sábado, 14 diciembre 2024 - 08:12

23 de febrero de 1918. El nacimiento del Ejército Rojo

Tras la toma del poder, los bolcheviques y los soviets tenían como tarea inmediata consolidar el naciente Estado obrero que se encontraba militarmente amenazada por los contrarrevolucionarios y los países capitalistas, La tarea para frenar esta amenaza fue encomendada a León Trotsky. El 23 de febrero de 1918 el gobierno soviético publicó el decreto sobre la formación del Ejército Rojo Obrero y Campesino y ese mismo día iniciaba un masivo reclutamiento voluntario.

De gobernados a gobernantes, de Guardia a Ejército

Luego de la Revolución de Octubre, en el territorio ruso se agudizaron todos los problemas que venían siendo arrastrados desde el anterior régimen zarista. Principalmente la pérdida de millones de vidas a causa de la hambruna, las epidemias y la guerra imperialista. Pero la tarea del naciente Estado obrero no fue resolver estos problemas reorganizando o reviviendo el anterior Estado que había volado por los aires, sino construir uno sobre nuevas bases. Todas las instituciones anteriores habían desaparecido, incluido el ejército.

A la par que se avanzaba en la expropiación y socialización de los medios de producción para combatir los problemas del pueblo ruso y se negociaba la paz con Alemania, también fue necesario pensar en la defensa de la Revolución. Ya habían sido derrotados o suprimidos todos los elementos contrarrevolucionarios y restauracionistas al interior del país y para lograr eso fue suficiente con la Guardia Roja de soldados y obreros comandada por los bolcheviques.

Durante el intento de golpe de Estado liderado por Kornilov, la Guardia Roja había demostrado su capacidad para controlar internamente la situación. Incluso antes de la Revolución de Octubre la clase obrera rusa ya se encontraba armada, defendiendo y controlando las fábricas, el comercio, las comunicaciones y el sistema ferroviario. En octubre de 1917, junto con el Comité Militar Revolucionario, se habían apropiado de todos los centros políticos. Para 1918 ya no existía la policía ni el ejército zarista; habían sido desmantelados. El control social estaba en manos de la Guardia Roja, compuesta por los soldados insurrectos y la clase obrera que se había apropiado de las armas.

Las tácticas polémicas de Trotsky y los bolcheviques

El Imperio ruso era un territorio inmenso. Desde todos los rincones, los contrarrevolucionarios, monárquicos, nacionalistas, mencheviques, socialrevolucionarios y también las potencias capitalistas se disponían a derrotar al naciente Estado obrero. Así, luego que Rusia se retirara de la Primera Guerra Mundial tras firmar el acuerdo de Brest-Litovsk en condiciones muy desfavorables, León Trotsky dejó el cargo de Comisario del Pueblo para Relaciones Exteriores y asumió el Comisariado de Asuntos de Guerra.

Entre los problemas que Trotsky tenía para hacer frente a esta tarea estaba el odio a la guerra. Desde el conflicto ruso-japonés de 1905 hasta la Primera Guerra Mundial, los enfrentamientos bélicos solo trajeron muertes para millones de obreros y campesinos. Convencer a estos de la necesidad de organizar un nuevo ejército suponía todo un desafío, pero la clase obrera y el campesinado pobre de Rusia comprendieron rápidamente que esa tarea era la única manera de poder defender las conquistas logradas con la Revolución, por eso rápidamente acudieron al llamado bolchevique en defensa de la Revolución.

Este Ejército Rojo Obrero y Campesino estaba lejos de ser aquel ejército compuesto por millones de trabajadores comandados por burgueses y monárquicos mercenarios, que abusaban de sus privilegios y mandaban a los trabajadores a la muerte para defender los intereses de los capitalistas, que usaban su poder militar para invadir y masacrar a otros pueblos o para la represión interna de huelgas y luchas populares; es decir, un instrumento de opresión de una clase minoritaria sobre una clase mayoritaria. Este nuevo ejército nació en las fábricas y en el campo con los obreros y campesinos que ya habían tenido experiencia en el manejo de armas durante las continuas guerras. Su objetivo era completamente opuesto al del ejército zarista. El Ejército Rojo tenía como tarea consolidar el Estado obrero; seguía siendo un instrumento de clase, pero de la clase obrera y el campesinado pobre, una clase social mayoritaria que estaba decidiendo sobre su futuro y se encontraba amenazada por una clase minoritaria que quería retrotraer el curso de la historia hacia el medievalismo monárquico, o en todo caso hacia una “democracia” burguesa capitalista que, al igual que el zarismo, condujeron a la humanidad hacia una matanza sin precedentes, como lo fue la carnicería de la Primera Guerra Mundial.

Para defender la Revolución ya no alcanzaba con el espontaneísmo y la falta de disciplina de la Guardia Roja que se demostró suficiente para conquistar el poder, pero resultaba insuficiente para hacer frente a las agresiones externas que se avecinaban. Ahí apareció otro problema a resolver: ¿cómo construir un ejército disciplinado de obreros y campesinos si casi nadie de los revolucionarios y la clase obrera tenía experiencia en dirigir un ejército regular? Y allí apareció una fórmula ideada por Trotsky que provocó dudas y temores en varios bolcheviques: incorporar al ejército a los antiguos altos mandos militares del zarismo. Muchos advirtieron sobre la posibilidad de que estos ex generales zaristas organizasen levantamientos antisoviéticos al interior del Ejército Rojo, pero Trotsky estaba seguro de que el régimen soviético ya se había consolidado al interior de Rusia. Todos esos ex generales y técnicos especialistas que habían servido al zarismo se encontraban derrotados y habría sido un desperdicio no hacer uso de sus capacidades. De hecho, la clase obrera rusa no hubiera podido aprovechar los medios de producción que se encontraban en sus manos si no apelaba a la capacidad de los técnicos e ingenieros especialistas. De la misma manera, no sería capaz de construir un ejército a la altura de las potencias capitalistas para resistir una invasión si no hacía uso de los ex generales zaristas.

Pero la fórmula de Trotsky incluía a dos comisarios políticos por cada especialista zarista. Estos eran los mejores cuadros obreros y bolcheviques, eran militantes intachables que habían superado distintas pruebas antes y durante la Revolución. Los ex generales zaristas fueron los encargados de las órdenes técnicas, operativas y militares, gozaban de libertad para hacerlo; pero los comisarios políticos tenían la potestad de frenar una orden sospechosa de ser antisoviética. Además, los comisarios políticos fueron los encargados de mantener alta la moral de los combatientes, de atender a la formación política e ideológica de estos y de lograr que cada soldado obrero o campesino alcanzara el mayor nivel educativo posible. Gran parte de la sociedad rusa se encontraba sumida en el analfabetismo, por eso una de las tareas principales en el nuevo ejército fue lograr que cada obrero y soldado supiera leer, conociera de historia, qué lugar y territorio iba a combatir, con qué se encontraría, cuál era el conflicto social y político. Junto con el comisariado de educación, Trotsky había diseñado un plan con materiales de lectura dedicados a la educación de los soldados, era la mejor manera de consolidar el régimen soviético.

El reclutamiento voluntario heredado de la Guardia Roja también había quedado por detrás de las nuevas necesidades, por eso se implementó el Servicio Militar Obligatorio, que en un primer momento se trató de entrenamientos militares técnicos y prácticos en los lugares naturales de los obreros y campesinos pobres; es decir en las fábricas, talleres, granjas y pueblos. Además de trabajar 40 horas semanales -conquista de la Revolución-, los obreros debían entrenar 12 horas por semana durante 2 meses y estar atentos al llamado del ejército. Además, la unión al ejército estaba abierta a las mujeres que así lo quisieran y se respetaba a las personas que practicaban religiones anti armamentistas.

El papel de un León

El gran mérito de Trotsky fue el de construir un poderoso ejército obrero y campesino que pudo defender el territorio soviético de la invasión de más de 14 ejércitos capitalistas. Por más que la historia oficial rusa y el estalinismo quisieron borrar a Trotsky de la historia, hoy somos miles los militantes en el mundo que conocemos el rol que jugó en la Revolución rusa y en la revolución obrera y socialista internacional. Incluso el propio Estado ruso de la actualidad no puede negar su papel, aunque lo muestre de manera distorsionada y demonizada como lo hace la serie de Netflix que lleva el nombre del revolucionario bolchevique. La construcción del Ejército Rojo se dio en condiciones muy adversas, no fue tarea fácil construir un ejército de 5 millones de soldados obreros y campesinos que, si bien estaban convencidos del socialismo, estaban hartos de las guerras; aunque justamente por esa razón acompañaron hasta el final a los bolcheviques en la defensa del nuevo Estado obrero.

Trotsky hubo de recorrer todo el territorio ruso en un tren blindado durante dos años y medio hasta derrotar al último remanente reaccionario. Por un momento la Revolución se vio amenazada por el Ejército Blanco que, apoyado por las potencias capitalistas – entre los que se encontraban Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Japón – llegó a controlar gran parte del territorio ruso. Pero tras los distintos ajustes políticos y tácticos implementados, los soviéticos y bolcheviques finalmente recuperaron todo el territorio ruso, incluidos los cedidos a Alemania en el tratado de Brest-Litovsk.

La tesis de los bolcheviques y de la Internacional Comunista era que la clase obrera en Europa también habría de tomar el poder y se instaurarían nuevas repúblicas obreras y soviéticas. El rol del Ejército Rojo sería entonces acompañar en el combate a los nuevos estados obreros de Europa. Pero el curso de la historia finalmente fue otro, porque si bien ocurrieron insurrecciones obreras y socialistas en Europa, estos levantamientos fueron derrotados. Estas derrotas, sumadas a la pérdida en la guerra civil de miles de los mejores cuadros obreros y bolcheviques y la grave situación provocada por 7 años de guerras, fueron elementos claves que favorecieron el surgimiento de la burocracia y del estalinismo.  El ejército revolucionario construido por Trotsky, instrumento de las masas populares para la lucha por el socialismo, se transformó – en manos de Stalin-  en un instrumento de la casta burocrática en defensa de sus intereses y de la reaccionaria teoría del “socialismo en un solo país”

Reivindicar ese ejército rojo, obrero y revolucionario, lejos está de reivindicar al estalinismo, la matanza o las guerras. Por el contrario, el Ejército Rojo fue construido por Trotsky y los bolcheviques para liberar a la clase obrera de la explotación capitalista e imperialista que conducen a las guerras de rapiña y matanza porque, así como se demostró en Rusia en 1917, la única forma de lograr la paz fue con la conquista del poder por parte de la clase obrera y el campesinado pobre. Esa tarea, la de lograr construir Estados obreros y socialistas sigue siendo la tarea que nos planteamos realizar los miles de militantes de la Liga Internacional Socialista y el MST en todo el mundo. Porque, así como ayer, también hoy la burguesía y el imperialismo nos llevan hacia la barbarie: pandemias, hambrunas, migraciones forzosas, guerras e invasiones imperialistas. La única forma de acabar con esos males es acabar con la supremacía de la clase minoritaria que lo provoca.

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