viernes, 19 abril 2024 - 00:25

15 de octubre. Día internacional de concientización sobre la muerte perinatal

Parir sin vida, de eso sí tenemos que hablar

La lista de cosas que el patriarcado nos hizo callar es realmente interminable. De a poco y juntando nuestros pedazos, haciéndonos fuertes en espacios colectivos, organizadas y movilizadas fuimos poniendo en palabras lo que durante años fue silencio y dolor, pero hay cosas que se siguen callando y es tiempo de visibilizarlas.

En Córdoba durante el 2020 hubo casi 400 muertes perinatales, esto es bebés deseados que murieron entre la semana 22 de embarazo y los 7 días posteriores al nacimiento. Detrás de cada una de esas casi 400 muertes hay una persona gestante que debió parir a su hijo o hija muerto y atravesar esa espantosa situación en un sistema de salud completamente incompetente para acompañar semejante momento.

Si en general las instituciones de salud tienen prácticas violentas en el momento del parto, estas se profundizan mucho más cuando esta mujer no logra llevar a cabo la tarea para la cual el sistema la pretende infalible: la de parir y ser madre. Por eso en muchos casos al dolor inconmensurable de perder al hijo/hija deseado se suma el sentimiento de culpa aumentado por el maltrato al que son sometidas. Lo que digo lo sé en primera persona, porque yo estuve ahí, yo tuve que parir a mi hija Lila muerta, y todo fue realmente una pesadilla.

Obviamente no hay forma de hacer agradable ese momento funesto en el que te enteras que tu hija murió cuando estabas esperando que nazca, nada en el mundo puede hacer esa situación más linda o más llevadera; pero sí hay muchas formas de hacerla más espantosa, más terrible y generar marcas que perduran de por vida. Esas son justamente las actitudes y procedimientos que queremos evitar, para que de verdad las mujeres que tengan que atravesar por esta situación lo hagan acompañadas y siendo realmente sujetas de derecho.

Eso fue lo que nos planteamos con Luciana Echevarría cuando pensamos este proyecto: las muertes perinatales existen, los factores que las provocan son muchos, están medidos y obviamente hay que tratar de reducirlas al máximo, pero seguramente otras van a tener que atravesar por lo mismo. Entonces, ¿cómo hacemos para que no sufran lo que sufrí yo? Así nació esta ley, la ley de procedimientos médico asistenciales para la atención de la persona gestante y su familia frente a la muerte perinatal.

Las que parimos sin vida tenemos derechos

En nuestro país hay leyes que tipifican a la violencia obstétrica como un clase específica de violencia de género y establecen la obligatoriedad de que el parto sea respetado y humanizado en todas las instituciones, pero ninguna contempla como posibilidad que el desenlace final del parto sea el nacimiento sin vida. Por ende, las mujeres y familias que atravesamos esta situación estamos hoy desamparadas y sin derechos. El primer objetivo del proyecto es establecer justamente los derechos de las personas gestantes y familias frente a la muerte perinatal. El acceso a la información, la paciencia, la posibilidad de decidir siempre los pasos a seguir son fundamentales en este momento tan crítico. En mi caso, por ejemplo, yo me enteré de la muerte de mi hija entre palabras que no comprendía, el personal de salud hablaba sobre ella sin tomar en cuenta que yo estaba ahí y no me informaron que estaba muerta hasta que yo pregunté. Me enteré de la peor noticia de mi vida sin que mi pareja estuviera presente, porque por protocolo en la guardia del Hospital Neonatal no entran varones.

Seguramente el personal de salud se vio tan sorprendido por la situación como nosotros y eso no debería ser así, el Estado debe garantizar capacitación permanente en la materia y jornadas de sensibilización para los equipos. Ese es otro punto fundamental de la ley que va acompañado de una Guía de buenas prácticas para la atención de la muerte perinatal, donde de manera detallada se explican todos los pasos a seguir, y que debe ser aplicada obligatoriamente tanto en el sistema público como privado.

Yo no le hice la autopsia a mi hija porque no pudimos meditar esa posibilidad. Mientras ella todavía estaba en la sala nos dijeron que podía hacer la autopsia, pero que no iba a dar resultados importantes y que si no queríamos hacerla podía firmar y listo. Yo en ese momento pensé, “mejor pobrecita que no la abran, para qué” y firme la negativa acostada, aún ni siquiera me habían suturado. Hoy pienso que hubiera querido pensarlo más. El respeto por los tiempos y la paciencia son claves y están establecidos en la Guía.

Tampoco tenemos ningún recuerdo de Lila, no le saque una foto, no tengo sus huellitas, nada. Solo mi pareja y yo nos acordamos de su cara y hace poco la hicimos dibujar para que no se nos borre de la memoria. Ese es otro de los aspectos de la Guía, siempre hay que dar la posibilidad de quedarse con un recuerdo, incluso dando un tiempo prudencial para despedirse, en un ambiente acorde. Nosotros a Lila solo la vimos en la sala de parto, envuelta en una mantita y por espacio de media hora -como mucho-. Solo la conocimos mi pareja y yo. Nadie más de la familia sabe cómo era. Esto es muy importante, porque la sensación de irrealidad hace que el entorno no comprenda el dolor y que la persona gestante y su pareja sientan que “no debería ser para tanto” aunque realmente estén devastados.

Otro aspecto que está claramente establecido en la ley es la obligatoriedad de internar a la persona gestante en un espacio totalmente separado de la maternidad, no es recomendado que los días posteriores a la pérdida deban compartir el espacio con mujeres con sus hijos/as recién nacidos, escuchando sus llantos o viendo a parturientas prontas a parir, eso solo multiplica el dolor. A nosotros nos internaron en la maternidad, escuchamos llantos de bebés las 30 horas que estuvimos ahí. A mi pareja no lo querían dejar quedarse conmigo, accedieron haciéndonos firmar un consentimiento y no le proveyeron ni una silla, la noche que pasamos ahí durmió en el suelo.

De esto sí se habla, porque nombrar da entidad y hoy que sabemos que esto existe, tenemos que actuar. Este proyecto que elaboramos junto a Luciana viene a saldar la deuda histórica de este sistema con las que parimos sin vida y vimos vulnerados todos nuestros derechos, para que nunca más vuelva a pasar que la Ley Lila se apruebe ya.

Virginia Caldera Marsengo Trabajadora Social- Militante del MST y secretaria del Bloque de la Legisladora Luciana Echevarría Proyecto de Ley n°33945  autora Leg. Luciana Echevarría

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