La definición de semblanza refiere al bosquejo o retrato de una persona. En ese marco, si uno habla del ministro de Economía, Martín Guzmán, se puede hacer uso de los calificativos de un funcionario frío ante la situación social, esquemático y repetitivo de un libreto elaborado por las usinas de los organismos de crédito y el círculo rojo local. Así podemos llegar a la definición de la semblanza de un ajustador clásico, un economista ortodoxo en todas sus facetas.
Ayer por la noche, en el programa Brotes Verdes, conducido por Alejandro Bercovich, el ministro volvió a hacer gala de su comportamiento para defender el plan económico pactado con el FMI, que viene llevando a cabo. El responsable de hacienda lanzó una cantidad de respuestas sobre los temas abordados en la entrevista. En este artículo queremos polemizar con algunos de ellos.
“Apuntamos a un crecimiento de la formalización del trabajo”
Dentro de las definiciones apuntadas por Guzmán, la referida fue una en las que más hizo énfasis por los últimos números arrojados en la medición del INDEC. En marzo las estadísticas arrojaron que la desocupación bajó del 11% al 7%. Una verdad nominal indiscutible, ya que 11 es más que 7; pero lo que los argumentos de Guzmán esconden es la composición de los nuevos trabajadores ocupados, algo que dista mucho de ser una formalización del trabajo o, para ser más estrictos con las palabras, formalización con derechos del trabajo.
Volviendo a los argumentos esbozados en marzo, cuando se dio a conocer este indicador, es necesario rescatar lo publicado por Luis Ocampos, perteneciente al Observatorio del Derecho Social de la CTA – Autónoma, quien en su cuenta de Twitter advirtió: “En comparación con fines de 2017 bajó levemente el desempleo, pero subieron los ocupados demandantes y los subocupados. Esto es, hay menos desocupados, pero más trabajadores buscando trabajo”. Y completó: “Quedarse con el número de desocupación es mirar una pequeña parte de la historia. El 17,4% de los ocupados buscan activamente otro puesto de trabajo y la presión sobre el mercado de trabajo es del 30,5% (en 2017 era del 27,2%)”.
Las afirmaciones repasadas contra los argumentos oficiales del FdT, echan por la borda que, con el crecimiento económico, así como no pasa en términos distributivos, se estén formalizando más trabajos con derechos laborales plenos. Más bien, se ha dado un avance regresivo contra las garantías laborales, algo que seguramente sea un punto que rescate como positivo el FMI en la primera revisión que está realizando de la economía nacional.
La importancia de “que los salarios le ganen a la inflación”
En su exposición, el ministro renegado por algunos sectores propios al FdT también alentó a que las negociaciones paritarias superen a la inflación. Una vez más, en la media hora que tuvo de entrevista, mostró su cinismo. Desde la asunción del gobierno de Alberto Fernández, Guzmán ha sido un ministro que buscó todo tipo de artilugios para que las paritarias se cierren a la baja. Un ejemplo de esto fue la configuración de porcentajes inflacionarios que nada tienen que ver con la realidad, 2021 fue la muestra y 2022 iba a ser la continuidad: el proyecto de presupuesto 2022 contemplaba una inflación de 33%.
Además, vale recalcar que en más de 2 años de gobierno y con presencia del economista en la cartera económica, los salarios se han evaporado de manera muy dramática. Al día de hoy los ingresos de los trabajadores han perdido poder adquisitivo llegando a las siguientes cifras:
- Trabajadores registrados (privados): 21% en comparación con 2015;
- Trabajadores registrados (sector público): más del 25% en comparación con el mismo año mencionado y;
- Trabajadores informales: 31% de pérdida.
Tampoco podemos dejar de mencionar ante las palabras dadas por Guzmán que se ha creado un fenómeno durante su gestión: la de los trabajadores pobres. Casi un tercio de los trabajadores ocupados (31,5%) fueron registrados como pobres en el primer semestre de 2021, es decir que con su sueldo no pudieron acceder a una canasta básica. Esto, apuntamos una vez más, es una política consciente. Para detallar la orientación podemos hacer referencia a la nueva actualización del salario mínimo vital y móvil, apenas va a llegar a contemplar una cifra que se compara con ingresos de indigencia.
“Hubo un crecimiento real de los salarios registrados y una disminución funcional con respecto al capital”
Ante la pregunta de Bercovich sobre la caída de la participación de los sueldos en el PBI del 43% al 46%, niveles mucho menores a los del 2016 en los que la masa salarial representó el 52%, el ministro respondió cosas increíbles.
Sin negar los datos señaló que la “distribución personal de los ingresos mejoró”. Cuesta digerir esta afirmación cuando todas las estadísticas o simplemente la realidad cotidiana, con una inflación desbordada se comen los aumentos de paritarias, generalmente pactados a la baja y no pueden revertir el atraso de alrededor del 20% que traen desde hace varios años atrás.
Según el ministro lo que se atrasó fue la participación “funcional” de la masa salarial, porque en la reactivación heterogénea del 2021, quedaron retrasados los sectores de servicios con mano de obra intensiva y de menor calidad. Entonces se habría deteriorado el trabajo informal. Caída que el gobierno había compensado con la última emisión de bonos. Un relato “técnico” que ningún trabajador que explore sus bolsillos a mediados de mes puede aceptar.
Lo cierto es que no sólo la ganancia empresaria viene ganándole a la masa salarial y a los salarios reales formales o informales, sino que estos márgenes han contribuido a un aumento del 9,8 % interanual en el último trimestre. Así lo afirma un informe del Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala (ITE-FGA): “Con la actividad creciendo, la distribución fue desfavorable para los trabajadores, que se alejaron del fifty-fifty y quedaron en 44,6%. Eso fue de la mano con una suba de 3 puntos para el excedente de explotación, que llegó al 46,4%. Y se tradujo en una mejora de 17,6% interanual real en la ganancia empresaria del cuarto trimestre del año pasado”.
“Vencer la inercia en el proceso inflacionario no va a ser una tarea simple”
De formar parte de un gobierno que le había declarado la guerra a la inflación, a anunciar que no es una tarea fácil de afrontar. Esta enunciación de Guzmán responde a algo más profundo que las complicaciones existentes que pueden devenir de la invasión de Rusia a Ucrania y la continuidad del conflicto bélico en Europa del este. Como la única verdad es la realidad, según la doctrina del economista, vale decir que la política económica o la economía política aplicada por el FdT es el elemento fundamental de la espiral inflacionaria.
La cesión a las empresas energéticas para efectuar nuevos aumentos, la admisión de respetar los precios internacionales para el mercado interno de los commodities que forman parte de la cadena de producción de alimentos, como la adquisición indiscriminada de dólares por parte de las principales empresas para pagar sus deudas privadas externas, conforman el bloque principal para que la inflación no cese en el país.
“Hay una decisión política tomada que los derechos de exportación no se van a modificar”
En la entrevista, consultado sobre el precio de los alimentos a precios internacionales que afecta el consumo de los argentinos en momentos que los alimentos básicos como el trigo se cotizan al doble en los mercados, Guzmán reiteró la negativa del gobierno a aumentar las retenciones. Esta era una ventaja histórica para la economía del país: producir alimentos en épocas de crisis y poder seguir abasteciendo a precios baratos al mercado interno, cobrando impuestos que obliguen a los empresarios a respetar estos precios; ahora se trasforma en la condena: al exportar lo que comemos, cada vez comemos menos.
Consultado sobre el motivo de esta política, el ministro la justificó argumentando que necesitamos dólares para fortalecer las reservas para que la economía se estabilice – y para cumplir con los pagos al Fondo, señalamos nosotros frente a la omisión- y que no se pueden aumentar las retenciones porque desalentaría la exportación. Requerido porque ante un importante superávit comercial en 2021 no se pudieron acumular reservas, el ministro aceptó y justificó que los dólares fueron a pagar las deudas de las empresas privadas que se habrían así “capitalizado”.
Blanco sobre negro, tenemos que soportar alimentos a precios internacionales, para que los empresarios no se desalienten y sigan entrando dólares para fortalecer las reservas, que el año pasado se liquidaron para cubrir las deudas de los grandes empresarios endeudados en dólares, que le facilitamos al valor del dólar oficial a $ 120.
Finalmente, al ser interrogado sobre su tan promocionado proyecto de impuesto a la renta inesperada intentó compensar lo anterior. Este impuesto, como ya hemos señalado en estas páginas, no sustituye al aumento necesario de las retenciones, no hace bajar los precios de los alimentos y puede constituir un gran negocio, una módica exacción de esa renta extraordinaria. Igualmente, después de 40 días de ser anunciado, el ministro reconoció que todavía lo están “estudiando” y no tiene fecha para ser presentado en el parlamento.
No queremos hacer una simplificación de una discusión que hemos desarrollado en otros artículos, pero queremos hacer énfasis sobre los puntos nodales que está recrudeciendo un fenómeno que, en última instancia, tiene un solo objetivo: continuar limando los salarios e ingresos de los trabajadores y sectores populares, seguir apuntalando una importante ganancia empresaria y cumplir las metas requeridas por el FMI.
“Este es un acuerdo de no ajuste”
Como lo indicó Bercovich en una de las preguntas que le hizo a su invitado, el propio ministro había dicho ante los gobernadores que no iba a firmar nada que contemple un ajuste fiscal. También, al comienzo de la entrevista señaló sin sonrojarse, “tenemos una política de protección social muy activa y muy amplia”.
Según el ministro, el acuerdo alcanzado, el mismo que según también relató tuvo pleno acceso durante la negociación el presidente y la vice, no contempla ajuste alguno.
Sin embargo, la licuación por inflación de las jubilaciones, pensiones y asignaciones, la finalización de nuevos cupos para los programas sociales, el recorte de los presupuestos públicos de Educación y Salud, la pérdida de poder adquisitivo de los sueldos estatales, para el ministro no significan un ajuste.
La defensa esgrimida por Guzmán es que en términos nominales siempre hay partidas más abultadas, pero lo cierto es que con la herramienta de la inflación se reduce de forma permanente todas las erogaciones necesarias para atender las necesidades sociales que afrontan 17 millones de pobres. Vale reconocer que la inflación no sólo es instrumento por el cual el Fondo y Guzmán buscan atacar los bolsillos de los que menos tienen, sino también abultar aquellos de los que siempre ganan.
A pesar de la denuncia de fugadores seriales al sector financiero, con la emisión de deuda en pesos, el gobierno con Guzmán a la cabeza está contemplando mecanismos (como la actualización por CER) para que los fondos buitres en monedas locales sigan sumando dividendos.
Todo lo dicho expone al máximo las ataduras al Fondo y las decisiones que tomará el ministro que muestra, como lo indicamos al principio, una semblanza que no tiene ánimos de ser la de un “redistribuidor de la riqueza”, una semblanza de ajustador.
Nicolás Zuttión y Gustavo Giménez