Me llamo Claudia, tengo 71 años, soy jubilada y vivo en José C Paz con mi esposo y compañero de vida con el que estamos juntos hace más de 40 años. Tenemos dos hijos, Diego de 35 y Laura de 31 años, ambos ya hace algunos años se fueron a probar suerte y hacer sus vidas muy lejos, fuera del país.
Trabajé la mayor parte de mi vida laboral (remunerada) como empleada administrativa y me retiré después del nacimiento de mi segunda hija por no tener quién se pudiera ocupar de mis chicos, y cuando fueron un poco más grandecitos me tocó traer a vivir a mi casa y ocuparme de mi mamá que se había enfermado de Alzheimer.
Cuando llegué a la edad jubilatoria me faltaban algunos años de aportes, un poco más tarde se reabrió la moratoria y pude acceder. Al principio cobraba un pequeño diferencial por sobre la jubilación mínima lo que paulatinamente se fue achicando con la invención del “bono” hasta desaparecer por completo en la era Milei.
Así que una jubilación mínima de 360 mil pesos es de lo que disponemos para (sobre)vivir a lo que se agrega lo que gane mi esposo en alguna de las escasas changas como electricista que pueda conseguir. Él está tratando de obtener su jubilación pero, como a miles de trabajadores, las empresas no le hicieron todos los aportes que correspondían por lo que probablemente se incorpore al inmenso número de los que, sin moratoria y habiendo trabajado desde los 15 años, no se puedan jubilar.
Aun así me siento afortunada porque tengo casa propia (no podría pagar un alquiler) y no tengo . problemas de salud muy graves por lo que la medicación que uso no es de alto costo. Eso sí, casi no comemos carne y todos los gastos deben ser medidos al milímetro y buscando siempre los precios más económicos. Cero salidas, ropa, calzado.
Pero, a no deprimirse. Tengo una fórmula mágica para mantenerme joven: voy casi todos los miércoles al Congreso, a luchar con otras jubiladas y jubilados para reclamar por nuestros haberes, la restitución y ampliación de los medicamentos al 100%, la mejora de las prestaciones, la devolución del PAMI a sus dueños que somos los afiliados, etc. Y muy importante, por el restablecimiento de la moratoria, que no es para nosotros sino para los que vienen detrás y sin la cual en este país precarizado al máximo 9 de cada 10 mujeres y 7 u 8 de cada 10 hombres no se podrán jubilar.
Es verdad que allí nos esperan puntualmente “las chicas y muchachos” de la ministra Bullrich: policía federal, gendarmería y prefectura, pero esto ya es como un ritual, no hay que asustarse, hay que ser cuidadoso/a, mantenerse con el grupo, llevar barbijo y antiparras y no dejarse intimidar porque eso es lo que pretenden y a pesar de eso la movilización ha ido creciendo y transformándose en un punto de referencia para todos los sectores, cada vez más, que tienen que salir a la calle para defender sus derechos frente a un gobierno ajustador y cruel al que sólo le interesa quedar bien con sus amigos, con Trump y con el Fondo Monetario Internacional.
Hace un tiempo nos apoyaron los hinchas, la CGT hizo su jornada un miércoles, y es probable que el 3J próximo, a 10 años de la primer convocatoria, se realice miércoles 4J para acompañar nuestra pelea. Cada miércoles debería ser cita obligada de todos, jubilados y trabajadores, porque un gobierno que así trata a quienes han aportado toda su vida y hoy no tenemos que comer, merece un plan de lucha hasta rajarlo. Enfrentar en unidad a Milei debe ser un plan de todos mas allá del próximo 4J. ¡Es en defensa propia! La violencia machista contra nosotras, tiene a su mejor cómplices dentro del gobierno, imponiendo el hambre y desmantelando toda política de abordaje de violencia patriarcal. Este 3J por nosotras, jubiladas, debería ser asegurando la continuidad del plan de lucha, cada miércoles hasta ganar.
Claudia Garfunkel, jubilada de izquierda.