jueves, 19 diciembre 2024 - 00:11

Octubre de 1922. Mosconi es designado director de YPF

El entonces coronel e ingeniero Enrique Mosconi ha pasado a la historia como el creador de una empresa estatal enfrentada a los trust y monopolios que disputaban el petróleo argentino. Repasamos su historia, comparando con la acción de muchos que lo reivindican, mientras negocian con las multinacionales.

Transcurrían los primeros días del gobierno radical de Marcelo Torcuato de Alvear cuando Mosconi fue designado como director general de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), asumiendo su cargo el día 17 de octubre de 1922. La empresa estatal de hidrocarburos fue fundada por el gobierno de Hipólito Irigoyen el 3 de junio de ese año, en el último tramo de su mandato, tras un conflicto con la empresa West India Oil Co, que tenía el monopolio de la venta de nafta para aviones. Esta crisis se dio en medio de una fuerte presión de las compañías petroleras yanquis (Jersey Standard) y europeas (Anglo Persian Oil Company y Royal Dutch Shell) por el control de las reservas de petróleo argentino.

Mosconi desarrolló en aquellos años la compañía estatal petrolera más grande del mundo después de la petrolera de la URSS. Aunque su plan original era la nacionalización completa del petróleo, en 1925 propuso generar una sociedad mixta del Estado con empresas extranjeras como forma de capitalizar la empresa. Luego, en 1928 modificó esta opinión y expresó que: “no queda otro camino que el monopolio del Estado, pero en forma integral, es decir, en todas las actividades de esta industria: la producción, la elaboración, el transporte y el comercio […] sin monopolio del petróleo es difícil, diré más, es imposible para un organismo del Estado vencer en la lucha comercial a las organizaciones del capital privado”. (1)

El primer plan elaborado por Mosconi fue un éxito. La producción pasó de 493.000 m3 en 1923 a 1.943.000 m3 en 1927. El ingeniero se proponía desarrollar una empresa estatal monopólica, verticalmente integrada, que no solo extrajera el petróleo, sino que refinara y vendiera sus productos compitiendo con los trust del sector. Para ello logró construir, con financiamiento del Tesoro Nacional, la refinería de Ensenada que, al inaugurarse en 1925, era una de las refinerías más grandes del mundo. Así YPF aumentó por diez la producción anual de nafta, ampliando sus productos, ofreciendo kerosene, combustible para aviones, tractores y motores diésel. Para el abastecimiento del mercado interno, YPF construyó depósitos de almacenamiento en los principales puntos del país y hacia 1928 tenía 736 surtidores en el territorio nacional, avanzando en un rubro que era controlado en un 80% por empresas extranjeras. De esta manera la empresa estatal cubría los principales aspectos de la exploración, extracción, refinación y comercialización del petróleo y sus derivados.

Por su proyecto, Mosconi tuvo que enfrentar fuertes presiones de las petroleras extranjeras, de los sectores de la burguesía nativa y de los dirigentes políticos ligados a ellas, que impedían ir hasta el final en la expropiación, imposibilitando en el Senado el avance de proyectos de ley en ese sentido. En 1929 Mosconi decidió fijar un precio único de la nafta para todo el país, más barato que el que ofrecían las petroleras extranjeras. Ante el posible boicot de estas a la importación no dudó en firmar un contrato con la petrolera soviética Iuyamtorg para importar unos 270.000 m3 de nafta por año a cambio de productos del campo argentino.

El golpe de 1930 encontró al recordado director de YPF ofreciéndose para combatir y defender al gobierno electo. Fue entonces detenido, destituido de la conducción de YPF, enviado al exterior y a su regreso castigado con una verdadera jubilación anticipada, siendo designado al frente de la Academia de Esgrima y Tiro del Ejército, una burla para quien tuvo el mérito de levantar a YPF como un ejemplo mundial de compañía estatal monopólica de petróleo.

Las enseñanzas que dejó

La experiencia de Mosconi durante ocho años no fue un rayo a cielo abierto. Su proyecto coincidió con el de un sector de la burguesía nativa que, en esos años en que Argentina aparecía en el terreno económico como una potencia agroexportadora y estructuralmente era un país dependiente del imperio británico, tenía un proyecto de industrialización y quería evitar que grandes compañías trasnacionales se quedarán con una mayor tajada de sus “ganancias”. Por eso se dice que el golpe de 1930 contra el segundo mandato de Irigoyen tuvo “olor a petróleo” y marcó un cambio de rumbo en el proyecto de YPF.

La Argentina de esos años, gobernada por el radicalismo era muy dependiente de Inglaterra, pero luego del golpe, con la firma del tratado Roca-Runciman, pasó a ser directamente una semicolonia del imperio británico. Una vez más, se manifestaron las limitaciones del nacionalismo burgués. En la etapa de decadencia capitalista que marcó el inicio de la primera guerra mundial en 1914, las burguesías nacionales demostraron ser incapaces de enfrentar consecuentemente las presiones imperialistas y más temprano que tarde cedieron a las mismas. Por eso se fue diluyendo el proyecto nacional del petróleo en Argentina, como también lo fue en México la nacionalización del petróleo del gobierno de Cárdenas o las experiencias de Bolivia o Uruguay; países a los que visitó Mosconi en medio de su gestión y en los que fue recibido con aplausos

Justamente como representante de un sector burgués, Mosconi no pudo comprender esto y por ello, lejos de aliarse a la clase obrera, no dudó en reprimir duramente las huelgas que los obreros del sindicato petrolero, dirigido por los anarquistas, hicieron en aquellos años. Su mano dura contra ellos lo llevó a que fuera comparado con el dictador español Primo de Rivera.

Hoy distintos sectores que se dicen nacionalistas destacan la labor de Mosconi, levantando su figura, incluso al mismo nivel que San Martín u otros libertadores de la Argentina. Entre ellos se encuentra el kirchnerismo. El relato K quiere mostrar que contra la privatización de YPF que realizara el menemismo, son ellos y su falsa nacionalización de YPF, los que siguen los pasos de Mosconi. Lo cierto es que la YPF de hoy no es una empresa estatal monopólica, sino una sociedad anónima en la que el Estado controla el 51% de las acciones, luego de indemnizar a su vieja socia mayoritaria, la española Repsol, por miles de millones de dólares, que nunca hubiera podido cobrar si tuviera que pagar el vaciamiento y desfalco que realizó sobre YPF.

Fue el anterior gobierno de Cristina y su ministro de Economía de entonces, Axel Kicillof, los que firmaron los contratos secretos con la estadounidense Chevron para la explotación de Vaca Muerta. Es el actual gobierno de Fernández – Fernández el que acaba de otorgarles a las empresas privadas que operan en esa zona, fuertes subsidios para facilitar sus negocios con el gas, que ya nos anunciaron vendrá con fuertes aumentos desde principios de año.

En definitiva, lejos de colocar los recursos del país, para aliviar y mejorar la terrible situación que hoy viven millones de argentinos, esas medidas apuntan a garantizar las ganancias de los capitalistas. Somos solo los trabajadores, los que podremos retomar la senda por una YPF estatal monopólica, que desarrolle energías no contaminantes, puesta al servicio del desarrollo del país y no de los negocios de las multinacionales y sus socios locales.

  • Transcripto de Infonews 15/04/2012. Artículo “Mosconi e YPF: eficiencia, superación y un modelo para Latinoamérica toda”

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