viernes, 19 abril 2024 - 17:05

A 140 años de su muerte. Karl Marx el militante

«El puente que tendió Marx entre el movimiento proletario tal y como brota desde el suelo de la sociedad contemporánea y el socialismo, fue la lucha de clases para la conquista del poder político«.

Rosa Luxemburgo

El 14 de marzo de 1883 fallecía en Londres Karl Marx, uno de los personajes más influyentes de la historia universal. Murió rodeado por parte de su familia y su compañero y amigo de más de medio siglo, Federico Engels. En su despedida al Diablo de Tréveris, Engels lo definía de la siguiente manera: “… Marx era, ante todo, un revolucionario. Cooperar, de este o del otro modo, al derrocamiento de la sociedad capitalista y de las instituciones políticas creadas por ella, contribuir a la emancipación del proletariado moderno, a quien él había infundido por primera vez la conciencia de su propia situación y de sus necesidades, la conciencia de las condiciones de su emancipación: tal era la verdadera misión de su vida. La lucha era su elemento. Y luchó con una pasión, una tenacidad y un éxito como pocos. Primera Gaceta del Rin, 1842; Vorwärts* de París, 1844; Gaceta Alemana de Bruselas, 1847; Nueva Gaceta del Rin, 1848-1849; New York Tribune, 1852 a 1861, a todo lo cual hay que añadir un montón de folletos de lucha, y el trabajo en las organizaciones de París, Bruselas y Londres, hasta que, por último, nació como remate de todo la gran Asociación Internacional de Trabajadores que era, en verdad, una obra de la que su autor podía estar orgulloso, aunque no hubiera creado ninguna otra cosa”.

Esta no es una opinión más, la cooperación entre ambos fue tan estrecha que se dice que muchos artículos firmados por Marx eran en realidad escritos por Engels. Su relación era tan íntima y de tanta confianza que en varias oportunidades Engels rescató de la miseria absoluta a su amigo y su familia. Entre ambos se abocaron a la investigación y el estudio de los problemas cardinales del socialismo, empezando por la crítica más despiadada, científica y acertada, aún no superada, del capitalismo. A tal punto esto es categórico que se los reconoce como fundadores del socialismo científico, en contraposición a las utopías socialistas que prosperaron previamente en Europa. Sin embargo, no se consideraban a sí mismos intelectuales o teóricos; por el contrario, se definían como revolucionarios y como tales constructores de organizaciones revolucionarias del proletariado. Por eso, aunque es imposible obviar su condición de filósofo, economista y fundador de la sociología, entre otras disciplinas, hoy queremos reivindicar de Marx su carácter de militante de la clase obrera, socialista e internacionalista.

La Asociación Internacional de Trabajadores

El 28 de septiembre de 1864 se funda en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores, la primera internacional obrera. En su fundación participan partidos socialistas, sindicalistas y republicanos italianos, además de importantes cuadros socialistas, Marx queda encargado de la elaboración del programa y los estatutos, además de otros documentos de la internacional.  

Desde entonces hasta su disolución en 1876 en el VI Congreso luego de la derrota de la Comuna de París, se desarrollan diversos debates y polémicas. En un contexto de cambio fundamental del capitalismo, en un periodo que se desarrolla un potente movimiento obrero industrial que termina suplantando al viejo trabajador artesanal, y donde se dan profundos procesos de lucha de clases, reivindicativos. En este periodo también se producen grandes combates políticos de la clase obrera. En la acumulación de experiencias, de conclusiones y aprendizajes, la Internacional es primer paso independiente de organización y la continuidad en el programa del Manifiesto Comunista. Es también la primera en experimentar prácticamente el internacionalismo militante además de la solidaridad internacional de la clase obrera que ya venía desde un poco antes.

Los debates y las polémicas que se desarrollaron fueron construyendo en el movimiento de lucha obrero la estrategia de la independencia de clase y la estrategia de la organización como clase para la disputa del poder político, con el objetivo del socialismo.

Los principales de estos debates fueron contra el ala que todavía seguía sosteniendo la visión mutualista y de apoyo social de la clase y luego con el anarquismo de Bakunin. La intervención en la primera revolución obrera de la historia, La Comuna, permitió además de acumular experiencia, demostrar que era posible la revolución; pero también llevó el debate al terreno de la organización. En este aspecto Marx sostenía la necesidad de la centralización para que la política no se perdiera en los impulsos individuales de los dirigentes, contra los llamados autonomistas, entre los que se encontraban los anarquistas que apostaban al espontaneísmo y cuestionaban la centralización política.

Es un hecho que Marx y Engels se dedicaron conscientemente a la construcción de organizaciones obrera independientes de los partidos burgueses. Hay rastros y testimonios de esta actividad revolucionaria de Marx en Alemania, Bélgica, Francia eInglaterra entre otros países de Europa.

El militante y su tiempo histórico

En su despedida Engels señalaba: “El 14 de marzo, a las tres menos cuarto de la tarde, dejó de pensar el más grande pensador de nuestros días. Apenas le dejamos dos minutos solo, y cuando volvimos, le encontramos dormido suavemente en su sillón, pero para siempre. Es de todo punto imposible calcular lo que el proletariado militante de Europa y América y la ciencia histórica han perdido con este hombre. Harto pronto se dejará sentir el vacío que ha abierto la muerte de esta figura gigantesca”.

El dolor de su compañero se apoyaba no solo en un sentimiento personal de afecto, sino en una relación construida en el trabajo común de más de medio siglo en el que vieron, vivieron y lucharon contra las calamidades que provocaba el capitalismo moderno a la clase obrera, a la humanidad y a la naturaleza.

Marx nunca renegó de que su trabajo de organización de los trabajadores y su lucha le demorará incluso sus investigaciones más importantes, como la que quedó plasmada en El capital. Su concepción de que no había verdadera lucha revolucionaria sin praxis -es decir, teoría y práctica simultánea- lo ubica en el polo opuesto de los intelectuales de la academia o los burócratas de las instituciones. 

Por eso sus artículos y folletos histórico- políticos son de una lucidez sorprendente y de una profundidad que solo es posible conseguir cuando se viven los hechos revolucionarios con pasión. Desde la contrarrevolución bonapartista del Sobrino del Tío, como el inmortalizó a Luis Bonaparte, pasando por su seguimiento día a día de la revolución de La Comuna de París, hasta la insurrección antizarista de Cracovia y la guerra civil norteamericana, se evidencia esa faceta única de pensador y actor protagónico de su tiempo histórico.

A pesar de los intentos de la sociedad burguesa oficial que pretendió esterilizarlo ubicándolo solamente como filosofo, su mejor compañero, su amigo y camarada tuvo razón ese día doloroso en que lo despidió frente a su tumba cuando afirmó: “Su nombre vivirá a través de los siglos, y con él su obra.”

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