viernes, 4 octubre 2024 - 15:51

24M. Testimonio de militancia bajo la dictadura

Compartimos a continuación, como parte de los diversos trabajos que publicamos en torno a los 45 años del golpe, el testimonio que escribiera Carlos Ghioldi* de Rosario, el cual reproducimos para conocimiento de nuestras y nuestros lectores.

– El golpe de estado de 1976 fue parte de un plan continental que planteaba una profunda modificación de las relaciones económicas, sociales y políticas en el país y la región. No fue un rayo en cielo despejado, fue una respuesta política a una crisis que sacudía al sistema capitalista en el mundo. Y las políticas que el sistema en su fase imperialista necesitaba imponer para afrontar esa crisis, implicaban la destrucción y modificación profunda las relaciones sociales que imperaban a partir de la segunda posguerra.

– No casualmente, la flexibilidad laboral, la desregulación económica, el desmantelamiento del llamado “estado de bienestar”, la destrucción del sistema de seguridad social, el vaciamiento a la educación y la salud públicas, las privatizaciones de la mayoría de los servicios públicos, y tantas otras políticas en ese sentido fueron iniciadas bajo la dictadura.

– Para poder imponer estas políticas era necesario aplastar o neutralizar la capacidad de resistencia del movimiento obrero y popular. Por ello la represión terrorista se dirigió contra el pueblo trabajador, sus organizaciones, sus sectores más conscientes y destruyó los lazos sociales solidarios entre sectores populares. Como bien, lo proclamaban los asesinos del régimen y sus voceros… era una “reorganización”.

– De mi ubicación en esos tiempos, podría decirse que formaba parte de aquellos que éramos los “hermanos menores” de la generación diezmada por el terrorismo de estado.

Entramos a la adolescencia con el régimen dictatorial aplastándonos y ahogándonos. Con las libertades democráticas más elementales prohibidas. Asomábamos a la vida social bajo el régimen opresivo instaurado por una “junta” de criminales, asesinos, perversos, explotadores, autoritarios, hipócritas, cínicos y cobardes, aportados desde el campo civil y la casta militar.

– En ese marco, es que en octubre de 1977 culmino un proceso de radicalización y búsqueda con el ingreso al PST (Partido Socialista de los Trabajadores). Me motoriza encontrarme profundamente asqueado por los crímenes de los militares y por el silencio de una parte muy numerosa de la población. A pesar tener apenas 13 años, provenía de una familia altamente politizada (tíos paternos comunistas y socialdemócratas, parientes maternos radicales, peronistas y de la cúpula de montoneros), aunque en aquellos años previos al terrorismo de estado la mayoría de las familias de clase media o trabajadoras se encontraban altamente politizadas en general. (Por ejemplo: una historieta como Mafalda era muy popular). Demandó mucho terrorismo de estado y esfuerzo de los poderes fácticos, tratar de instalar el concepto de que “la política es mala cosa” entre los sectores populares. En aquellos tiempos la cuestión no era tan así.

– En principios de 1976 apenas iniciado 1er año de la secundaria soy testigo (junto a muchos que luego  no lo “recuerdan”) del secuestro de unos jóvenes en la calle y su posterior “aparición”, según los medios “abatidos en un enfrentamiento”. La indignación ante el hecho y ante la negativa de muchos a “recordar” que esas personas habían sido “levantadas” en la calle y que el enfrentamiento era evidentemente algo fraguado… me impulsó a buscar una instancia de militancia política.
En un primer momento conozco algunas posturas del PC. Pero luego un compañero del PST (Rogelio Chanquía) es quién me convence de incorporarme a esa organización.

En realidad dos razones me llevaron al PST: primero que me parecían que las posturas del PST eran más intransigentes en relación a la continuidad de la dictadura y su presencia. Y segundo desde el PST no se me cuestionaba mi gusto por la música de rock… (En ese momento el PC era muy cerrado en relación a considerarla como un “instrumento cultural del imperialismo”).

Ingreso en el “equipo” que activaba en el sector de los estudiantes secundarios. Como era alumno  del Superior de Comercio me proponen militar en mi escuela.

– La orientación de aquél momento era aprovechar los pequeños espacios de organización a través de revistas alternativas, grupos de teatro, grupos de música, encuentros entre jóvenes en dónde se podía. El estado de sitio, la prohibición absoluta de las actividades políticas partidarias, la clausura de espacios de organización (como centros de estudiantes), el terror de la población y la sistemática campaña de propaganda mediática instando a “denunciar” y “entregar” a las autoridades a toda persona sospechosa de simpatizar con ideas subversivas o extremistas, la convocatoria a denunciar ante las fuerzas armadas o de seguridad cualquier sospechoso de “compromiso” político-partidario (de cualquier signo), configuraban la situación en la cual debíamos intentar activar y organizar la lucha contra la dictadura, e impulsar la construcción partidaria en la perspectiva de una revolución socialista.

– Tuve la inmensa suerte de “esquivar” dos grandes encanadas que se llevaron a queridos y valiosos compañeros en 1977 y en 1978.

– En aquél momento, debido a las condiciones descriptas, la militancia era clandestina. Nadie sabía que eras un militante. No podía nadie (más que tu contacto) saber tu verdadero nombre. No podías retener teléfonos en ninguna agenda o cuaderno, conocer el nombre de tus compañeros de militancia. A estos los veías una vez al mes en una reunión “tabicada” a la cual llegabas “mareado” y bajo algún “minuto” que la justificara ante una posible irrupción policial.

Ningún compañero o compañera podía saber de tu militancia, salvo en el caso de intentar convencerlo de sumarse a la lucha contra la dictadura y a la lucha por el socialismo.

– Fue un enorme desafío tratar de organizar en esos pequeños márgenes de acción, grupos de jóvenes con inquietudes que se expresaban a través de revistas o de expresiones del arte o la cultura.

– Entre 1977 y 1982 época de militancia a la cual me referiré, participé del desarrollo de una revista estudiantil de la Escuela (semi censurada por las autoridades) llamada “Parábola”, organizamos el taller de teatro en el Superior, realizamos recitales de música con otra revista del Nacional y un par de picnics de la primavera entre grupos estudiantiles de distintas escuelas. Participamos desde Rosario en la revista Propuesta para la Juventud. Y acompañamos a diversos intentos de producción cooperativa entre músicos y jóvenes con inquietudes artísticas cuyos canales de expresión se encontraban absolutamente cerrados. En estos temas que abordaban otros sectores fuera de los secundarios, activaron otros compañeros del Partido que tuvieron un importante rol al ser parte de AMI (Asociación de Músicos Independientes) el Grupo Caupolican, revistas EL AGUIJÓN, NEXO, etc etc  (Picun, Lina, Ricky,Héctor, Luis Alberto, etc etc)

– Todas estas actividades fueron discutidas en distintas instancias de la estructura partidaria. Era parte de la orientación que el partido nos proponía para el sector de la juventud. (Como dije, hubo encanadas y períodos de “falta de contacto” y “falta de informes” con el Partido, pero igualmente por mi iniciativa, impulsaba la orientación que habíamos discutido en el período anterior a esos “encarcelamientos”).

– En ese proceso de organización amplia y semi-legal sin motivaciones políticas abiertas, intentábamos “captar” para la lucha contra la dictadura a alguno de los compañeros o compañeras que nos parecía que podían interesarse en ello, o que en la propia discusión de los problemas llegaban a la conclusión de enfrentar el régimen y sus políticas.
De forma reservada y luego de una cuidadosa selección, elaborábamos un padrón al cuál “pasábamos” la prensa partidaria, discutíamos sobre la necesidad de una revolución socialista, reflexionando sobre la derrota del imperialismo en Vietnam (hacía pocos meses) o el avance de la movilización revolucionaria en Centro América. Llegué a hacerlo con un grupo de 4 compañerxs del Superior. (Marcelo, Mariano, Gabriela e Angélica- uno de ellos me ayudó muchísimo a sortear una de las encanadas, al dejarme pasar una noche en su edificio)

También, distribuíamos volantes en forma puntual y selectiva, intentábamos colaborar con las pequeñas pero importantes luchas del movimiento obrero… apoyamos las protestas ferroviarias contra el cierre de 1978, la huelga de Cura Hnos, o Chaina y compañía, o la huelga general del 1979, la protesta contra el cierre de la Universidad de Luján, o la movilización por la paz con Chile, etc.

La primer volanteada desde una moto, como acompañante de “Patota Tarantini”( Omar Otaño creo que era su nombre), tirando los volantes para arriba, de madrugada y por sorpresa, antes del ingreso de la fábrica Marietta en apoyo a la huelga de Cojinetes REX (todas sobre Av Ovidio Lagos).
Las campañas financieras para sostener las familias de los presos políticos.(Cuando le hice creer a mi pobre tío que debía hacerme cargo de un aborto y que no se enterara mi vieja, que recientemente había enviudado). La venta de bonos sin hacer bandera ni levantar el avispero, es decir de forma individual y reservada, tratando de no equivocarse en la persona que le pedíamos el aporte. Formaban parte de nuestras tareas.

En uno de los momentos de atención interrumpida, pude contactarme “de forma independiente” para activar en el acompañamiento a los incipientes organismos de DDHH cuando vino la CIDH.  Aunque en aquél momento me enojara por la categoría de “mandadero” o “che pibe” a la cual me habían circunscripto el “viejo” Rubén Visconti, Carlos De La Torre, o el viejo Fidel Toniolli que eran las personalidades que activaban en el recientemente constituido sector de los Derechos Humanos…
Ni hablar de la bronca que me produjo el rechazo del “Tano Nicolás” -(Nicolás Cristóforo, que me “atendía” después de la encanada del 78)  a considerar mi voluntad de incorporarme a la Brigada Simón Bolívar que se preparaba para combatir en Nicaragua contra la dictadura de Somoza.

Estas fueron algunas de las instancias de militancia en aquellos años de plomo.

-A pesar de todo, organizamos grupos de arte y revistas que promovían el encuentro de jóvenes y la conversación colectiva. Parece increíble que acciones tan inocentes fueran implacablemente perseguidas por el régimen dictatorial. Sabían perfectamente, que esas pequeñas acciones de encuentro reconstituían los lazos sociales y la solidaridad que en forma tan esmerada ellos buscaban destruir. Sabían que esas “inocentes” reuniones y encuentros se transformarían en poderosas palancas de organización popular en cuanto el cansancio con el régimen se hiciera corazón en el movimiento de masas.

– En consideración de las “encanadas” del 78, desde mediados de 1979 la regional Rosario del PST fue “levantada” y todos los compañeros se fueron yendo paulatinamente de la ciudad… Mario Hernández, (hoy sociólogo y periodista de Buenos Aires), fue el encargado de “retirarnos” y quién consideró que por mi corta edad no era conveniente que me fuera. Un hermano se va con la “evacuación” y otro en la colimba es movilizado para la posible “invasión” a Chile. Las cosas se complican bastante.

– Allí es que, bajo esa circunstancia de “relativo aislamiento” nos organizamos con otro compañero que nos dimos a conocer como seguidores del Partido,  (Luis Alfonso, contacto del Nacional) y nos metemos de lleno a participar en el grupo CUCAÑO.

Gracias a la generosidad, (inconsciencia o desconocimiento) de aquellos que nos permitieron integrarnos sin señalarlos como parte de la “infiltración marxista”, pudimos trabajar en esa experiencia de resistencia cultural que produjo ese particular grupo de arte en tiempos tan oscuros.

Digo lo de señalarnos porque luego de las detenciones, muchas personas, lógicamente, no querían quedar involucradas o cerca de algún militante en estas circunstancias represivas.

-A pesar del aislamiento, cada tanto y de manera esporádica “la Negra Lina” (Lina Capdevilla) recientemente salida de Devoto, se acercaba y nos contaba algo de la realidad del Partido. Lo mismo hacía Picun (Roberto Barandalla), ambos estaban en “libertad condicional, vigilada”.

En esas condiciones tuve algunos contactos “no orgánicos” ni “recomendados” por la dirección del Partido. Tal vez con razón, ya que en cierta forma poníamos en riesgo la seguridad.

– Mi acción militante dentro de Cucaño junto a Luis  (que era  muchas veces y en esas condiciones auto-orientada) estuvo supeditada a la ausencia de materiales de propaganda del partido, por ello se trataba de una difusión ideológica “general” a favor de las ideas de León Trotsky en el campo de la cultura y las artes.


Nos ayudó en nuestra tarea, la utilización del manifiesto por un arte revolucionario e independiente elaborado con André Bretón. Y un libro sobre Literatura y Revolución que habíamos “robado” de una librería que se sospechaba que ponía esos libros en venta para “enganchar”

Si bien, claramente el grupo Cucaño, no era bajo ningún punto de vista, una “colateral” del partido, se encontraba profundamente influenciado por el bagaje ideológico del trotskismo. Y específicamente por la corriente morenista.

(Esto puede corroborarse en los testimonios de los integrantes de Cucaño que hablan sobre este tema en el film “Acha Acha Cucaracha; Cucaño ataca otra vez” de Mario Piazza.).

-Desde ese grupo, estéticamente tan particular, creativo y original, además, batallamos para impulsar acciones contra la censura. Como parte de la orientación partidaria, pero que el grupo adoptó (aunque tal vez, muchos no lo comprendieran por qué) compartimos con otros grupos teatrales, editoriales y de arte, la creación de canales de expresión y organización de estos sectores juveniles y populares. Compartimos esa tarea con grupos y personas que pertenecían a otras organizaciones que también se movían en la clandestinidad, discutíamos con algunos de ellos y nos cuidábamos de los que sospechábamos como “servilletas”. Esto, también es notable en los testimonios del film porque muchos integrantes de Cucaño, no veían con buenos ojos nuestra “fraternidad” con grupos de teatro y arte que no compartían nuestras posturas estéticas o nuestros postulados en cuanto al arte.

– Ya en 1981, pudimos colaborar en las tareas de la COPEDE Comisión Permanente en Defensa de la Educación y acompañar actos contra el desmantelamiento de la educación pública.

-Ante la ausencia formal del PST, conocimos a una “menos perseguidaConfederación Socialista Argentina” Regional Rosario, (en ese momento no sabíamos que estaba llena de trotskos infiltrados).

Participamos activamente de un acto por el 1 de Mayo en 1981 realizado por esa organización y nos impulsamos a ingresar a ese “partido”, en la perspectiva de volver al PST llevándonos lo que construyésemos. (Una suerte de “entrismo” elaborada por nosotros mismos)

Conocimos allí a tres militantes de Buenos Aires que estaban en la Confederación Socialista y que nos “captaron” para esa organización.

Lo que no sabíamos, era que Lito, Beto y Omar (Eduardo Mancini, Adalberto González y Omar Brodoloni) en realidad eran del PST y habían venido “tapados” a Rosario para armar esa organización “socialista” en acuerdo con Rubén Visconti. Ese era un antiguo militante del PS que tenía una importante presencia pública por ser el Director de la Cátedra de Costos de la Facultad de Ciencias Económicas, muy reconocido como economista y periodista de visión crítica contra el plan económico de la dictadura.

– Militando “tapados” dentro de esa organización aprendimos el oficio de imprenta en una máquina de mimeógrafos montada en una oficina clandestina. Hicimos un par de publicaciones anti dictatoriales y socialistas.

– Era una situación increíble… un grupo de pibes “trotskos” del PST infiltrados en una organización “socialista” que en realidad estaba impulsada por jóvenes “trotskos” del PST…

– Desde la Confederación Socialista, nos insertamos y participamos en el proceso de reuniones que surgió después de las protestas de la CONAE en 1981. Fuimos parte de la lucha contra el “arancelamiento” de la Universidad, hubo concentraciones en las puertas del diario La Tribuna, y La Capital las cuáles impulsamos en “unidad de acción” con el peronismo, y el socialismo que también se movían en la clandestinidad.
En casa de mi vieja se hizo una reunión para impulsar las mismas con “Pechito” Giustiniani, DiPollina, el Chivo, el Sapo Rossi, Alfredo DiPato, y mi hermano que estudiaban ingeniería. Luego, se organizó un torneo de fútbol entre facultades. Logramos una protesta contra el examen de ingreso a la Universidad, con una peña en la cual colaboramos con el grupo Cucaño.

Hicimos una agitación contra el golpe de estado de Jarucelsky en Polonia. Una volanteada por la revolución salvadoreña. En ambas “actividades” fueron detenidos algunos compañeros y junto a ellos se entregó haciéndose responsable Rubén Visconti. Por tratarse de un partido proscripto, pero no prohibido, salieron.

A medida que las actividades sindicales y partidarias se reactivaban tibiamente nos pudimos insertar en algunos de esos procesos.

El auto-golpe de Galtieri, contra Viola queriendo cerrar esa incipiente “apertura” parecía clausurar estas instancias… (recordar el mensaje de Galtieri: “Las urnas están bien guardadas”) sin embargo no ocurrió de esa manera.

– En esta trayectoria, “aparecieron” cerca de nuestra actividad compañeros que se ligaron a la “Confederación Socialista” (también en parte a Cucaño) como Gloria, Machi, Raúl y hasta mi vieja se suma de manera entusiasta a la militancia partidaria…Además, resultó que muchos de ellos habían activado en el PST antes del golpe y habían quedado en “stand by”. Se empezó a impulsar el frente de Humanidades que “se llevó” a varios integrantes de Cucaño, ahora si, captados para el Partido…

-Iniciado marzo del 82 el “viejo” Visconti me llevó a las reuniones de la CGT (calle Italia) encabezada por Hugo Ortolan que se planteaban seguir los lineamientos de la CGT (Brasil) de Saúl Ubaldini. Visconti sostenía que debía ir porque consideraba que yo tenía “portación de apellido”. Es entonces, que maduro mi decisión de cambiar de frente y pasarme al movimiento obrero militando en el sector sindical… (Allí, voy paulatinamente abandonando mi actividad “artística”,para volcarme al frente sindical, ingresando en junio de 1982 a trabajar al supermercado Supercoop, ubicado en calle Tucumán 1349… hoy tomado)

Así, fuimos parte de la movilización del 30 de marzo de 1982 tirando volantes desde las terrazas de dos edificios del centro a los que podía entrar diciéndole al portero que “iba a ver a un compañero de la escuela” (dando datos precisos de piso y familia a la que visitaba), pero yendo a la terraza para hacer esa actividad e irme.

– Después viene la invasión para “recuperar” las Islas Malvinas y la guerra con Gran Bretaña (Como dicen los ex-combatientes: una causa justa en manos bastardas), pero eso es otra cuestión que nos cambió totalmente la perspectiva.
En ese momento, fuimos parte de la orientación de la corriente morenista (y de la mayoría de la izquierda)  que jerarquizó el enfrentamiento contra el imperialismo por sobre la problemática del “régimen” que era lo planteado por anarquistas liberales como Borges o un sector de socialdemócratas pro-yanquis.
Participamos de las movilizaciones con una consigna que cantábamos a viva voz con nuestras humildes fuerzas: “Levadura, levadura, defendemos las Malvinas, pero no a la dictadura!”.

Planteábamos un programa que incluía consignas como: -Para ganar la guerra, expropiación de capitales imperialistas, no pago de la deuda externa, alianza militar con todo país que ayude a enfrentar el imperialismo, libertades democráticas para movilizar y libertad a todos los presos políticos. Para ganar la guerra tenía que terminarse la dictadura y enfrentarse de manera total al imperialismo.

En líneas generales esa era nuestra orientación. Y nuestra política. Con la misma, y mientras el grupo Cucaño se disolvía, nos volcamos todo tipo de tareas que tuvieran que ver con la guerra. La marcha de la CGT (Brasil) nos encontró por primera vez con una bandera partidaria (CSA con el logo del puño y la rosa).

El cambio de condiciones, al poder organizar movilizaciones masivas (hasta hace días prohibidas estrictamente), la posibilidad de agitar, volantear, pintar paredes, o gritar arengas en la entrada de las fábricas fue realmente notable.

Luego de la rendición en Malvinas, el proceso de “descomposición” del régimen dictatorial fue inocultable y si bien, las condiciones de legalidad se ampliaron de manera sorprendente, aún mantuvimos por largo tiempo las “precauciones” y el funcionamiento casi “clandestino”.
En agosto de 1982 con el camino de fundación del MAS (MOVIMIENTO AL SOCIALISMO), al haberse impuesto el camino de una salida electoral, esto fue superado.

Pero no es parte de este testimonio.

En definitiva, esta es una apretada síntesis que busca testimoniar y exponer una parte de aquella experiencia de militancia bajo la dictadura.

Una humilde experiencia de una militancia indispensable y de la cuál (con sus posturas específicas) el PST fue parte.

Hubo otras organizaciones, otras políticas, pero la acción militante bajo la clandestinidad fue ferozmente perseguida en casi todos los casos.

Consideraba y considero que era lo que debía hacerse. Consideraba y considero que era una obligación ética sumarse a la lucha anti-dictatorial.

Y fue algo de lo que hicieron miles de personas a las cuáles les sensibilizaban las injusticias y los crímenes que llevaba adelante ese régimen genocida.

De forma silenciosa, sin espectacularidad, pero con la enorme contundencia de la organización y la movilización del pueblo y los trabajadores, esta militancia socavó en algo las bases de la dictadura.

Si los milicos se fueron en 1983 fue también por estos miles de anónimos militantes que hicieron estas pequeñas acciones que buscaban reconstituir las organizaciones populares y los lazos sociales y solidarios en medio del terror.
No salieron en los medios, no quedaron registrados como actos “heroicos”, muchas veces no se los cita en los estudios sobre el período, pero fueron indispensables para que los militares se vayan. Un enorme reconocimiento a todos ellos.

Para terminar, y para evitar confusiones, además de todo esto, sigo convencido de la necesidad de una revolución socialista, obrera e internacional, que termine con el capitalismo en su fase imperialista. El futuro de la humanidad y la vida en el planeta, lo demandan con urgencia.

A 45 años del golpe; Memoria, Verdad, Juicio y Castigo a los responsables.

¡Es nuestro compromiso!

Marzo de 2021

*Secretario Gremial CTA (T) Rosario – COMISIÓN GREMIAL  – CENTRO CULTURAL DE LA TOMAsindicalista trotskista.(militante desde 1977)

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