viernes, 26 julio 2024 - 21:11

25 de mayo. De la gesta revolucionaria a la entrega pactada

Aprovechando el sentimiento patriótico que rodea al 25 de mayo, el presidente lanzó su propuesta de un gran pacto de acuerdo nacional, presentándolo como una reforma política estructural revolucionaria al sistema actual. Sin embargo los diez ejes presentados por Milei son un pacto de entrega, opuestos por el vértice a la gesta revolucionaria de 1810 que terminaría liberándonos del yugo imperial español.

El 1º de marzo al abrir la Asamblea Legislativa, como contraofensiva a la derrota sufrida por su Ley Ómnibus, el presidente lanzó una propuesta política ambiciosa, con el pomposo nombre de “Pacto del 25 de mayo”. Lo hizo especulando con el sentimiento patriótico que existe en el inconsciente colectivo sobre la Revolución de Mayo de hace 214 años. Dándole, como siempre en sus discursos, un carácter épico y revolucionario, insistiendo en que se trataría de una reforma política radical de todo el sistema actual. Pero lo cierto es que la mayoría de sus puntos sólo representan nuestra entrega al imperialismo y sus grandes corporaciones, sobre todo en lo que es el nudo gordiano, el famoso RIGI, del cual hablaremos en detalle. Muy lejos está este pacto de entrega y sumisión al gran capital que el presidente quiere transar con los gobernadores de provincias, de la tremenda gesta revolucionaria de 1810 que terminaría años después, con la derrota militar, política y económica de España y la liberación de toda América Latina del yugo imperial español.

El 25 de mayo: Una revolución que se extendió por toda Latinoamérica

Milei no es el primero, ni seguramente el último, en querer cambiar y apropiarse de este tremendo proceso revolucionario, de hace más de 200 años para tratar de llevar agua a su molino y ponerla a disposición de sus intereses de clase. Al servicio de esto tergiversan y ocultan hechos según su conveniencia. Lo mismo sucede con corrientes de izquierda, en donde también existen debates sobre el significado y alcance de este proceso del 1800, que tuvo como epicentro a nuestro país, pero también Venezuela, Perú, Colombia. Muchos de estos debates son honestos y útiles, ya que el marxismo no estudió con toda profundidad y seriedad la revolución Latinoamericana de comienzos del siglo XIX. Otros análisis desde la izquierda estalinista son presentados y tergiversados, con el fin de justificar su política de conciliación de clases con sectores burgueses, en los márgenes de su “liberación nacional”.

Nuestra corriente, en vida de Moreno, estudió con profundidad el proceso de colonización de Latinoamérica y de EEUU (lo cual es una deuda del marxismo/trotskismo, mucho más volcado al estudio de los acontecimientos de Europa), así como las revoluciones en contra del imperio español. Para nosotros la revolución de 1810 fue parte de un proceso, que tuvo antecedentes previos y que terminaría cerrándose años después con el logro de la independencia de los diferentes países que hoy la componen.

Una conquista feudal, con objetivos capitalistas

Lo primero que salta a la vista cuando uno estudia el proceso de colonización de Latinoamérica es que, a pesar de haber sido encabezada y mayormente sostenida por el Imperio Español (aunque también estaban detrás el inglés, francés y portugués), quizás el más decadente y atrasado de todos, el objetivo último de esta colonización no fue, ni de lejos, reproducir en América las bases y contenidos de una economía feudal. Por el contrario, de lo que se trataba era de extraer y llevarse las enormes riquezas del Nuevo Continente hacia Europa para lo que Marx denominó como “acumulación primitiva u original capitalista”, que sería utilizada como base principal del desarrollo burgués europeo. Una llamativa diferencia con la conquista de Norteamérica es que, a pesar de haber sido colonizada por un imperio en auge y mucho más próximo al Capitalismo moderno, tuvo características sociales más asociadas al viejo y decadente feudalismo. El imperio español ya en crisis y decadencia tenía la necesidad de conseguir esta conquista para avanzar en el desarrollo capitalista, ya que sus competidores franceses e ingleses lo aventajaban en ello. De allí que, aunque combinados, duales por el origen mismo del Imperio, para nosotros los métodos y los objetivos de esta conquista fueron claramente capitalistas. Ante la ausencia de una clase trabajadora, la organización social por siglos tuvo combinaciones, primando siempre la utilización de una mano de obra semiesclava, conformada por los pueblos originarios, esclavos de África y, posteriormente, los mestizos.

San Martín y demás libertadores

A medida que pasaron los años, en las grandes ciudades, como Buenos Aires y Caracas, se iba conformando una clase burguesa local. Como siempre, los intereses de las clases entraban más y más en conflicto. Para el 1800 ya existían muchísimas críticas a la explotación y extracción de riquezas por parte de España y, así como los sectores más acomodados se fueron asociando con la corona, los sectores menos acomodados se fueron radicalizando más y más. Por ello no es casual que de las grandes ciudades surgieran referentes políticos y militares como San Martín y Belgrano en Argentina, Sucre y Bolívar en Venezuela u O´Higgins en Chile. Ellos fueron los máximos exponentes militares de los sectores revolucionarios quienes tenían claro que debían sacarse de encima al Imperio Español. Obviamente el proceso estuvo lleno de contradicciones, por tratarse de sectores muy heterogéneos, pero esto no elimina para nada el rol revolucionario que todos ellos jugaron en su época, que impulsando la movilización con base social, organizando ejércitos enfrentando los ataques del imperio e incluso el abandono y la traición de los gobiernos regionales que dudaban del proyecto emancipador. San Martín y Bolívar fueron críticos denunciantes de estas claudicaciones gubernamentales, que los dejaban sin recursos para enfrentar la guerra de independencia.

El 25 de mayo de 1810

Las jornadas de mayo de 1810 se inscriben en un proceso de ascenso que venía de décadas atrás en toda la región. El alzamiento de Tupac Amarú, el de los esclavos de Haití, la resistencia en Buenos Aires a las invasiones inglesas de 1806/7. Y continuaría con la Independencia de Venezuela en 1811, Argentina en 1816 y posteriormente las de Chile en 1818 y Perú en 1821. A partir de estas fechas se puede dar cuenta de la magnitud y extensión del proceso revolucionario emancipador, más allá de sus contradicciones y de la clase (burguesa) que lo lideraba.

En este contexto el 25 de mayo en este contexto, fue un punto de inflexión histórico, con distintas alas políticas expresadas en su interior, unas moderadas (Saavedra o Rivadavia) y otras más radicales (Moreno, Castelli, Monteagudo). Ese 25 gran cantidad rodeó el Cabildo, desobedeciendo las órdenes de la Corona y conformando la 1° Junta de Gobierno que no tenía funcionarios de España. Se le sacaron bienes a funcionarios españoles, se expulsó a obispos y curas procorona española, entre otras medidas. Esta revolución provocó cambios políticos y sociales importantísimos, se deshicieron de los funcionarios y nobles de la corona, y se continuó con las conquistas de la Asamblea del 13, como la eliminación de todo título nobiliario y de la esclavitud. Si bien tuvo las limitaciones de su dirección burguesa, reflejaba el estadio de un proceso en ese momento histórico. Ese límite actuaría durante los años siguientes y aún hoy tiene sus elementos de continuidad, como dijimos aún en polémicas con corrientes que se reclaman de izquierda.

En nuestro país, luego de muchas contradicciones y una contraofensiva imperialista post 1810, la situación fue impulsando y presionando a los sectores más moderados o claudicantes hacia la declaración definitiva de la Independencia, que terminó firmándose en julio de 1816.

Un reflejo patente de las limitaciones del proceso revolucionario de mayo, está en que nunca se pudo avanzar en las aspiraciones de los sectores más avanzados como Bolívar, San Martín, Miranda o Sucre, que siempre imaginaron el fin de la gesta en la conformación de una gran “patria” Latinoamericana, sin fronteras nacionales, que uniera a todos los pueblos y pudiera independizarse definitivamente de toda opresión imperial extranjera. No fue esto lo que sucedió, sino que en cada país fueron primando las tendencias más moderadas (cada vez más reaccionarias con los años), reconfigurando Estados nacionales burgueses, muy ligados y dependientes a los distintos imperios, como el ascendente imperio inglés en el caso de Argentina, al cual la burguesía autóctona se fue asimilando y asociando luego de que fuera decayendo el proceso revolucionario de mayo.

Esta deuda, en un contexto totalmente distinto, con distintos actores y clases sociales en danza, aún persiste en la actualidad. La necesidad de una nueva, segunda y definitiva independencia, ahora ya no contra el imperio español o británico, sino contra el imperialismo yanqui, sigue a la orden del día. Pero esta segunda independencia, no puede ya ser encabezada, ni siquiera acompañada, por sectores burgueses, como opina gran parte de los progresismos o el estalinismo. Hace más de un siglo que esta clase burguesa no sólo perdió todo carácter revolucionario o incluso progresivo, sino que es clara y definitivamente reaccionaria y contrarrevolucionaria. La tarea de sacarnos de encima todo yugo económico, político y militar imperialista en la actualidad sólo puede estar en manos de la clase trabajadora, la única capaz de poder enfrentar a la burguesía hasta el fin y conseguir algo muy parecido a lo que aspiraban aquellos libertadores, la unidad de toda Latinoamérica, pero ahora bajo la forma política y social de una Federación de Repúblicas Socialistas de Latinoamérica.

El pacto entreguista de Milei y LLA

Opuesto por el vértice a las jornadas de mayo de 1810 está el pacto de entrega que propone Milei a los gobernadores y que muchos comparan con el de Roca-Runciman ante los ingleses. A tal punto que al momento de escribir esta nota el propio gobierno relativizó que efectivamente se haga para el 15 de mayo, ya que ahora presenta como prerrequisito y a la vez chantaje que salga la ley Bases. Lo cierto es que se basa en 10 puntos, todos ellos antiobreros y antipopulares hasta la médula, de entrega y sumisión al gran capital corporativo y el imperialismo:

  1. Inviolabilidad de la propiedad privada (para que no se puedan tocar las privatizadas, ni mucho menos ninguna empresa privada);
  2. Equilibrio fiscal innegociable (lo que implica continuidad del ajuste sobre las masas, ahogo económico a las provincias, parate de obra pública, recortes en universidades, educación, salud, etc);
  3. Reducción del gasto público a niveles históricos (lograr el 25% del PBI implica reducción de la planta del Estado, despidos, no renovación de contratos, sumado a lo detallado en el punto 2);
  4. Reforma tributaria (bajarle los impuestos a los ricos y empresarios, mientras impone el impuesto al salario);
  5. Coparticipación federal (rediscutiendo el actual régimen);
  6. Explotación de recursos naturales en las provincias (avanzar con el extractivismo y la megaminería);
  7. Reforma Laboral (para acabar con todos los derechos laborales del trabajador y permitir que las empresas puedan despedir y contratar sin límites);
  8. Reforma Previsional (elevando la edad jubilatoria, nadie, en especial las mujeres, se podrán jubilar sin 30 años de aportes mínimos);
  9. Reforma Política (esta es una de las mayores discusiones, porque ninguno de los partidos patronales está de acuerdo, probablemente lo retire);
  10. Apertura del comercio (esto es, la apertura de importaciones sin aranceles que destruirá la industria nacional y también está aquí la discusión del RIGI).

Más allá de cómo queden los distintos puntos, que están negociando, se suba alguno o se baje otro, lo cierto es que cada vez queda más patente que el objetivo central del pacto, lo que necesitan con urgencia puesto que no llegan las inversiones, es el famoso RIGI (Régimen de Incentivo a Grandes Inversiones) que está siendo muy cuestionado por múltiples sectores, capitalistas grandes, no sólo las Pymes, y del que hablaremos a continuación.

¿Qué es el RIGI?

El “Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones” (RIGI) que pretende acordar Milei, es una completa entrega a las grandes corporaciones, en su mayoría multinacionales, a las que les otorga beneficios cambiarios, aduaneros y fiscales de tal magnitud que la mayoría de las empresas de la UIA, y ni que hablar de las Pymes, salieron en su contra, como lo reflejan los distintos medios periodísticos que los representan.

La idea básica declamada del gobierno es “atraer inversiones” en forma rápida y contundente. Es que todo el ajuste de estos 5 meses de terror se puede caer abajo si no cuenta con dólares frescos para poder levantar el cepo, hacer arrancar la economía e intentar salir de la recesión en la que nos metió. Recién ahí pueden ir pensando en algún plan de estabilidad y crecimiento, lo cual parece una utopía en la actualidad.

En resumen, el RIGI consiste en incentivar por 30 años la inversión privada extranjera en nuestro país. El mínimo a invertir sería de 200 millones de dólares (pero no se les exige que sea inmediato ni todo junto, puede ser un “plan de inversiones”). La cifra es tan grande que se entiende por qué se quejan los empresarios y pymes, porque los deja afuera a ellos. Para tentarlos otorga beneficios fiscales, aduaneros y cambiarios. Con especial énfasis en las inversiones en minería, petróleo, gas y algo de agropecuarias. Es decir nos relega por completo a la producción de materias primas (comodities), eliminando toda posibilidad de desarrollo industrial del país. Les permite a esos “inversores” importar sin aranceles bienes de capital y de insumo, por lo tanto no tienen la obligación de comprarlos en el país, lo que sigue destruyendo la industria nacional y es una gran ventaja frente al resto de los industriales, que tienen que pagar las importaciones hasta con el impuesto PAIS. Incluso podrían “importar la mano de obra”, es decir que ni siquiera les exige que contraten personal argentino. Tampoco tienen que pagar derechos de exportación los primeros 3 años.

Les baja a las grandes empresas el impuesto a las ganancias del 35 al 25%, devolución de los saldos (ganancias) en menos de 3 meses.)
Entre los beneficios cambiarios está la libre disponibilidad de divisas que llega hasta el 100% luego del tercer año es decir, se pueden llevar el total de las ganancias sin dejar un peso. Ninguna empresa en el mundo se atrevió a pedir tanto, se lo otorga solito Milei. Y le da una estabilidad impositiva por 30 años.

Son tantas las concesiones que otorga que, como dije, todos los sectores burgueses excepto Techint y algunos pocos más, han salido a denunciar que esto destruiría la industria y nos condenaría para siempre a ser un país sólo productor de materias primas. De desarrollo industrial y generación de trabajo, ni hablemos. También han elevado sus quejas los gobernadores de las provincias mineras, ya que con este régimen las empresas quedarían exentas de tributar en la provincia, sólo lo harían a nivel central y luego Milei no les retorna ni un peso porque… “no hay plata”.

Por todo esto y porque además implica la entrega lisa y llana de toda soberanía, la entrada del extractivismo y la megaminería sin límites, etc. es que desde el MST rechazamos no sólo el RIGI sino todo el Pacto del 25/5, toda la Ley Bases y el DNU, llamamos a movilizarnos para impedir que avancen con esta iniciativa que es definitivamente contra las y los trabajadores y todo el pueblo.

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