, la izquierda y a miles de trabajadores y vecinos agrupados en las asambleas vecinales lograron derrotar al gobierno. El tiro le salió por la culata a Duhalde, al PJ y todo el maltrecho régimen político. Las conducciones cegetistas de Daer y Moyano faltaron a la cita, no sacaron ni un comunicado de repudio. Más vergonzoso fue el rol de la CTA (incluyendo a su dirigente D’Elia) y de la CCC que se negaron a participar de estas acciones contra la represión.

Las acciones tuvieron su continuidad en la movilización del 3 de julio y luego en la impresionante jornada del 9 de julio, que fue la más grande de todas y quedó en manos del los nuevos actores surgidos del Argentinazo: las asambleas vecinales, el movimiento piquetero combativo y la izquierda.

El fantasma de De la Rúa volvió a cruzarse en el escenario del PJ y la UCR, los viejos políticos, burócratas, jueces y funcionarios, obligando a Duhalde a abandonar su aspiración a perpetuarse en el poder y a llamar a elecciones adelantadas en el intento de descomprimir la grave situación. La movilización del movimiento de masas había derrotado el intento de giro represivo y se fortalecía en sus peleas. Ese fue un primer y gran triunfo de aquellas jornadas históricas.

La pelea contra la impunidad

Desde aquel 26 de junio, todos los 26 nos encuentra a las organizaciones piqueteras combativas en el puente ente Pueyrredón junto a los familiares de Darío y Maxi, a la izquierda y los organismos de derechos humanos no oficialistas. Luego de muchas peleas y del enfrentamiento a muchas maniobras se logró la cárcel para los responsables materiales directos del asesinato de los compañeros. El comisario Fanchiotti y el cabo Acosta terminaron presos y en estos días se derrotó también una nueva maniobra, que tras un artilugio pseudo legal intentaba dejarlos en prisión domiciliaria.

Pero las causas abiertas contra los responsables políticos, en primer lugar el ex presidente Duhalde; el ex gobernador Solá; el  ex secretario general de la presidencia y actual ministro de Seguridad de la  Nación, Aníbal Fernández; el ex secretario de Seguridad Interior, Juan José Álvarez; el ex jefe de Gabinete Alfredo Atanasoff; el ex Ministro del Interior, Jorge Matzquin; el ex Ministro de Justicia, Jorge Vanossi y el ex  ministro de seguridad de la Provincia de Buenos Aires, hoy miembro de la Corte  Suprema de Justicia bonaerense, Luis Genoud, no han avanzado.

Kirchner, como relata Alberto, el padre de Darío Santillán, prometió terminar con la impunidad, y en acuerdo con todo el régimen político protegió a los responsables, junto a una Justicia cómplice y al resto de los integrantes de esta casta política y económica que gobierna el país. Por eso los familiares y organizaciones que peleamos contra la impunidad calificamos a esta masacre como un verdadero crimen de Estado, de rango similar a los calificados delitos de lesa humanidad.

Al cumplirse 20 años, nuevamente en el puente Pueyrredón

Otra vez, junto a los familiares, los organismos de derechos humanos, las organizaciones sociales combativas y la izquierda estaremos sobre el histórico puente para reclamar justicia para Darío y Maxi. Lo haremos continuando con la exigencia de juicio y castigo para los responsables políticos impunes de la masacre del puente Pueyrredón.

Lo haremos en el marco de una brutal ofensiva de todo el régimen y el empresariado contra las organizaciones sociales. Necesitan en medio de la profunda crisis que atraviesa el país, gracias a los acuerdos con el FMI del gobierno y la oposición de derecha, derrotar al plan de lucha de la Unidad Piquetera, achicar los planes sociales para favorecer la demanda de mano de obra barata de los grandes empresarios e intendentes, cumplir con los achiques presupuestarios que demanda el acuerdo con el FMI y devolverle el control clientelar de decenas de miles de compañeros a los punteros de los intendentes y gobernadores.

Una verdadera coincidencia entre el ministro de Desarrollo Social, que no da respuesta al reclamo de trabajo de los desocupados, se niega a aumentar el monto de los planes, realizar altas nuevas y asistir a los comedores en medio de la inflación y crecimiento de la pobreza más altos de los últimos años; y también con la hasta hace poco disfrazada de progre vice Cristina Kirchner, que se ha colocado a la vanguardia del discurso más de derecha contra las organizaciones sociales y los derechos de los desocupados.

Hoy como ayer, las amenazas de avanzar constituirán una dura confrontación contra decenas de miles de desocupados y sus organizaciones en lucha. La jornada de este 26 en el puente Pueyrredón denunciará este ataque y reivindicará las luchas de las organizaciones sociales.

Lo hará en una Argentina que está inmersa en una Latinoamérica cuyos pueblos están dando enormes peleas, con el glorioso y heroico pueblo ecuatoriano a la cabeza, contra los planes del imperialismo, el Fondo Monetario y sus gobiernos ajustadores.

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Un relato de ese 26: Vilma Ripoll enfrentando la represión y asistiendo a los heridos

Nuestra compañera dirigente del MST en aquellos años era legisladora de la Ciudad de Buenos Aires por Izquierda Unida, una alianza electoral que integraba nuestro partido con el PC y otras fuerzas. Enterada de la represión abandonó de inmediato sus tareas legislativas y salió junto a su compañero de tareas, Pablo Vasco, para la zona de la represión en curso, en Avellaneda. Reproducimos a continuación algunos pasajes de un extenso reportaje que Pablo le realizara entonces para Alternativa Socialista.

“Me avisaron que había piqueteros muertos y que seguían reprimiendo en el Fiorito. Salimos enseguida y llegamos cerca de las dos, dos y media. Del propio hospital se habían llevado detenidos. En el patio, además de los medios, había familiares de los heridos y gente de los organismos de derechos humanos. Justo la directora estaba dando un informe, pero dijo que todavía no habían identificado a los dos muertos.

Ahí se me acercó un testigo que había ayudado a trasladar a un herido que después supimos que era Santillán. Me contó que la policía lo arrastraba como si fuera una bolsa de papas y él intervino para que lo alzaran. Lo llevaron en un auto de la policía hasta el hospital, mientras él trataba de reanimarlo. Cerca del hospital lo hacen bajar y se llevan al piquetero. Por eso quería ver si podía identificarlo. Lo acompañé a la guardia, pero no pudimos hacer el reconocimiento porque no había ninguna autoridad judicial.

Estábamos conversado con algunos familiares y en eso sentimos disparos. Seguía la represión, con un grupo de gente y periodistas fuimos corriendo a ver qué pasaba. A unas tres cuadras, sobre Brandsen, había un operativo de la policía de la Provincia. Estaban pateando la puerta de un local, que ahí veo que es del PC, de Izquierda Unida. Habían roto la reja y tirado gases adentro. Querían entrar al mejor estilo dictadura, por supuesto sin orden judicial. Me identifiqué como diputada mientras me ponía delante de la puerta, para que no entraran. Los tipos titubearon y pararon de golpear. Entonces salieron los vecinos de al lado, con chicos, llorando por los gases… ¡Terrible! La policía había traído un celular, donde ya habían cargado a varios. Intentamos pararlo, reclamándoles los nombres y a dónde llevaban a los presos. Nos pusimos adelante del camión con varios compañeros y los medios. Se abrió la puerta, pero el chofer arrancó y casi nos atropella. Los otros móviles de la policía también se fueron. Todo con una impunidad y ferocidad que me hizo acordar al 20 de diciembre.

Nos íbamos a la comisaría a ver a los presos, pero en la esquina nos avisan que en la casa del otro lado del local la policía tenía secuestrados a otros compañeros, que habían saltado la medianera y se habían refugiado ahí. Entonces llegaron los diputados Luis Zamora y Roselli. Zamora se asomó y confirmamos que los tenían adentro. Volvimos a identificarnos a los gritos, mientras golpeábamos para que abran, finalmente entramos. Los policías habían arrastrado hasta la puerta a uno de los compañeros que se estaba descompensando por las heridas en la cabeza y los gases, después me enteré que era Mariano Benítez, un militante de la Correpi. Lo cargamos y con Roselli lo llevamos hacia el hospital. Yo me volví porque adentro había más heridos, dos más. Había un charco de sangre. Ayudé a otro señor mayor que tenía heridas en las piernas por disparos de balas de goma desde atrás. En el patiecito de dos por dos tenían como a diez, ¡y los hirieron adentro! ¿Y qué pasó después? A la vuelta, creo que en la calle San Martín veo que la policía se está llevando a otros dos pibes, estilo secuestro. Había una camioneta policial y gente de civil. A uno se los arranco de los brazos, entonces empezaron a recular y soltaron también al otro. Chocamos contra la camioneta.

Al final se fueron. Después identificamos que uno de los policías que sube es Regueiro y otro que apunta con el arma es Leiva. De vuelta en el Fiorito le facilité la entrada a una compañera del MTD, que había ido a identificar a los muertos.

De ahí nos fuimos a la Comisaría 1ª, a unas cuadras. Estaban Patricia Walsh, Villalba y otros diputados de la Comisión de Derechos Humanos, también los fiscales de Lomas. En un momento entran dos policías y los reconocí; eran los que habían estado en la casa: Gaise y Pagi. A los piqueteros los tenían en el patio, las chicas separadas. Los habían tratado muy mal y nos pidieron que no nos vayamos; igual cantaban. Les conté todo lo que sabía de los heridos. En eso volvió la compañera del MTD y confirmó que los muertos eran Santillán y Kosteki. Hubo mucha emoción, tristeza y ahí vi que eran pibes muy queridos, sobre todo Darío, que era un referente. Por supuesto, entre los 160 detenidos la policía no encontró ni un solo palo, ni un arma, ni un cuchillo. Como a las siete empezaron a liberar de a grupos y nos quedamos hasta que quedaban muy pocos. Afuera había familiares, más piqueteros, militantes de izquierda, gente de las asambleas”.

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