El 4 de abril de 1972 se produjo en la provincia de Mendoza una rebelión popular contra la dictadura de Lanusse. La gota que rebalsó el vaso del descontento social fue el aumento de la tarifa eléctrica, pero ¿cómo se gestó esa enorme movilización popular? En esta efeméride intentamos salir de la anécdota.
El marco internacional y nacional
Para comprender mejor qué fue el Mendozazo y sacar conclusiones correctas hay que ubicar en contexto. Lo que podríamos llamar clima de época es conocido y se puede rastrear hasta la Revolución cubana, siguiendo más cerca de la fecha con la Primavera de Praga, el Mayo francés del 68, la rebelión estudiantil de Tlatelolco en México; hasta llegar al Cordobazo. Toda la década del ’60 fue de una enorme conmoción social y política y Argentina no estuvo al margen. Onganía tomó el poder y atacó duramente al movimiento obrero; ensañándose particularmente con el movimiento estudiantil, pensaba que las universidades eran un semillero de comunistas. Después del Cordobazo las huelgas y manifestaciones se multiplicaron y finalmente Onganía debió ceder el control a otro dictador que intentará dar aire al régimen: Lanusse.
En Mendoza también se sintió el cimbronazo y asumió la gobernación Francisco Gabrielli, viejo dirigente del Partido Demócrata (hoy diluido en las filas del Pro) quien decretó un aumento del 300% en la tarifa de la luz. La reacción de los trabajadores fue inmediata.
La cronología de los hechos
Decretado el aumento del 300% en la tarifa de la luz, comienza el germen de la rebelión. Entre los días 29 y 30 de marzo se producen los primeros intentos de organización. Empiezan las convocatorias de organizaciones sociales y políticas en los barrios para reunirse y debatir qué hacer para impedir el impuestazo. Los trabajadores discuten la situación en bodegas, cooperativas y demás lugares de trabajo con las comisiones internas. Los estudiantes universitarios imprimen volantes y van a las uniones vecinales a participar de reuniones donde también empieza a discutirse que no se puede aceptar semejante robo.
El 31 de marzo, en el Centro Republicano Español, se hace una asamblea de organizaciones sociales, estudiantiles, sindicatos y partidos políticos. Convocada por la Intersindical, la asamblea decide organizar la Coordinadora No pague la luz. A partir del 1 de abril la convocatoria para no pagar la luz se difundió con todos los medios disponibles en ese momento: diarios, volantes, altoparlantes que recorrieron los barrios. Los vecinos organizados en sus uniones vecinales recorrieron todo el Gran Mendoza. Trabajadores, estudiantes y vecinos organizados preparan la enorme movilización que está por suceder.
El 2 de abril a las 10 de la mañana hay una concentración en Casa de Gobierno. La CGT, presionada por los trabajadores, no tiene más opción que hacer un plenario de inmediato y finalmente convoca a un paro para el 4 de abril. Además, se ve obligada a convocar a una mesa redonda donde se elabora un documento con la exigencia a Gabrielli de dar marcha atrás al aumento de la luz. Durante el día 3 de abril ya es toda la provincia la que se prepara para la gran movilización que se aproxima: los comerciantes ponen carteles en las vidrieras con la consigna No pague la luz e incluso pegan la boleta que llevarán al día siguiente a la Casa de Gobierno para hacer una pira y prenderla fuego. Gabrielli prohíbe la protesta pero esto, lejos de meter miedo, enardece más los ánimos.
El martes 4 de abril la movilización será enorme. A partir de las 10 de la mañana desde todos los puntos de la ciudad ingresan columnas de manifestantes: mientras al Parque Cívico empiezan a llegar columnas de estudiantes universitarios y secundarios, los ferroviarios van a la sede de la CGT a exigirle que se decida a marchar y son reprimidos, logran hacer retroceder a la policía y luego marchan por calle Espejo. Los trabajadores bodegueros avanzan por calle Godoy Cruz, mientras las maestras son reprimidas por caballería y con el carro hidrante a pocas cuadras de Casa de Gobierno. Esto despierta la indignación del resto de los manifestantes que no dejan de repeler el ataque de las fuerzas de seguridad. El gobierno reprime con todo el poder de fuego del que dispone para impedir que la protesta llegue al Barrio Cívico: la policía de Mendoza, la Federal, Gendarmería y en Casa de Gobierno es directamente el ejército a quien enfrentan los trabajadores: el 8vo Cuerpo de Infantería de Montaña defiende la explanada. La represión se cobra el primer muerto, el canillita Ramón Quiroga. Pero los trabajadores no se amedrentan. Las crónicas de la época dan cuenta de que el líder de la CGT, Fiorentini, intenta dar un discurso pero la gente enardecida pide la renuncia de Gabrielli, al tiempo que tumba autos y los incendia y se apodera del camión hidrante que antes había reprimido a las maestras.
El gobierno amaga con suspender el tarifazo pero la Coordinadora Provincial llama a seguir la lucha y cuestiona el poder difundiendo una declaración para constituir “un gobierno provisional con las fuerzas populares y democráticas”. Los dos días siguientes el centro de las protestas se traslada a los barrios y es Las Heras el punto más álgido de resistencia y donde las fuerzas de seguridad van a perpetrar dos asesinatos más: una comerciante y un estudiante.
Final y conclusiones
Tras diez días de protestas, tres muertos, cien heridos y mil presos, finalmente el gobernador Gabrielli renuncia y la dictadura tiene que dar marcha atrás con el tarifazo de la luz.
Hay lecciones sencillas pero no por eso de menor importancia. El Mendozazo durante décadas ha sido reducido a una efeméride sin mayores explicaciones que una reacción espontánea de un sector radicalizado. Sin embargo, al hacer una cronología correcta lo que se ve con claridad es el nivel de organización y de articulación entre vecinos, trabajadores y estudiantes. Si bien puede ser cierto que algo de eso es una marca de época y que transitamos otra, no menos cierta es la capacidad de iniciativa para postularse a organizar y no quedarse esperando a que el tarifazo caiga por acción de algún misterio inexplicable. Discutir política, tener iniciativas hacia las bases y los sectores burocráticos siempre ayuda a estar mejor posicionado para hacer que las luchas triunfen. Tenemos que recurrir a la memoria histórica, compartir estas experiencias con la gente que nos rodea, con los trabajadores, los desocupados, los jóvenes que no ven futuro, con aquellos a los que les contaron otra historia o se la ocultaron; transmitir lo importante que es organizarse, confiar en sus fuerzas, reconocer al enemigo y luchar.
Mendoza es una provincia donde se lucha y se puede ganar.
Sergio Morán