martes, 7 mayo 2024 - 19:23

8 de diciembre de 1886. Nace Diego Rivera, un muralista genial

Recordar al pintor Diego Rivera en la fecha de su natalicio plantea varias sensaciones. Por un lado, la del artista genio, el creador de esos bellos y grandes murales, el artista rebelde para el cual era impensado modificar su obra artística por las presiones del establishment, el cofirmante del manifiesto surrealista. Por otro, la del militante comunista y luego trotskista, antes de su desbarranque político final, en una trayectoria de la que debemos rescatar su invalorable contribución para el exilio de Trotsky en México, a quién albergo en su casa.

Diego María de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez, como fue bautizado, o Diego María Rivera, como fue registrado, nació en Guanajuato, México, a fines del siglo XIX y constituye con José Orozco y David Alfaro Siqueiros, uno de los precursores y mejores exponentes del muralismo mexicano. Un movimiento artístico que creció y se desarrolló en un México sacudido por las ideas de cambio de la revolución mexicana y en un planeta donde la lucha entre la revolución y la contrarrevolución veía extenderse las ideas socialistas revolucionarias que la revolución rusa potenció. Distintas ciudades del mundo fueron premiadas con sus obras. La ciudad de México, Cuernavaca, Acapulco, Nueva York, San Francisco, Detroit, Buenos Aires, entre otras.

Contrariando las ideas de su padre que quería ingresarlo en el Colegio Militar, estudia pintura a partir de 1896 con el paisajista José María Velazco. En 1907 viaja a formarse a España gracias a un subsidio estatal y en 1907 en Paris se compromete con la que será su primera esposa, la pintora Angelina Belloff. A diferencia de Orozco o Siqueiros, no tuvo contacto directo con la revolución mexicana ya que se encontraba en el exterior cuando esta se desarrollaba. Entre las distintas influencias que se destacan en su formación artística, los especialistas señalan su contacto en Francia con el movimiento cubista,  su ingreso en 1917 al movimiento postimpresionista, influenciado por la obra de Paul Cézanne, del que adoptó sus acabados y vivos colores, y el estudio del arte renacentista italiano, país al que viajo en 1920.

De regreso en México, en 1922 pinta su primer mural intitulado La creación, en el Anfiteatro Simón Bolívar de la entonces Universidad Nacional de México.  La obra tiene una estética inspirada en su viaje a Tehuantepec y estaba enfocado al origen del pueblo mexicano.

Obra «La Creación»

 En ese mismo año inicia el fresco en la Secretaria de Educación Pública, en donde sus frescos abarcan dos pisos. Participa en la fundación de la Unión de Pintores, Escultores y Artistas Gráficos, Revolucionarios. Recibe permisos para pintar en el Palacio de Cortés en Cuernavaca y en la Escuela Nacional de Agricultura.

El gran artista va a dejar una gran cantidad de trabajos. A los ya mencionados podemos agregar, entre los más conocidos, los murales de la Capilla Riveriana, el mural del Palacio Nacional, el que pintó en el Rockefeller Center, el “Sueño de una tarde en la Alameda Central” en el que aparece su tercera y última esposa, la igualmente genial pintora Frida Kahlo, el mural del Teatro de los Insurgentes, entre muchos otros.

La epopeya del pueblo mexicano

En el Palacio Nacional de la Ciudad de México, sede del gobierno mexicano, pinta entre 1929 y 1935 un inmenso mural que, conocido como “La epopeya del pueblo mexicano”,  ocupa toda la escalera de ese palacio y representa un ciclo narrativo de la historia del país desde los aztecas hasta el siglo XX. La parte derecha representa al México pre hispánico, la central la conquista y colonización, la constitución de la nacion incluida la revolución mexicana hasta 1930 y la izquierda la etapa moderna de la lucha de clases del país desde una visión marxista, con la figura de Marx en la cúspide de esta parte del mural.

La pelea con los Rockefeller

En 1933, Nelson Rockefeller, hijo del magnate John Rockefeller Jr., le encargó que pintara un mural en el vestíbulo de entrada al Edificio RCA, en Nueva York, el edificio principal del complejo Rockefeller Center, donde se encuentran las tiendas más lujosas de la ciudad. 

El mural llamado “El hombre en la encrucijada” debía ser una obra inspirada en la cooperación humana y el desarrollo científico. Sorpresivamente y alterando el boceto original, Rivera incluye en el mural la figura de Lenin. También aparecían los rostros de Trotsky y Marx, junto a distintos símbolos comunistas. En la parte izquierda incluyó también la figura de Rockefeller bebiendo, lo cual estaba prohibido ya que eran épocas de ley seca, constituyendo esto una afrenta adicional para una familia conservadora.

Todos los intentos de Rockefeller porque Rivera alterara su obra y volviera al boceto original fueron resistidos por este, argumentando que no cambiaría su creación artística. Rivera fue despedido y el mural destruido. Luego, años más tarde, sería recreado por el pintor en el Museo de Bellas Artes de la ciudad de México con el nombre de “El hombre controlador del universo”. En el centro un obrero controla el universo a través de la máquina. A la izquierda se ve la sociedad capitalista y su ejército. A la derecha, los trabajadores en la Plaza Roja, el ejército ruso y las figuras de Marx, Engels, Lenin y Trotsky.

Obra: «El hombre controlador del universo»

Su trayectoria política

En 1922 ingresa al Partido Comunista Mexicano. En 1927 es invitado a la URSS a los festejos por el décimo aniversario de la revolución, integrando la delegación oficial del PCM. Allí da múltiples conferencias y se relaciona con el mundo cultural soviético. El proceso de burocratización estalinista lo lleva a alinearse con la oposición de izquierda y el trotskismo. Por lo cual en 1929 es expulsado del PC con el argumento de que era colaborador del imperialismo yanqui.

La persecución stalinista expulsa a Trotsky y a su compañera Natalia Sedova al exilio. Estos, luego de un largo y penoso recorrido en el cual son perseguidos por la GPU y rechazados por los gobernantes de muchas “democráticas” naciones que les niegan el elemental derecho de asilo, finalmente son acogidos por el gobierno de Lázaro Cárdenas en México.

Oscar Fernández Vilchez, quien fue el gestor del asilo de Trotsky y su pareja en México, acudió al servicio de Rivera, que dado su prestigio pudo obtener el visado para que se trasladasen desde Noruega, como la aceptación del presidente Cárdenas para que se refugien en el país. El muralista les ofrecerá acogida en su vivienda, la llamada Casa Azul, donde convivía con Frida Kahlo. Trotsky vivirá el primer periodo de su estancia en México en este lugar hasta su ruptura personal y política con Rivera.

Otro hecho muy importante que debemos mencionar en la actuación de Diego Rivera es su ligazón al movimiento surrealista que lideraba André Bretón. Eran épocas en que la disciplina estalinista pretendía que los artistas crearan obras que defendieran los postulados de la Unión Soviética, lo que fue llamado el “realismo socialista”. En respuesta a este corset al arte surgió un movimiento que defendía la libertad artística, que toda licencia era válida en el arte.

Trotsky alentó este movimiento con la estrategia de crear una base de apoyo en el mundo intelectual a las luchas de la IV Internacional. Junto a Breton redactó el conocido “Manifiesto por un arte independiente” y le pidió a Diego Rivera que firmara en lugar suyo. Ese manifiesto tiene una trascendencia que se traslada hasta nuestros días e importantes artistas, como por ejemplo Leonardo Padura, lo reivindican como uno de los grandes aportes de Trotsky al desarrollo del arte y la cultura mundial.

Como describe el creador del Ejército Rojo y dirigente con Lenin de la revolución rusa y la III Internacional, las características de su personalidad -que le eran muy útiles para desarrollarse en el medio en que se hizo famoso, por su carácter individualista- le hacían fracasar como secretario o funcionario de la organización partidaria. Peleando incluso contra la resistencia de cuadros del partido que detestaban a Rivera, Trotsky y gran parte de la dirección que lo rodeaba hicieron todos los esfuerzos por lograr una ubicación especial para el genio artístico.

Obra: «El hombre controlador del universo» en el que aparecen las figuras de Lenin, Trotsky, Engels y Marx.

Todo fue en vano y Rivera termina rompiendo en 1939 con Trotsky y la IV Internacional, pese a los esfuerzos del líder marxista por retenerlo. Funda junto a los trabajadores de la Casa del Pueblo, el Partido Obrero Revolucionario y Campesino, basado en un programa mínimo y hace un acuerdo electoral con el general Almazán, representante de la derecha moderada, para las elecciones de 1940. En 1954 es readmitido en el Partido Comunista.

Diego Rivera nunca dejó de pintar y de ser un personaje polémico. Falleció el 24 de noviembre de 1957 en San Ángel, al sur de la ciudad de México, en su casa, donde actualmente se encuentra el Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo.

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